Halagos a Lagos
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En Lagos de Moreno descubrí la simpática figura de don Celestino González. Nacido en 1802, vivió casi 100 años. Todavía a los 80 engendró un hijo. Mis respetos: habemos quienes ya ni con la ayuda del Espíritu Santo. El señor González tenía 34 años de edad cuando casó por primera vez con una doña Rosalía, viuda ella. Poco tiempo después la viuda lo dejó viudo, para cuyo efecto se murió. El dolor por el tránsito de su esposa inspiró unos sentidos versos a don Celestino, que de esa manera empezó su carrera de poeta.
¡Y qué poeta! Es famoso Margarito Ledesma, el imaginario bardo de Chamacuero autor de los siguientes versos que cito de memoria:
El corazón humano de la gente
es como una vejiga que se llena:
si se le echa más aire del prudente
se va infle e infle e infle, hasta que truena.
Como el mío también es de cristiano,
y lo tráis humillado y ofendido,
si le sigues cargándole la mano
el día menos pensado da el tronido.
Pero Margarito Ledesma no existió: fue un invento del licenciado Leobino Zavala. El que sí existió fue don Celestino. En ocasión del sentido fallecimiento de su esposa escribió esto:
Celestino, fiel esposo
que a tu Señora tanto quisiste:
no sabes lo que perdiste.
¡Oh sepulcro tenebroso!
Aquí los restos de un ser amado
se hallan todos reunidos.
Aquí aquellos miembros podridos.
¡Ah, Celestino desgraciado!
Habiéndose dado a conocer como poeta funeral don Celestino empezó a ofrecerse para decir versos en los sepelios.
Este hombre se murió.
Su cadáver se ve yerto.
Yo quisiera resucitar un muerto,
eso sí que no puedo yo.
¿Qué idea será la mía
de hacer tantas composiciones.
El hombre vive de ilusiones
hasta bajar a la tumba fría.
No tiene seguridad
de amanecer otro día.
¿Cuál es entonces la garantía
que tiene la Humanidad?
Cualquier crítico dirá que estos versos no tienen la altura de los que escriben algunos afamados poetas de nuestro tiempo. Pero al menos a don Celestino se le entiende. En cambio leo la poesía de muchos bardos contemporáneos y no puedo desentrañar su sentido. Los leo de izquierda a derecha, y luego de derecha a izquierda, y me quedo igual: en Babia. Deberían esos poetas ser más claros. Si no ¿cuál es entonces la garantía que tiene la Humanidad?