José Rubén Romero, el inventor de Pito Pérez, es un escritor de mucho nervio. Poeta estimable, fue uno de los primeros cultivadores que en México tuvo el haikai
Antes se usaba ponerles a los niños el nombre del santo del día en que nacieron... Ahora las costumbres son distintas. No sé si sean mejores o peores, pero son distintas
En su muy leída columna ‘Este Saltillo’ don Eduardo L. Fuentes manifestaba haber recibido un injurioso anónimo en el cual se hacía la defensa del dramaturgo Wilberto Cantón
¿Por qué temo que haya desaparecido el Cielo? Porque ya desaparecieron los aparadores de mi infancia, aquellos espléndidos escaparates colmados con todas las jugueterías
Cuentan de un viudo inconsolable que hizo poner en la tumba de su difunta esposa esta expresión: ‘¡Pronto me reuniré contigo, amada mía!’. Tardó 30 años en morir
En aquel sobre que recibí encontré un libro publicado por el Gobierno del Estado de Campeche a través de su Instituto de Cultura. El libro se llama ‘Catón en Rima’
Diosito, que lo llenó de buenas cualidades de cuerpo y alma, no fue tan generoso con él en lo que atañe a la inteligencia, y le dio un cerebro de mosquito, o más pequeño aún.
En la esquina de la actual calle de Emilio Carranza y calzada Madero pidió que le compraran un jarrito de pulque, y lo fue bebiendo a pequeños sorbos mientras llegaba al Panteón. Ya frente al paredón dictó a los periodistas sus últimas palabras