Izquierda y derecha: fondo y forma de la política en México
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Para quienes no lo sabían, se dan casos, la época en la que vivimos se llama postmodernismo. Algunos pensadores como Zygmunt Bauman, Ulrich Beck y Anthony Giddens se refieren a ella como el fin de las ideologías.
Como en todas las épocas, se han diseñado seres humanos con características particulares. Las exigencias, las tendencias, las nuevas formas de vida y, en nuestro caso, el mercado, exigen personas relativistas, hedonistas, pansexualistas, nihilistas, consumistas, pragmáticas, pero sobre todo individualistas.
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El individualismo, según los autores postmodernos, marca el fin de las ideologías. A lo mejor usted no lo ve así, pero sin ideología los seres humanos no tenemos una brújula que guíe nuestro camino. No hay una cosmovisión adecuada de mundo, las decisiones que tomemos serán desde el primer autobús que pase; no tendremos una referencia clara sobre los conceptos dignidad humana, derechos humanos, justicia social o democracia, y se pervivirá en la banalidad priorizando el poder por el poder mismo.
La premisa de que primero soy yo, luego yo y al final yo, nos coloca inevitablemente en el abandono de la idea de lo plural, donde “los otros” pasaron a segundo o a tercer plano. Tiene lógica, la preocupación de los seres humanos es tan grande que primero está su supervivencia y después la de los demás, quienes lideran el mundo –políticos y empresarios– lo provocan y lo tienen claro.
Debe de quedarnos claro que como únicos y diferentes, todos pensamos y somos distintos. Y es válido porque hay una libertad garantizada por las cartas magnas, para pensar y para expresar nuestras ideas como nosotros lo consideremos. Louis Althusser (1970) afirma que la ideología es un sistema de ideas y de representaciones que domina el espíritu de un ser humano o de un grupo social. Es lo que nos mueve, nos motiva, nos orienta y genera compromisos. En la base se encuentran las convicciones, los ideales y los principios.
En un gobierno, por ejemplo, las políticas públicas dependen absolutamente de la ideología; en las organizaciones y en cualquier grupo humano pasa lo mismo. Un ejemplo simple lo encontramos en la Francia posrevolucionaria en la Asamblea Nacional. El Rey, a quien se le habían reducido sus funciones, la nobleza, el clero y la burguesía –los nuevos ricos–, se sentaban a la derecha. En el centro los indecisos o moderados. Y a la izquierda los partidarios de la nueva constitución, en concreto los opositores del Rey; ideólogos, pensadores y el pueblo en general. ¿Le suena? Claro, en lo futuro estas fueron las consideraciones. La derecha, el centro y la izquierda.
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En nuestro país, todos los partidos se sitúan en una posición u otra. Por supuesto, con todo derecho. Y así lo consignan sus declaraciones y estatutos partidarios. El soporte doctrinal para la derecha es el iusnaturalismo, para la izquierda el iuspositivismo.
En ese sentido, los partidos de derecha, por su liga con el iusnaturalismo defienden la familia tradicional y la aplicación de la ley natural en todas sus formas. Nunca estarán a favor de la pena de muerte, de la legalización del aborto, de la diversidad sexual, de los matrimonios entre personas del mismo sexo y de la eutanasia, entre otras cosas. Los de izquierda sí. Quienes se colocan en el centro, se mimetizan con singular alegría. Por supuesto, hay otras prácticas bastante discutidas –en las posiciones ideológicas–, como el tema del libre mercado y los programas sociales.
Si retrocediéramos en el tiempo y nos acomodáramos en algo parecido a la Asamblea Nacional de París, a la derecha se sentaría el PAN. Así lo declaran sus principios ideológicos: conservadurismo social, conservadurismo liberal, democracia y humanismo cristiano. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se sentaría al centro a la derecha, así lo declaran, teniendo como práctica operativa: la tecnocracia, el neoliberalismo, el centralismo y el corporativismo. En el centro y cargadito a la izquierda se sentaría Movimiento Ciudadano, donde la ideología de la socialdemocracia, la democracia participativa y el progresismo están a la base. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se sentaría al centro y a la izquierda. Y Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se sentaría a la izquierda, completamente.
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Atendiendo a lo que aquí se ha consignado y teniendo como referencia sus estatutos y declaraciones, saque sus conclusiones de lo que hoy vivimos. Haga un ejercicio y dígame donde sitúa a los personajes que hoy desmedidamente buscan el poder, por el poder mismo. Vea su historia, su posición política, social y hasta económica, y haga una lectura objetiva. Por supuesto, no hay partidos químicamente puros ni candidatos tampoco, pero lo que hoy vivimos en México es inaudito.
Partidos, alianzas, candidatos y personajes controversiales, intencionalmente confundidos, buscan confundir al electorado. Se han declarado públicamente de izquierda, cuando a todos nos consta que son de derecha y otros que actúan como si fueran de derecha, pero están en la izquierda; sin brújula, les sigue importando muy poco la descomposición del país. En esas andamos.
Seguro estoy que si el general Plutarco Elías Calles, Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Carlos Castillo Peraza, Arnoldo Martínez Verdugo y Heberto Castillo –fundadores de los partidos de centro, derecha e izquierda– pudieran observar el bodrio y el circo en el que se han convertido sus partidos, volverían avergonzados a la tumba. Así las cosas.
Encuesta Vanguardia
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