Algunas consideraciones sobre el concepto ‘pueblo’
COMPARTIR
A lo largo de la historia las consideraciones sobre el concepto “pueblo” han sido diversas. En Babilonia, el pueblo era la gente sencilla; en concreto, quienes eran la fuerza de trabajo. Heródoto, quien por primera vez pronuncia el nombre de “democracia” en la historia, dice que el “demos” lo constituyen todos los ciudadanos de la polis –de la ciudad–, como verá en el principio no había distinciones.
Así, mientras que para Heródoto el concepto “demos” significaba isonomía, es decir, reglas iguales para todos, afirmando el concepto de igualdad, Aristóteles comienza a cambiar la ruta de la isonomía determinando que la democracia era “el mal gobierno de muchos”.
TE PUEDE INTERESAR: Los egos y los protagonismos de la Alianza opositora
No porque el estagirita mantuviera un talante clasista, sino porque su argumento lo colocaba en el área de la demagogia, donde objetivamente el concepto pueblo lo relacionaba con lo ignorante, lo inculto y, como consecuencia, con capacidad de ser corrompido por las necesidades de las que eran objeto las personas en esas condiciones, que eran las más. De ahí que la demagogia era un método discursivo que se utilizaba para mover sentimientos, emociones, miedos y prejuicios para poder conseguir el poder, cualquiera que este fuera. Alguna comparación es mera coincidencia.
Para los romanos, comenzó a darse una distinción entre el Senado y el pueblo, entre patricios y plebeyos, donde el pueblo eran los plebeyos. A la fecha –como una extensión del Imperio Romano– seguimos manteniendo firme la distinción entre quien gobierna y los gobernados porque en la práctica la mayoría de los servidores públicos no se sienten, no parecen y no se cuentan como parte del pueblo.
En la Edad Media, con la designación de “pueblos bárbaros”, “pueblos primitivos” y, en nuestro caso, “pueblos indígenas” –ahora “pueblos originarios”– la idea va tomando un matiz más social que cívico, y se comenzó a hablar del pueblo como un tema de estatus social, siguiendo la idea de Aristóteles para quien el “pueblo” son los pobres. Por asuntos de referencia y de implantación de su método filosófico, la idea se extendió hasta el Absolutismo Monárquico, refiriéndose peyorativamente como “populacho”.
TE PUEDE INTERESAR: Coahuila: Ciudadanizar la política y el gobierno...
Por eso, parte de estas reminiscencias las vemos cuando primaveral e inconscientemente decimos que vamos a un lugar público como el mercado, el estadio, la alameda, el centro de la ciudad: “fuimos a darnos un baño de pueblo”. ¿Lo ha oído, pensado o dicho? Simple. ¿No nos consideramos parte del pueblo? Aquí es donde hoy se encuentra parada la clase política mexicana, en cualquiera de sus diferentes sabores y colores.
Con un poco de la herencia española donde se sigue manejando la idea de la nobleza-burguesía (aunque son cosas distintas y antagónicas) vs. el pueblo, y un poco de la idea que se maneja en la democracia norteamericana, pareciera más una referencia al tema discursivo que al operativo.
La idea de “Nosotros el pueblo de los Estados Unidos” la representan los terratenientes –Jefferson, Lincoln, Washington – quienes operan la revolución con respecto a Jorge III, no los afroamericanos, ni los migrantes que se sumaban a las 13 colonias. Siguiendo con las ideas separatistas de origen donde el Senado era una cosa y el pueblo otra. Por más que se diga que quienes gobiernan representan al pueblo de los Estados Unidos, de Argentina, de Colombia o de México, la idea de la separación entre gobierno y pueblo siguen vigentes.
En el momento presente, en el que se ha generado un flagrante desacato a las leyes electorales por parte de quienes buscan el poder en nuestro país, el pueblo sigue teniendo las mismas consideraciones para quienes buscan encantarle, embobarle, engañarle o manipularle. No otra cosa. ¿O realmente usted cree que a Xóchitl Gálvez, Santiago Creel o Beatriz Paredes de la Alianza va por México les interese el pueblo? ¿O es tan ingenuo o ingenua en pensar que a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López o Claudia Sheinbaum le apuran mucho los pobres?
TE PUEDE INTERESAR: Xóchitl Gálvez, la anti-peje, el antídoto para neutralizar a AMLO
¿Cuál será la consideración que estos susodichos “adelantados precandidatos” a la interna de sus partidos tienen del concepto “pueblo”? O simple y llanamente, ¿qué significamos los votantes para ellos? Puede ser un buen trabajo para identificar en esta semana en la que ha levantado polvo la señora Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum, que son las más adelantadas de sus grupos, frentes, alianzas o lo que sea.
Probablemente para ellos la ciudadanía –el pueblo– sigue siendo lo que ha sido para muchos servidores públicos que han buscado y se han sentado en la silla presidencial en el pasado lejano y cercano, simple y llanamente un grupo de personas que son afines al momento que viven como candidatos o en su defecto: una vez consiguiendo lo que querían, la masa sigue siendo motivo de manipulación y de uso para fines personales o de grupo.
Revise sus posturas, sus personalidades, sus formas de hablar y hasta sus vestimentas. Lo que hicieron, lo que dijeron, lo que callaron, lo que dejaron de hacer, los grupos a los que pertenecen, su comportamiento, sus filias, sus fobias. No se chupe el dedo, por favor, los medios, para un lado y para el otro, perdieron desde hace rato credibilidad. Están en juego muchos intereses –económicos y de poder– que hasta son capaces de vender su alma al diablo para engañar y manipular a quienes ellos consideran ignorantes, incultos, raspas y corrientitos, en síntesis, el pueblo. Así las cosas.
Encuesta Vanguardia
https://vanguardia.com.mx/binrepository/1152x768/0c60/1152d648/down-right/11604/KFCM/felipe-de-jesus-balderas_1-437592_20220428234901.png