El saltillense que fue exiliado, veló en su casa a un general fusilado y dio cátedra en la UNAM
De raíces italianas y tlaxcaltecas, Vito Alessio Robles nació en Saltillo y se le entregó a este lugar, a la historia, a la política, a la milicia, a la vida.
En 145 años desde su nacimiento, de él se ha hablado sobre sus logros académicos y lo trascendente que fue para Saltillo y Coahuila. Por ejemplo, en la promoción que hizo para la creación del escudo del estado.
Y hay otras cosas que no se conocen tanto, como su exilio de México, o cuando, sin importarle los riesgos, dispuso de su casa para velar a un general fusilado.
El 14 de agosto de 1879, Domingo Alessio y Crisanta Robles se convirtieron en padres de quien se apasionaba por los hechos históricos, y que con el paso del tiempo sería parte fundamental de la misma.
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De Vito Alessio se sabe que realizó estudió de manera particular con la docente Mercedes Vázquez, luego en el Colegio de San Juan Nepomuceno y en el Ateneo Fuente.
En 1896, específicamente el 8 de enero, incursionó en la milicia en el Colegio Militar de Chapultepec. En 1903, siete años después, recibió el grado de teniente del Cuerpo de Ingenieros Constructores. Dicho título sirvió para ser comisionado para realizar obras públicas en Monterrey.
LA POLÍTICA, LA MILICIA Y UN VELORIO
Siendo teniente coronel, entre 1905 y 1908, Vito encabezó la campaña contra los yaquis de Sonora, combatió a las fuerzas maderistas en Casa Grande, Chihuahua.
Durante el gobierno de Francisco I. Madero, ejerció como inspector de policía y subdirector de Obras Públicas.
En medio de los conflictos políticos que atravesó México a principios del siglo XX, Vito fue encarcelado por órdenes de quien fue presidente del país, Victoriano Huerta.
Llegó a estar preso en las penitenciarías de Santiago Tlatelolco, Distrito Federal y San Juan de Ulúa.
Otro de sus fuertes pronunciamientos fue contra la reelección de Álvaro Obregón en 1927. Todos estos desacuerdos y estar en el ojo de la política, provocaron que Vito corriera riesgos, aunque por sus acciones, parecía no importarle.
Una de esas demostraciones tuvo que ver con el fallecimiento del general Arnulfo Gómez, el 4 de noviembre de 1927.
Arnulfo Gómez fue un opositor al régimen de Porfirio Díaz, además de revolucionario y también candidato a la presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista.
El 4 de noviembre, fue sorprendido en las montañas entre Teocelo e Ixhuacán, se dice que fue víctima de traición por quién le llevaba alimentos.
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Arnulfo fue sometido a juicio y fusilado la mañana siguiente, con los ojos vendados, por voluntad propia.
Tras su muerte, Vito Alessio decidió velarlo en su propia casa en Ciudad de México, a pesar de los problemas en los que podía meterse. Para este punto, ya varias personas se habían negado a hacerlo en sus viviendas a causa del temor.
Como parte del discurso fúnebre, Vito dijo:
“El alma joven de un viejo luchador levanta el vuelo. Un paladín de los ideales revolucionarios ha muerto. Descansa en paz; nosotros te ofrecemos seguir empeñados en la lucha de principios. El general Gómez ha caído; pero el antirreeleccionismo sigue vigorosamente en pié... es un ideal que se destaca por encima de los hombres. Los crímenes, las bastardas ambiciones y las situaciones bochornosas sirven de mortaja a sus autores. Los principios son la aureola de quienes sucumben por ellos”.
EL EXILIO Y EL REGRESO
Dos años después de la muerte de Arnulfo, Vito fue electo Diputado y Senador. Luego de apoyar políticamente a José Vasconcelos y convertirse en Presidente del Partido Nacional Antirreeleccionista, posterior a las elecciones se levantó en armas por el fraude electoral.
Su movimiento obtuvo derrota y se exilió del país, moviéndose a Estados Unidos. Alejado de la política mexicana y viviendo en Austin, Texas, en la universidad de esa ciudad, el saltillense se enfocó en la búsqueda de documentos históricos.
Con el paso del tiempo se consolidó como catedrático y uno de los historiadores más importantes del noreste de México. Cuando pudo regresar al país, una vez calmados los ánimos y las condiciones políticas, lo hizo a lo grande emprendiendo un vasto camino académico.
Entre sus logros más destacados se encuentran haber sido miembro de la Academia de Historia correspondiente a la Real de Madrid; del Seminario de Cultura Mexicana; de la Academia Colombiana de Historia; de Historia de Nuevo León, de Geografía y Estadística, y de Historia y Geografía de Coahuila; así como de la Asociación de exalumnos del Colegio Militar.
También impartió cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de México; el Colegio Militar de Chapultepec; el Colegio Civil de Monterrey, NL y en la Escuela Nacional Preparatoria.
Fue autor de múltiples libros y artículos, colaboró en diversos medios de comunicación de índole nacional y obtuvo diversas condecoraciones.
En Saltillo se le rinde homenaje con un Centro Cultural que lleva su nombre, un corredor industrial en la vialidad llamada como él y con una escultura.
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En lo que a su vida personal se refiere, estuvo casado con Trinidad Cuevas Espinosa, con quien tuvo como hijos a Carmen, Leonor, Domingo, Margarita, Ángela y Vito.
Falleció el 11 de junio de 1957 en la Ciudad de México, heredándole a su hija Ángela la biblioteca que consolidó a lo largo de su vida, misma que luego fue trasladada al Centro Cultural Vito Alessio Robles, en Saltillo.
Además, cada año se entrega la presea con su nombre, para reconocer el mérito histórico.
*Con información de Esperanza Dávila, Doralicia Carmona Dávila, Arturo Berrueto, Archivo Municipal de Saltillo, Mediateca INHA. .
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