- 22 septiembre 2024
La declinación de Creel expone una contienda de partidos
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Lo menos que se puede decir es que la declinación de Santiago Creel fue tardía. Si se trataba de una contienda de partidos, hubiera sido más inteligente y digno declinar previo a la selección de la terna con Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez. Ante la proximidad del desenlace y la incertidumbre es comprensible que las pasiones se enciendan y que se recreen las fijaciones históricas sobre los partidos y sus personajes. Beatriz Paredes no es representativa de Alejandro Moreno y Rubén Moreira, ni éstos son siquiera de lo que es el PRI. Dirigen y mandan, sus antecedentes los descalifican, no tienen las manos limpias ni la cola corta.
La peor época de la política en lo referente a la probidad ha sido el pasado reciente del que forman parte Moreno y Moreira. No es el caso de Beatriz Paredes, quien fue echada del país a instancias de Luis Videgaray con la complacencia de su jefe Enrique Peña. Es difícil hacer imputaciones a la exgobernadora tlaxcalteca con una de las trayectorias más largas en la política. Debe decirse que la corrupción en la modalidad Atlacomulco llegó a muchos lados, incluso a la oposición, pero no a Beatriz.
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El miedo es propio de la política y a no pocos les alarmó que Beatriz Paredes se hiciera de la candidatura del Frente. Hay dos géneros de preocupaciones, ambas infundadas. La primera suponer que sólo con Xóchitl se puede competir y eventualmente ganar. No hay base alguna para ello que no sea el prejuicio, incluso el último tramo de la aspirante ha estado muy por debajo de lo que fue su irrupción. No ha evolucionado, se le percibe superficial y en los debates no ha sido consecuente con el entusiasmo de inicio. Los ataques presidenciales la han disminuido y sacado de ruta. Concluido el proceso su defensa por todos será obligada.
Hay otra preocupación genuina, pero menos defendible y es de carácter ideológico o si se quiere político. Es el repudio al PRI por las tropelías de sus gobernantes y su autoritarismo. No solo es un referente histórico, sino una realidad en su dirigencia. La pregunta que debieran hacerse es si es preferible que se vayan a Morena o que postulen un candidato propio. No es la idea del Frente y en todo caso si hay derecho de admisión desde hace tiempo se agotó. Se decidió ir juntos y el planteamiento lo justifica no por oportunismo electoral, sino por el temor fundado de lo que significa para el país, para su democracia y las libertades el proyecto político obradorista que habrá de tener continuidad y expresión concreta en las iniciativas constitucionales a presentarse al inicio de la próxima legislatura y que acabarían con la institucionalidad democrática y republicana.
La contienda es auténtica y sí, hay planteamientos diferentes y contrapuestos del PRI y del PAN. Quizás haya más en común entre Xóchitl y Beatriz, a pesar de sus notorios contrastes, que los que existen en los programas, visiones y principios de ambos partidos. Precisamente es la virtud del Frente, la manera como resolvió a través de la inclusión ciudadana procesar una de las decisiones fundamentales que es la de seleccionar a su candidata presidencial.
Lo relevante es la unidad y mantener un proceso decisorio imparcial y con apego a las reglas de un juego limpio democrático, a pesar de lo heterodoxo del método para elegir candidato. La decisión de Santiago no es propia de un juego justo y se aparta del espíritu de contienda. Pero es válida. Además, Xóchitl Gálvez queda expuesta como lo que siempre fue, una aspirante de partido.
Lo que viene adelante es mantener el orden del proceso y hacer virtuosa la contienda de dos mujeres en la lucha por representar a la oposición frente a la embestida autoritaria. La unidad es la premisa frente a la previsible insidia presidencial que ha hecho de la continuidad su prioridad y por lo mismo sin contemplación de los límites que le impone la ley y del código de imparcialidad que la ética democrática obliga.
Finalmente, de lo que se trata es de sentar las bases para un gobierno de coalición, que como su mismo nombre lo alude, es la suma de muchos diferentes que deben anteponer un objetivo compartido sobre el interés propio en aras de un principio superior.
Encuesta Vanguardia
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