- 06 mayo 2024
La momia
COMPARTIR
TEMAS
Podría decirme asombrado, aunque en esta era posmoderna ya son pocos los escenarios improbables. La realidad quizás nos tome por sorpresa, pero difícilmente nos resultará ya desconocida.
Diversas instituciones de la cultura inglesa, entre las que destaca el legendario Museo Británico, decidieron cancelar la palabra “momia” para referirse a las piezas cadavéricas embalsamadas (es decir, las momias), principalmente las de la colección egipcia, que alegremente exhiben para fascinación de estudiosos y deleite de turistas poco doctos, por considerarlo un término anacrónico y ofensivo.
Dicho sea con mayor precisión, consideran la palabra momia deshumanizante, además de tener las fallidas connotaciones dadas por el imaginario hollywoodense, que gracias a los Monstruos de la Universal, colocó a estos hallazgos en la misma liga que a Drácula, la creatura de Frankenstein y otros seres abominables.
Por lo anterior, las buenas conciencias proponen utilizar mejor el término “persona momificada”, o bien, según sea el caso: “hombre”, “mujer” o “niño momificado”. No obstante, ello entraña el problema de que estaríamos asumiendo el género del cadáver, lo cual es inaceptable en estos tiempos.
Así que yo mismo propongo que de una vez nos animemos a dar el último paso hacia la más absurda progresía y comencemos a llamarles sin pena ni ambages “persones inanimades embalsamades”, esperando que así ningún colectivo pueda sentirse agraviado o lo bastante irritado para salir a protestar por la dignidad de alguien que caminó sobre este mundo hace dos, tres o cuatro mil años.
Es curioso que este afán de corrección haya contagiado precisamente a los museos, instituciones muchas de ellas que, como en el caso del Museo Británico, no tienen empacho en cimentar su prestigio en su impresionante acervo, producto del saqueo de arte y objetos sagrados a otras naciones.
Hace un par de meses, el mejor programa de TV del mundo, “Last Week Tonight With John Oliver”, presentó un reportaje sobre la indecible cantidad de piezas que celosamente resguardan los museos (europeos principalmente) y son reclamadas por sus países de origen.
Y olvídese de las momias (¡perdón! de las “persones con vendas”), a esas ya ni quién les llore. Olvídese también del Penacho de Moctezuma (a esa madre le llega a dar el aire y la recogemos con aspiradora). El reportaje iba sobre objetos sacros de diversas culturas que aún son venerados y forman parte de la fe de personas vivas al día de hoy, en pleno siglo 21.
Yo no tengo ninguna creencia religiosa y deliberadamente cuestiono la fe con toda la ironía y mordacidad de las que soy capaz. Pero no es lo mismo ello que estar en posesión de un objeto venerado por millones de personas y exhibirlo como patrimonio de la humanidad, cobrar entradas para verlo, recibir subsidios por preservarlo y todavía creer que el mundo me debe un favor, especialmente la gente a la cual le arrebaté dicho objeto porque seguramente ellos ya lo habrían perdido o estropeado.
Pos no.
Por eso, que salgan ahora los museos con sutilezas como dejar de llamarle momias a las momias, porque no vayan a verse afectadas en su dignidad las personas que, en días más venturosos, tenían a bien usar esos cuerpos ahora resecos... o no vaya siendo que considerarlos objetos (de estudio, de fantasía, de fascinación), nos deshumanice al grado de que terminemos por irrespetar hasta a los difuntos frescos.
Lo siento por el gran Boris Karloff, porque si esta moción prospera, pronto reeditarán una de las joyas capitales de su catálogo bajo el título de “La Persona Momificada” y no sé usted, pero siento yo como que ese título pierde mucho de su ‘punch’ original.
Y yo sé que lleva usted ya un rato tratando necesariamente de decidir cómo habríamos de nombrar a esa otra gema del cine kitsch de nuestra muy mexicana filmografía de luchadores: “Santo Contra las Persones no Binaries y Embalsamades de la Capital de Cierto Estado del Bajío de la República Mexicana (si no vamos a asumir su identidad, tampoco lo haremos con su entidad)”.
En fin, que usted decidirá si el Museo Británico y otras instituciones “aliades” están procediendo de la manera correcta. Aunque yo insisto que, como pasa con frecuencia en éste, el Siglo de la Inclusión, se están expiando culpas gravísimas otorgando en cambio graciosas, minúsculas e insustanciales concesiones, esta vez para con ‘persones’ que llevan tanto tiempo en la eternidad que se carcajearían de nuestras tendencias y moditas de una década.
Los conceptos están siendo despedazados como consecuencia de estos caprichos semánticos y, para cuando terminemos de desmantelar el lenguaje, será totalmente imposible llegar a entendernos para organizar una lucha contra los verdaderos tiranos y opresores.
TE PUEDE INTERESAR: ¡No te tocaba, carnal!
Autorizo por este medio a cualquier civilización futura a que catalogue mis restos como “momia” genérica, sin más, si por cualquier eventualidad dichos restos se preservan íntegros luego del primer milenio desde mi guateque fúnebre.
Encuesta Vanguardia
https://vanguardia.com.mx/binrepository/1152x768/0c60/1152d648/down-right/11604/QCIR/enrique-abasolo_1-81660_20220423141929.png