¡No te tocaba, carnal!
Es difícil saber qué le hace suponer a Ricardo Mejía Berdeja que -una vez fuera de la gracia del Santo Varón de Macuspana- pueda resultar una figura medianamente relevante para la política comarcana
Mejía Berdeja tenía detrás un incipiente movimiento de entusiastas que, como él, se creyeron su propia fantasía en la que el camino a la Gubernatura coahuilense se le presentaba pavimentado por el propio Presidente de la República, no sólo por acción de la fuerza de su partido, Morena, sino por el impulso que sólo el Mandatario puede otorgar desde sus incesantes peroratas matinales.
Sin embargo, el berrinche luego de no ser señalado por el Santo Dedo del Inmaculado resulta histórico. Mejía Berdeja no sólo renunció a su cargo como subsecretario de Seguridad de una forma que hasta AMLO se tomó a afrenta personal: “Ni adiós me dijo”, nos enteró López Obrador, dejando en claro que el distanciamiento entre ambos era definitivo.
Don “Acapulco” Berdeja calculó -y calculó bien- que cualquier partido menor estaría más que feliz de designarlo como abanderado; y más tardó en quitarse la camiseta morenista que en enfundarse una gorra del Partido del Trabajo. Cambió la 4T por el PT.
Una reciente encuesta demuestra que tal decisión fue la correcta... Correcta para el PT, pues con el 2 por ciento de las preferencias electorales el partido se perfila para conservar, con el mínimo, su registro y eterna vida parasitaria. No así para Mejía Berdeja quien, ya sin el cobijo del Manto Sagrado Presidencial, se coloca apabullantemente por debajo de donde se pudiera dar una real disputa por la gubernatura, entre Morena y la Alianza Napolitana PRI-PAN-PRD.
El porcentaje con que Mejía Berdeja arrancó su candidatura petista es tan insignificante que, aunque hay quienes acusan que su proceder sólo divide el voto opositor en Coahuila para beneficio de la fuerza hegemónica priista, lo cierto es que bien poca diferencia hace. Dudo que de darse la eventual derrota de Armando Guadiana, ese dos por ciento del tiktokero más insípido de todos los tiempos vaya a representar alguna diferencia decisiva. Anticipo una victoria contundente para la alianza de los amarillos, azules y tricolores.
¿Por qué el drástico “desplome” de lo que suponía ser un movimiento in crescendo?
Una vez más, queda claro que nunca existió una real “Fuerza Mejíaberdejista” con vida propia, sino que su aparente arrastre era sólo la lógica estampida de lisonjeros, interesados y cortesanos en adhesión al que creyeron “el natural” de AMLO.
Me gustaría ver cuántos de los morenistas coahuilenses que en su momento se sacaron la feliz foto con Mejía Berdeja la mantienen colgada en sus redes sociales ahora que el exsubsecretario figura entre los funcionarios que abandonaron furtivamente el barco presidencial.
Saltó por la borda muy digno “El Acapulco” Berdeja, pero se quiso llevar un recuerdito del barco; un salvavidas con el logotipo de la 4T.
Publicó Mejía Berdeja en su cuenta de Twitter hace una semana:
“La #4T es una visión progresista de Estado, no circunscrita a ninguna etiqueta partidista, al igual que las otras transformaciones históricas como la Revolución es la inclusión y la pluralidad de pensamientos libertarios los que le da fortaleza. Es del pueblo, sin sectarismos”.
¡Qué! ¿Acaso me están diciendo que Ricardo Mejía Berdeja busca explotar la marca registrada del movimiento lopezobradorista sin el consentimiento de su creador? ¿Me están diciendo que busca abrir un Disney World sin hacer el correspondiente pago de derechos al Ratón Mickey? ¡Sí cómo no!
A ver cómo le sale esa jugada, si es que decide seguir por ese camino, porque no creo que eso de andar abriendo franquicias de la 4T sin el permiso del dueño de la patente le vaya a caer muy en gracia al Walt Disney tropical.
Un disidente es una cosa y hasta lo “malagradecido” podría quedar allí, sin embargo andar haciendo usufructo de los nombres, personajes y logotipos propios de la 4T, explotar el nombre mismo de la presunta Transformación no sólo es una traición doble, sino que da una impresión de que, en efecto, el movimiento del Presidente está escindido, irremediablemente resquebrajado.
Quiero decir que estar desterrado del corazón de AMLO no es nada en comparación con convertirse en su adversario. AMLO es un mal enemigo. Una palabra suya basta para que todos sus corifeos y secta ardiente despachen las aspiraciones políticas de cualquiera al otro mundo.
No sé si en su candidez Mejía Berdeja piensa que ya tocó fondo y que en adelante todo será subir. Se equivoca, la tirria López Obrador todavía puede hacer de su “carrera política” una verdadera pesadilla.
Ahora, en su etapa como precandidato petista, Mejía Berdeja ha escogido como lema e imagen la figura del “despertar del tigre”, mítico animal que también puebla el imaginario lopezobradorista.
El tigre despierto alude a la toma de conciencia civil de un pueblo que está dispuesto a defender -incluso con la fuerza- sus decisiones. Era una de las frases con que el Presidente amagaba al viejo régimen en caso de un resultado electoral adverso. Y ahora resulta que su recién renunciado subsecretario quiere utilizar también ese discurso, esa imagen con copyright, en contra del amo que alguna vez lo cobijó debajo de su brazo macaneador.
Pobremente asesorado Mejía Berdeja se interna en un sendero de autodestrucción del que no hay retorno.
Me cuesta realmente creer que alguien con tan pobre cálculo político, tan torpemente optimista, tan impulsivo, con tan escasa noción de sus alcances y limitaciones, haya ocupado un puesto clave en la máxima institución de Seguridad Federal.
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De ser la promesa de la 4T para Coahuila, por su indisciplina y obcecación, Mejía Berdeja va en camino a quedarse solo: Sin el hueso como Subsecretario de Seguridad, sin la amistad de su viejo coterráneo Miguel Riquelme, sin el afecto del Presidente ni el cobijo de la 4T y, desde luego, sin la gubernatura coahuilense.
¡Ni modo, carnal, no te tocaba!
Encuesta Vanguardia
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