La reforma eléctrica ‘no pasó’. ¿Qué implica eso?
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Tras una larguísima confrontación en redes sociales y un debate de más de doce horas ayer, en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, la iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica, remitida por el presidente Andrés Manuel López Obrador al Congreso, fue rechazada al no alcanzar la votación requerida para su aprobación.
No es un resultado realmente sorpresivo. Se sabía desde el principio que Morena y sus aliados no contaban con los votos necesarios para hacer avanzar la propuesta y la posposición del martes anterior -cuando debió votarse el dictamen- resultaba claramente un intento postrero por “convencer” a los legisladores del PRI de modificar su voto.
Ayer, sin embargo, en una jornada legislativa realmente atípica, 498 de los 500 integrantes de la Legislatura se hicieron presentes el Palacio Legislativo de San Lázaro y se consumó lo que se podía anticipar desde el principio: el Presidente y su partido fracasaron en el intento de modificar la Constitución.
Es la primera ocasión en la cual, desde que López Obrador asumió el poder en diciembre de 2018, que en el Poder Legislativo no prospera una iniciativa suya para reformar la Constitución y el hecho tendrá múltiples lecturas políticas, sin duda.
Pero más allá de tales lecturas, lo que vale la pena analizar son la implicaciones de que la propuesta de reforma prosperara o no. Lo ocurrido ayer en la sede legislativa, ¿es positivo o negativo para el país?
Resulta muy difícil responder a tal interrogante analizando los discursos pronunciados ayer en la tribuna parlamentaria, pues fue la estridencia y no la razón lo que los caracterizó. De hecho, es muy difícil siquiera entender lo que se dijo porque aquello fueron doce horas de ataques personales, descalificaciones, vituperios e insultos.
Unos y otros aseguraron, sin embargo, que estaban defendiendo la soberanía nacional, la economía familiar y el futuro energético del país. Unos y otros lo dijeron con la misma vehemencia y, en algunos casos, hasta aportaron datos para respaldar su posición.
Pero como la estridencia les ganó a los dos bandos, poco o nada puede rescatarse del debate parlamentario que pueda servir a la ciudadanía para entender si lo mejor era que la reforma se hubiera aprobado o si nos beneficia más lo que al final ocurrió.
Será el tiempo, seguramente, el que nos ofrecerá razones tangibles para juzgar lo que ocurrió ayer en San Lázaro. Y es probable que estas sigan polarizando el ambiente porque no necesariamente serán concluyentes ni nos colocarán a todos del mismo lado.
Por lo pronto, lo único que sí parece claro es que el debate continuará hoy, dado que el titular del Ejecutivo remitió ayer mismo al Poder Legislativo una nueva propuesta de reforma
-esta vez a la Ley Minera- para establecer reglas que definan al litio como un mineral estratégico propiedad de la nación.