Los charlatanes

Aparecieron de la nada. Efervescentes sus recursos hasta tocar los cuernos de la luna. Multimillonarios excéntricos. Narcisistas provocadores de quienes por mucho tiempo los ignoraron.

Despiertan en Japón. A media tarde conocen sus empleados en China. Cubren las formalidades diplomáticas en los consulados.

Se asumen ciudadanos del mundo. Las joyas o los tesoros mejor escondidos de sus familias. Ni Bill Gates o Mark Zuckerberg sin olvidar a Elon Musk han salido de Forbes. Tan mermada es la conciencia de los entreperneurs, en hacer declaraciones en fin de semana. El lunes comenzaran 18 mil despidos a nivel mundial.

Las inversiones agrandadas, en capacidad crediticia, suelta el capital humano. En seguida cuentan sus proyectos de lanzar sondas al espacio, crear viajes de crucero por la parte alta de la atmósfera o la nueva versión actualizada de autos gobernados en la seguridad de un teléfono inteligente.

Elo, Zuckerberg o Gates son antipáticos hasta en la manera de viralizar los dichos. A la par de los mandamientos, sus biógrafos les siguen con tal de la primicia.

Basura, Chatarra y Bravucón compiten cerradamente por hacer más infelices en la historia de la humanidad. Les da lo mismo México, Argentina o Brasil, para colocar plantas industriales.

Quien ofrezca mayores ventajas: pago al favor de generar trabajo, exenciones de impuestos superiores a la ley, control total del pensamiento de la comunidad.

Así nosotros, mitad empleados mitad esclavos, nos encanta colocarnos el nudo de soga en el cuello.