Los demonios andan sueltos
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“Hola soy Ana Lucía Salazar y el día de hoy me informaron que Fernando Martínez, Legionario de Cristo que me violó a los 8 años, acaba de morir.
“Quiero leerles esto que escribí porque no encontré otra manera de expresar lo que estoy sintiendo. Quizás algunos de ustedes crean que me da gusto su muerte, sin embargo, esto no es un tema de gusto o placer.
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“Fernando Martínez murió dejando una estela de dolor interminable e infancias rotas. Durante 50 años de su vida, el sacerdote abusó sexualmente de niñas, niños y adolescentes. Los Legionarios de Cristo lo encubrieron y lo reubicaron una y otra vez, colegio tras colegio, seminario tras seminario. Aparte le otorgaron puestos de poder frente a la sociedad y frente a las infancias.
“Murió en la total impunidad y en el resguardo de la Iglesia católica, que consintió por órdenes del Papa Francisco que los Legionarios lo cuidaran en el castillo de su propiedad en Europa, rodeado de lujos y comodidades, atendido y cuidado. Así fue su vida y así fue su muerte.
“Al morirse ganó la batalla contra todo lo que es bueno y justo. Al morir nos dejó en claro que es mentira todo aquello de la justicia divina. Hasta el mismísimo Dios que todo lo puede, permitió que se fuera sin recibir castigo y que la misma Iglesia lo resguardara. Sí, la misma Iglesia que habla de justicia, de amor y de verdad es la misma que encubre y empodera a estos criminales y que utiliza todo su poder para callar y romper en pedazos la vida de sus víctimas infantiles.
“Yo, Analu Salazar, no creo en la justicia divina, ni en la justicia terrenal y mucho menos en la de la otra vida. No creo en una sociedad que se duerme y que prefiere callar y voltear la cara a las víctimas infantiles de la Iglesia mientras entra a misa y le reza a su Dios. ¿En dónde está la bondad de sus corazones cuando callan ante los abusos sexuales de clérigos y atacan con su odio religioso a las víctimas de esa Iglesia que los adoctrina todos los días y les duerme la conciencia? ¿En dónde quedó su lema de que con los niños no?
“Hoy (3 de julio de 2023) murió Fernando Martínez, pero sus crímenes siguen girando en la Tierra frente a la indolencia de la sociedad, frente al triunfo de los Legionarios de Cristo y de la Iglesia católica, frente a la inoperancia del Estado mexicano. ¡Porque a quién le importan unas niñas violadas!
“Yo, Analu Salazar, me resisto a creer que hay un Dios que dice que nos ama por sobre todas las cosas y que ese amor deje impune a uno de los suyos que dedicó su vida a abusar sexualmente de niñas, niños y adolescentes con el respaldo de una institución de la Iglesia católica.
“Quiero que sepas que ahora a tu muerte soy yo, tu víctima, la que tiene que escuchar que por fin se hizo justicia, como si la muerte fuera un castigo y no un descanso a tus más de 80 y tantos años, y que seguro ya estás quemándote en el infierno, cuando el infierno, Fernando Martínez, lo dejaste aquí en la Tierra”.
Fernando Martínez incurrió en uno de muchos actos de pederastia cuando fue enviado al Instituto Cumbres de Cancún. Para niñas, niños y adolescentes fue un demonio que andaba suelto por la complicidad del fundador de los Legionarios de Cristo, de la Iglesia católica y de algunos padres de familia que se negaban a creer en lo retorcido de sus actos.
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Hoy el problema de la pederastia por desgracia está lejos de extinguirse. Hace poco más de un lustro, por ejemplo, el obispo emérito de la Diócesis de Saltillo, Raúl Vera, fue acusado de ocultar seis casos de sacerdotes que fueron denunciados por abuso sexual. Y aunque la Procuraduría citó a Vera López para declarar respecto a esas acusaciones, él se limitó a afirmar que no tenía nada qué aportar, aunque corría a voces el rumor de que tenía escondidos a los prelados denunciados en un centro de retiro espiritual ubicado en la Sierra de Arteaga.
Yo soy católico y siento repugnancia por el sufrimiento que ha provocado la Iglesia a miles de seres humanos que se encontraban apenas en la infancia y adolescencia. A cualquier religioso que incurra en abuso sexual o encubriendo a sacerdotes pederastas, así se trate de un obispo o del mismo Papa, no sólo debe aplicársele la ley eclesial, sino también y sobre todo, le ley terrenal para así aminorar el sufrimiento de víctimas como Analu Salazar.
Aunque no conozco a Ana Lucía quiero decirle que su dolor a mí también me duele y le envío desde este espacio un mensaje de solidaridad y admiración por su valentía. Me permití reproducir su reacción ante la muerte de su verdugo para evitar que más personas, o demonios mejor dicho, se atrevan a abusar de niñas y niños indefensos.
aquientrenosvanguardia@gmail.com
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