Los paseos que nos identifican

“Nuestra propia historia es plural”.- Marc Augé.

Dicen que el mapa no es el territorio; sin embargo, este documento, a pesar de ser bidimensional, nos ayuda a ubicarnos en un espacio tridimensional, desde un lugar cerrado hasta en una ciudad o en un país, nos guía y nos permite trasladarnos de un lugar a otro. El territorio por el contrario, implica una serie de consideraciones implícitas en lo tangible pero también en lo intangible.

Marc Augé afirma que el mapa es un desencadenador de recuerdos que nos muestra y nos conduce a memorias conectadas con el sitio que se consulta en este documento, y que hoy por hoy puede ser físico o virtual gracias a nuestros dispositivos móviles. Por otro lado, los componentes léxicos de la palabra territorio son: terra (tierra) y el sufijo orio (pertenencia o lugar) ¿suena familiar?.

Entonces lo que comenta el recientemente fallecido etnólogo cobra sentido, ya que a partir de un medio físico o virtual -como lo es el mapa- nos transporta a un medio que se encuentra en la memoria o como imágenes mentales, tal como lo hacen las fotografías, incluso aunque el territorio sea desconocido, nuestro cerebro intenta, a través de estas líneas que se cruzan -como las líneas de la palma de nuestra mano- entender y poner en imágenes los sitios mostrados para ubicarnos en tiempo y espacio.

Los caminos se muestran como dibujos del propio territorio y del ajeno. Caminar la ciudad entre banquetas, ruido del tráfico, vehículos y personas es cruzarnos con otras historias y otras memorias, incluso, nos confronta con las nuestras, ya que al pertenecer a un territorio o habitar en él, por la fuerza de la costumbre y la repetición, se construyen dichas memorias, que son individuales pero se convierten con el paso del tiempo en plurales, es decir, pasan de lo individual a lo colectivo y viceversa, ya que como colectividad compartimos espacios y recuerdos: historia.

Podemos muchas veces reconocer a las personas con las que nos cruzamos y notar en nuestros trayectos los objetos que nos rodean. En nuestra ciudad, específicamente en nuestro centro histórico, estas memorias e imágenes se encuentran arraigadas en el imaginario de sus habitantes o en su conciencia colectiva, porque el tiempo que han estado ahí es de mayor longitud al que nosotros hemos existido y nos muestran cómo eran los usos y costumbres de nuestros antepasados recientes o lejanos.

En estos lugares, reconocemos símbolos representados en el espacio construido que identificamos y que nos identifican: los materiales, las formas, los estilos, el tamaño y conformación de las calles, de las fachadas, de sus ventanas, la medida de sus puertas, su altura y demás características, nos dan una idea de su utilidad y de su época, incluso de los gustos, intereses, cotidianidades y hasta modas.

Todas las ciudades requieren mantenimiento y proyección hacia el futuro; en el libro: No lugares, espacios del anonimato: introducción a la antropología de la modernidad, el recientemente finado autor al que me referí con anterioridad, expresa que la vida de una ciudad sucede en escenarios que son manipulados con fines mercantiles o políticos, podemos identificar en este sentido restaurantes de cadenas internacionales, fiestas populares y arquitecturas históricas falsas que provocan una tensión con lo antiguo, una imagen en disputa para el que camina la ciudad con regularidad y que entiende su historia: que recuerda, el autor afirma que la hipermodernidad se apodera de lo antiguo y lo utiliza en beneficio de sus agentes.

En el caso de los centros históricos, este tema es delicado y requiere respetar y encontrar un equilibrio entre la memoria y el porvenir. Al intervenir estos lugares, se influye también la historia que se convertirá en el futuro del patrimonio, no solamente arquitectónico o urbano, sino ecológico y natural que también forma parte de estas memorias y de estos paisajes, de este entramado de líneas, edificios, caminos, recorridos, imágenes que reconocemos y demás aspectos que conforman las ciudades, se intervienen las memorias y las identidades, con la proyección hacia el futuro y el impacto ya sea positivo o negativo que esto implica.