No sé qué hacer
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Hoy iba a escribir sobre el Día Internacional del Libro, pero las muertes y desapariciones de mujeres como el caso de la joven Debanhi me supera y después de escuchar a su padre Mario Escobar decir “Mi hija está muerta, no sé qué hacer”, yo tampoco sé qué hacer.
No sé qué hacer pensando en su rostro anochecido por el dolor y el duelo permanente, sus desvelos y días eternos, su súplica por no ser condenado al olvido en un México donde los asesinatos relacionados con el género y la impunidad son la norma. Un país donde los hombres siguen matándolas sabiendo que es muy poco probable la reacción de los gobiernos para actuar en contra de ellos.
No sé qué hacer, ante el hecho de que buscaban a Debanhi y encontraron a cinco mujeres muertas más además de la propia Debanhi, algo totalmente perturbador. Un país donde buscando una vida “aparece” uno, otro y otro cuerpo en un entorno de impunidad, negligencia, complicidad e incompetencia de autoridades que, si hubieran seguido buscando, seguirían encontrando más mujeres asesinadas en esa una zona plagada de cadáveres.
No sé qué hacer, porque el cómplice de toda esta matanza es el mismo estado, las autoridades, los policías, los jueces, todo el sistema. Pero ojo que además de la ineptitud de las autoridades, los padres y todos hemos fallado y mucho. Duele, pero una hija no puede estar en la madrugada sola, este hecho pasa por el entorno familiar, social, de interrelación afectiva y la falta de empatía de todos los involucrados. Amigas, taxistas, fallamos todos.
No sé qué hacer, pues al paso de los días, cada vez se hablará menos de Debanhi y más de otras mujeres desaparecidas o muertas, y días después, dejaremos de nombrar a esas otras para nombrar a otras, mientras esperamos que nunca sea el turno de que las nombradas sean nuestras hijas, esposas o madres.
No sé qué hacer, ante el México de pesadilla de la que no logramos despertar. Las muertes de mujeres y la violencia en su contra no se van a detener jamás, mucho menos si los políticos se pelean para que se distinga bien si un crimen fue o no feminicidio, no vaya siendo que les afecte a sus cifras de gobierno.
Siguen sin entender que estamos ante una terrible desviación social que exige un enfoque sistémico, más que simplista, uno basado en fundamentos que acepten que las muertes violentas de mujeres –más allá de un comportamiento criminal– abarca un marco cultural, político, legal y penal.
No sé qué hacer, pues los políticos siguen pensando en burocracia para atender el tema, que luego como sucede en estos rumbos, se les da un fin político, mientras que los casos de violencia contra las mujeres y las miles de mujeres asesinadas son un escalofriante ejemplo de que esto no se resuelve con burocracia.
No sé qué hacer, pues ya sabemos que de nuevo van a surgir los foros y discusiones estériles diciéndonos que es tiempo de reforzar o rehabilitar el tejido social de familia y las declaraciones de los políticos de que no habrá impunidad y que la violencia no va a ser tolerada y que ahora sí van a proteger a las mujeres.
Así pues, a fuerza de la necesidad de protegerse, es que han crecido los colectivos y activistas por los derechos de las mujeres a quienes sus esfuerzos parecerían estériles , en esta realidad donde las mujeres, sufren los convencionalismos y estereotipos sobre la masculinidad y la feminidad, que este y otros efectos se hayan integrado por siglos en las mentes y la sociedad, dando paso primero al sexismo, a la estigmatización, después a la subestimación y a la idea definida de que las mujeres no merecen las mismas oportunidades laborales y educativas que los hombres. Esa es la mejor forma de perpetuar la violencia y las desigualdades.
Marchas van y vienen, días de la mujer llegan y se van y lo que siempre se queda es la violencia y la muerte. En el caso lamentable de Samuel García estoy seguro de que ni siquiera se ha dado cuenta de que la realidad lo rebasó y que gobernar un Estado no se hace desde Instagram.
No sé qué hacer, ante los miles de casos de mujeres que han pagado con su vida el querer alejarse de la violencia, solo para descubrir, que hoy y siempre, la única oportunidad, el único momento de igualdad que la mujer tiene frente al hombre es uno: La muerte, y ante esa realidad, no sé qué hacer.