Pensar, sentir, actuar; cómo se convierte un olvido simple (como la pasta de dientes) en un tema de terapia

Opinión
/ 27 junio 2024

Se me ha acabado la pasta de dientes. Anoche le pedí a mi hijo que me trajera unas cosas, olvidé la pasta. Tengo días que he surtido cualquier cantidad de artículos, y la pasta permanece en el olvido. No es que no le doy importancia. Traigo la mente a mil por hora (nada raro, me dirán), pero ahora la siento tan llena, tan ocupada. Anoche, terminé mis sesiones a las 9pm y un amigo me preguntó, ¿Qué harás? Le respondí que haría algo de cenar, me serviría una copa de vino, pondría la tele, y me pondría a pensar. Sí, logré lo que quería decidir, aunque no está del todo confirmado. Es raro, para mí, darme cuenta de que dedico tiempos específicos a pensar. No estoy hablando de meditar, ni de contemplar, solo de pensar. Para mí, eso significa explorar ideas y pedir opiniones. Sí, ya aprendí a pedir opiniones. Pensar no me es particularmente agotador, no como lo es sentir. Hoy me encantaría dejar el sentir a un lado, pero no es tiempo para eso. Hay mucho que sentir.

En consulta, los clientes preguntan con frecuencia “¿Y qué hago con lo que siento?” Pues, sentirlo. “Pero, no es agradable.” No, a veces no lo es. El alivio y la tristeza en ocasiones se acompañan. El dolor y la rendición. El enojo y la determinación. La vulnerabilidad y la fortaleza. Y no hay mayor descanso que él que viene cuando estamos realmente agotados.

Es común resistirnos ante lo que sentimos, poniendo el valor en las decisiones, en las ideas, en lo que consideramos que debemos de hacer. Darles su espacio a las emociones no quita que decidamos, ni que pensemos, ni que hagamos. Tal vez incluso los sentimientos dan sentido a todo esto. No es lo mismo decidir hacer cierta cosa a raíz del enojo que de la tristeza. Cierto es que no es lo mejor engancharnos en una emoción y actuar impulsivamente desde allí, pero sí es aconsejable saber lo que me provoca la situación y sostener mi sentir.

Parece difícil. Lo es. Como todo, es un proceso y requiere entrenamiento. ¿Las herramientas? La terapia y el diario emocional. ¡Prueba y verás!

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