Activismo ciudadano bajo la 4T (1)
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¿Cuál es el futuro de la participación ciudadana ejercida a través de las Organizaciones de la Sociedad Civil en México? Lo pregunto, porque las mismas emergen, de manera sustantiva, de 2000 a 2018 para fortalecer las columnas incipientes de nuestra democracia.
No ocurren, justo es decirlo, en un vacío histórico; son el sedimento de luchas emprendidas a costa de su vida, muchas veces, por obreros, campesinos, maestros, médicos y estudiantes que resistieron el autoritarismo priista de 1929 a 1999. Ellos son los padres y las madres de las libertades democráticas que devinieron a partir del arribo de Vicente Fox a la presidencia de la República.
Desde las trincheras del medio ambiente, movilidad sustentable, seguridad pública, gobernanza, transparencia y rendición de cuentas, esas organizaciones contribuyeron, con una perspectiva ciudadana, a profundizar los cimientos de nuestra incipiente democracia.
De 2000 a 2018, la ciudadanía, como tal, adquirió su carta de naturalización en esa fracturada transición a una democracia política, no sólo electoral.
De manera paradójica, los vientos neoliberales impulsaron y exigieron los esfuerzos de estas organizaciones ciudadanas para acotar los excesos de un modelo económico depredador y repelente a una vida democrática de raíz. Logro puntual, fue su trabajo de incidencia en la creación del INE, la CNDH, el Sistema Nacional Anticorrupción y después, en el resto de los Organismos Públicos Autónomos y las políticas públicas relacionadas con ellos. Otro logro, no menos importante, fue la resistencia comunitaria de los pueblos campesinos y originarios a las industrias mineras extractivas mexicanas y extranjeras.
Sin embargo, el arribo de AMLO a la presidencia cambió de golpe el paradigma democrático en el cual se insertaba como ingrediente básico la participación ciudadana. En el plano de la percepción mediática, AMLO generó una narrativa maniquea para situar las historias y los logros de esas organizaciones del lado de “los neoliberales, conservadores, y fifís”.
Paralelo a esa narrativa mediática amloísta que sitúa a organizaciones de la sociedad civil del lado de “los neoliberales, conservadores, y fifís”; AMLO ha demolido, poco a poco, a los organismos públicos autónomos y sus políticas públicas.
Hoy tiene el control incondicional de la CNDH con Rosario Piedra; el Sistema Nacional Anticorrupción fue reemplazado por la Unidad de Investigación Financiera de Santiago Nieto; el INE será tomado por asalto con el relevo de 4 consejeros electorales en 2020; el INAI pasó a tercer plano y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa perdió su función estratégica con la nueva Reforma Educativa negociada con la CNTE. Hoy, AMLO tiene también subordinados incondicionales al mando de la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la Comisión Federal de Competencia y el Instituto Federal de Telecomunicaciones.
No contento con ejercer un control personalista y autoritario de esos Organismos Públicos Autónomos -pensados para acotar los excesos de la autoridad presidencial desde una perspectiva ciudadana; AMLO ha sido negligente ante la muerte de cuatro medioambientalistas defensores de causas de pueblos campesinos y originarios desde su arribo al poder.
Entonces, ¿dónde queda la participación ciudadana con incidencia en políticas públicas bajo la 4T? ¿Cuál es su destino cuando además de ser calumniada y denostada por AMLO; ha sido absorbida y reducida a la categoría de pueblo?
(Continuará)
@Canekvin