Combatir la corrupción sin distingo, ese es el reto
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La cifra de exfuncionarios públicos que hoy son perseguidos -o han sido puestos tras las rejas- por haber cometido algún ilícito durante su paso por el poder público no tiene precedentes. Frente a tales hechos se antoja pensar que la era de la impunidad ha quedado atrás en México.
Y es que si algo ha agraviado a los ciudadanos de forma particular es que el acceso a la función pública haya significado, históricamente, un pasaporte a los excesos y, encima de ello, a la impunidad.
Porque la corrupción en nuestro país ha funcionado a partir de la existencia de cadenas de complicidad que garantizan la posibilidad de enriquecerse de forma ilícita, utilizar el poder público de forma despótica, traficar con influencias o cometer toda clase de ilícitos sin que exista la posibilidad, ya no digamos de ser perseguido, sino incluso de ser acusado de nada.
Los ejemplos de múltiples exgobernadores que hoy se encuentran detenidos y están siendo sometidos a juicio, así como de otros que son perseguidos por la justicia, parecieran evidenciar que se han roto las cadenas de complicidad en algunos casos y ello debiera infundirnos confianza en la posibilidad de que la corrupción y la impunidad irán siendo contenidas.
Sin embargo, frente a los casos de exfuncionarios en contra de quienes se han enderezado procesos penales persisten prácticas que dejan claro el largo camino que aún existe por recorrer, a fin de que la persecución de los delitos se realice en forma imparcial y no con “dedicatoria política”.
El comentario viene al caso a propósito del reporte periodístico que publicamos en esta edición relativo a la presunta existencia de expedientes penales que involucran al exdirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, mismos que implicarían la inminente solicitud de órdenes de captura en su contra por parte de la Fiscalía del Estado de Chihuahua.
La especie ha sido ventilada en las últimas horas en medios de comunicación de la vecina entidad y, aunque las autoridades responsables de la procuración de justicia en Chihuahua la han negado, se trata de un rumor al que habría que conceder cierta veracidad, pues se trata de una historia similar a la ocurrida en el caso del arresto del coahuilense Alejandro Gutiérrez Gutiérrez.
Si Manlio Fabio Beltrones es o no responsable de alguna conducta ilícita es algo que sólo un juez puede determinar con base en las pruebas que se le presenten, por lo cual se trata de un asunto sobre el cual resulta imposible opinar en este momento. Sin embargo, resulta claramente inconveniente que las “filtraciones” de información –intencionales o no– abonen a la teoría de que un caso como éste puede tener sólo motivaciones políticas.
Es desafortunado, por decir lo menos, que en dos ocasiones en torno al mismo caso a una fiscalía “se le fugue” información y que ello ponga en riesgo las investigaciones, o sirva para que a un individuo, a quien no se ha juzgado, se le condene públicamente a partir de filtraciones.
El combate a la corrupción no debe hacer distingos de partido, apellidos o trayectorias individuales, pero sólo será útil en la medida en la cual quienes tienen la responsabilidad de desahogar los procedimientos respectivos se conduzcan con absoluto apego a las reglas democráticas, lo cual implica ajustarse con escrúpulo al debido proceso.