De hidrocarburos y gobernanza
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Fueron los últimos días del mes de noviembre del 2019 que ya está culminando.
En la Ciudad de México en una reunión de ingenieros notables, que convocó don Gilberto Ortiz desde la plataforma de la Canacintra, escuché al especialista en hidrocarburos con 30 años de experiencia como técnico, Julio César Rentaría Sandoval, hablando sobre la refinación del petróleo, y en su charla nos quedó muy claro que la capacidad de utilización de la capacidad instalada en las seis refinarías mexicanas va a la baja y que no se ve por ningún lado la inversión en mantenimiento de mil millones de pesos que se hizo en la refinería de Madero. Recalcó que en Estados Unidos se duplicó la producción de petróleo y que eso fue gracias a la explotación de gas shale. El conferencista nos dejó la sensación de que en México se hace exactamente lo contrario que en otros países petroleros que mantienen y mejoran su producción petrolera. Del tema haré una reseña más amplia próximamente.
Ese mismo día en la ciudad de Puebla presencié un inusual evento en el que Claudia Rivera, alcaldesa de izquierda, presentó la Carta Poblana por el Derecho a la Ciudad; inspirada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en 10 foros, cinco temáticos y cinco libres en los que participaron 2 mil 460 personas y que fueron coordinados por el Instituto Municipal para la Planeación poblano, se escribieron 20 derechos en torno a cómo los ciudadanos quieren mover a su ciudad en el corto y largo plazo.
“Todas las personas tienen derecho a vivir la ciudad con corresponsabilidad cívica y social con condiciones de resiliencia, justicia social, democracia y seguridad”, dijo Claudia Rivera. La joven presidenta municipal citó a Alain Geismar, activista de mayo de 1968, sobre el que dijo había sido un año luminoso porque los jóvenes de entonces estaban en la búsqueda de un mundo mejor. Según Geismar: “La ciudad no puede ser una mercancía. La ciudad debe construirse desde la expresión de los lugares de encuentro que generan felicidad más que lo material, más allá del capital”.
Cada uno de estos derechos conlleva dos acciones, una para el corto plazo y otra para el largo plazo.
Por ser producto de un instrumento de planeación participativa, la Carta Poblana por el Derecho de la Ciudad me parece relevante y replicable en otras ciudades mexicanas, en las que los alcaldes parecieran pequeños dictadores. Me consta que urgen acciones para la reconstrucción del tejido urbano en muchas de las ciudades que visito.
Hace un poco más de una semana llegando a la ciudad de León, Guanajuato, mientras me tomaba 20 minutos para desayunar en un restaurante, ladrones me robaron maleta y portatraje con la práctica del “cristalazo”, dos horas después en esa misma avenida, pero afuera de las oficinas del Implan leonés, me encontré con un hombre de clase media baja doliéndose porque le habían abierto su automóvil llevándose la batería del mismo, y su caja de herramientas.
Es evidente que en nuestro País necesitamos hacer ajustes en la gobernanza para que sea más eficiente e incluyente, para evitar una brecha de desigualdad económica y social cada vez más profunda que propicia actos delincuenciales. Los mexicanos debemos asumirnos como parte del problema y también como su solución.
La regeneración urbana empieza con la recuperación del saludo vecinal y se fortalece con acciones que apoyen la construcción de la paz.
Fue un contento ver la noche del 31 de noviembre a una multitud de familias poblanas, compuestas por personas de todas las edades, caminando por sus calles ataviadas de catrinas y otros ropajes similares recordando a los muertos, en perfecto orden en el contexto de una actividad pacífica, lo que me hizo pensar que aún podemos recuperar a nuestro México.