La cuesta de las encuestas (y otros costos)
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En enero dos temas ocuparon la agenda pública en Coahuila: las encuestas electorales para Gobernador y el aumento a los combustibles y la electricidad.
El proceso electoral ha coincidido en el tiempo y el espacio con el aumento a los energéticos. Una coincidencia más funesta que si se atravesara un gato negro en el camino de los candidatos oficiales.
Las encuestas, como se sabe desde hace tiempo, por lo menos desde que “El Bronco” ganó la Gubernatura de Nuevo León, ya no son confiables. Las mismas aseguraban un triunfo aplastante a doña Hillary Clinton, y ya ve usted, perdió la elección. Así pues, no hay que hacerle caso a las encuestas, estas son como la tierra y las mujeres: son de quien las trabaja, en el entendido de que cada candidato carga con su propia encuestadora, que trabaja para él y siempre le canta las cifras más halagadoras.
Las encuestas elaboradas el año pasado en las entidades donde hubo renovación de gubernaturas, no fueron coincidentes con el resultado de la elección. El encuestado suele responder a lo que el encuestador quiere escuchar, sin dar su propia opinión, la cual hace efectiva días más tarde, en la boca de la urna: de esta forma el ciudadano le da la vuelta a la tortilla, frente a la curiosidad interesada e insana de quien lo entrevista.
Esperemos al resultado de la elección del 4 de junio. Esa es la mejor encuesta.
Desde hoy y hasta al día de la elección, aparecerán encuestadoras y toda clase de engañabobos y brujos de opinión, con sesudos estudios de manejo de imagen, tanto del candidato como del partido que lo postula.
Prometerán subir la popularidad de los contendientes; surgirán especialistas en el manejo de masas, de medios de comunicación y de periodistas; especialistas en redes sociales: “Dale like a la publicación”, recomendarán en las reuniones de evaluación de las campañas.
Finalmente, si el candidato resulta perdedor, los mercachifles electorales podrán argumentar que no hubo los likes suficientes en las redes sociales para prender al electorado.
En el negocio de las encuestas, las hay desde las que realizan los partidos para conocer la popularidad de sus probables candidatos, hasta las que se efectúan el día de la elección para sondear cómo va el comportamiento del electorado. Si a media mañana, el día de la jornada electoral, las encuestas indican un resultado desfavorable, para el partido y candidato que contrató la encuesta, esto los lleva a tomar acciones inmediatas y movilizar a quienes no hayan acudido a las urnas. Así se mueve la cosa.
Como decíamos, ahora ya nada es previsible, toda vez que el encuestado, curado ya de encuestas, proporciona información que no concuerda con la realidad. Y ahí es donde empieza la puerca a torcer el rabo.
LA DEL ESTRIBO
Pasemos a lo importante: las tarifas de electricidad para el sector comercial, de servicios y de los hogares que más consumen, pagarán más este año. Según la información publicada en días pasados, los usuarios con tarifa doméstica recibirán una patada en el bolsillo de 3.8 por ciento, a su vez, el sector industrial, el que produce empleos, ha sufrido en lo que va del año —y apenas llevamos 35 días— un aumento de hasta 8.4 por ciento.
En esta vorágine inflacionaria, los miembros de los principales partidos políticos se acusan mutuamente de haber votado la reforma energética. Cuando ésta empiece a rendir frutos —si es que algún día los rinde— para los mexicanos, los que hoy la desaprueban se colgarán la medalla.
Por lo pronto, el Gobierno decidió postergar una semana más el tan mentado aumento a la gasolina; dicho incremento entraría en vigor ayer sábado. “¡Sí se puede!”. Grita el respetable ciudadano.
www.jesuscarranza.com.mx