¡Qué tal, don Rubén!
COMPARTIR
TEMAS
El embuste aquel de que Rubén Moreira era culto, estratega político y la parte pensante de la nefasta mancuerna consanguínea, sólo se lo tragó aquel que en efecto tenía muchas ganas (o necesidad) de creer.
Pero bien pronto demostró de que estaba hecho. La validación intelectual que tan desesperadamente buscó durante su ignominioso régimen jamás llegó, por más que se trató de presentar como hombre afín a las letras. Como político, lo único que hizo fue capitalizar los activos cosechados por su hermano (el de la parte “carismática” de esta dupla infame) hasta que los agotó por completo. Claro, como que la querencia comprada no les iba a durar toda la vida.
Y de su supuesta agudeza mental tampoco dio jamás traza alguna. Nunca supo enfrentar un cuestionamiento medianamente incómodo. Sus salidas retóricas eran los “no sé” y los “vamos a revisar”, cuando no un desproporcionado berrinche porque alguien había osado interpelarlo.
Por eso siempre pagó prensa a modo. Para que nunca se le hicieran preguntas sobre los temas vitales. Así que durante seis años se la pasó perorando de lo que se le hinchaba la gana frente a un séquito de comparsas con micrófono a sueldo.
¿Pero brillante, inteligente o de perdido culto?
Bueno, en nuestra sociedad dominada por latrócratas se suele confundir la iracundia con carácter, la vulgaridad con ingenio, la intolerancia con autoridad y el mutismo se interpreta como rasgo de astucia.
Rubén Ignacio siempre supo cuándo era conveniente alzar la voz y cuándo guardar silencio. Supo y sabe hasta el día de hoy, cuándo es mejor de plano meterse en la madriguera, no dar la cara y esperar a que pase la tormenta para, cuando el clima sea más favorable, salir a decir cualquier ocurrencia como si le asistiera un mínimo de calidad moral.
Parece increíble que de todo el sexenio anterior, el que mejor lo supo interrogar fue un chamaco de secundaria. Esa comparecencia sí que lo metió en apuros, aunque fuera por un bello minuto, nada más.
Pero comprar prensa amiga y censurar cualquier voz disidente no es sólo un asunto de comodidad o conveniencia, es requisito fundamental para poder operar libre e impunemente sin ser objeto de señalamientos.
Es increíble que pese a haber abultado la macro mega deuda coahuilense, ser responsable de incontables desvíos a través de empresas fantasma y haber escamoteado numerosas partidas federales a municipios e instituciones públicas como el magisterio o la UA de C, haya salido relativamente bien librado.
Es decir, alguien con una cola de este calibre, en otras latitudes, no podría salir de casa sin enfrentar una turba de periodistas y ciudadanos en general, exigiéndole responder por cada fechoría perpetrada en su administración.
Sin embargo, tan tranquilo como el que más, concluyó su sexenio. Cuando se le antojaba nos recetaba la declaración que se le hinchaba la gana, respondía cualquier sinsentido, construía su realidad alterna y así, con esa misma grisura con que arribó al trono, se despidió, sin enfrentar realmente jamás una prensa indignada o una ciudadanía rabiosa.
Hoy por alguna razón que desconozco se reavivó el asunto de los recursos federales que el Estado retuvo ilegalmente a los municipios de Coahuila.
El asunto no es nuevo, lo sabemos desde hace más de un año. Aunque, claro, los alcaldes como buenos vasallos dispensaron este turbio recorte presupuestal pues, ¡cómo iban ellos a cuestionar las razones del señor Gobernador! (Chilo hizo apenas algo de ruido, pero más como bandera política cuando quiso escalar otras cumbres políticas).
Los alcaldes en general se alinearon: “Si Rubén no bajó este recurso a los municipios, sus razones tendrá y nosotros no somos nadie para andarlo averiguando”.
Pero no es prerrogativa del Gobernador el entregar o no dichas partidas. La ley muy claro lo señala como “obligatoris ad ovum”, de lo contrario se está incurriendo (por enésima vez) en el siempre feo y vulgar desvío de recursos públicos que, al parecer, en México dejó de considerarse delito para convertirse en deporte nacional.
¿Y a dónde fue a parar esa lana jineteada a los municipios?, pregúntome yo.
Dado que no recibimos respuesta cabal por parte del actual gobierno ni del que le precedió, podemos suponer lo que la lógica o el ombligo nos dicte.
A los bolsillos de Rubén, quizás; a la campaña del amigo “Pepe Mid”, sin duda, una parte, cómo no; a las Islas Caimán, o acaso pasó a un fondito por si un día -ni lo mande el Niño Jesús- lo quieren detener y necesita sobornar agentes, jueces y lo que haga falta.
Advierto que si el aludido se ofende con estas suposiciones, está en todo su derecho de venir a callarme demostrando el buen destino de ese dinero que le hizo de agua a los municipios de Coahuila. ¡Con confianza, don Rubax!
Pero, amigo lector, potable lectora, no era sobre el nefando Rubén Moreira que quería reflexionar, es decir, sí, pero no tanto como sobre nuestra pasiva actitud frente a dicho ente nocivo.
Quiero decir que no debería extrañarnos la impunidad, la frescura, el descaro y el cinismo de este rechoncho ejemplar del chiquero político, si nosotros no hacemos más que contemplar estupefactos su periplo por la administración pública y la política comarcana y nacional.
No es de extrañar pues que existan los Rubén Moreira si hay un pueblo tan indolente como para tolerar su simple presencia en el Gobierno, no se diga ya su deleznable proceder.
Acabo de ver, tras la liberación de Elba Esther Gordillo, su triunfalista discurso (¿pos no que estabas malita?), en el que más que eximirse parece advertirnos que viene con una vengativa sed de sangre, presupuesto y poder.
Bien, pues lo mismo: A mí no me asombra ni me extraña que exista Elba Esther, y que se haya entendido y negociado con los cinco presidentes anteriores y los diez más que estén por venir.
Lo que me deja realmente atónito es que haya un auditorio lleno que le aplaude a rabiar como si hubiese regresado Quetzalcóatl. ¿De dónde sale tanta gente pusilánime, vil y servil, rastrera y arrastrada, como para ansiar hasta el aplauso el regreso de la mal llamada “maestra”?
Pues igual en Coahuila, donde somos un rebaño tan manso como para que estos embaucadores prosperen y se placeen sin tener que responder por una sola de las que deben.
Si llegamos a ver a Rubén por su terruño, seguro aun le prodigaremos trato de “don”. Le preguntaremos por su salud y por su breve incursión en el CEN del PRI, si renunció o lo renunciaron. Quizás le preguntaremos primero si comió en La Casa de Toño, antes que inquirirle sobre todos los desvíos y desfalcos de su administración.
Ni el régimen actual ni el que sigue, del Mesías macuspano, nos van a hacer justicia si nosotros no recuperamos nuestra capacidad para indignarnos, para manifestar nuestro repudio y para exigir el cumplimento de la ley.
Entendamos que la existencia de un Rubén Moreira y otros de su calaña no es un fenómeno ajeno a nosotros. No depende únicamente de la madre que los parió o del padre que los educó. Depende más de nosotros, como ciudadanos pasivos, indiferentes, negligentes y no pocas veces cómplices.
petatiux@hotmail.com
facebook.com/enrique.abasolo