¡Ta, ta!, dijo Sancho

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¡Ta, ta! es una expresión caída en desuso desde hace tiempo, al menos en algunas regiones de nuestro País ha sido suplida por otra.
Tres veces en la magna obra cervantina se lee que alguien exclama: ¡Ta, ta! Aparece dos ocasiones en la I Parte y otra en la II. La primera vez la pronuncia el cura del pueblo de Don Quijote, de nombre Pero Pérez, la segunda Sancho Panza y la tercera el hidalgo don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán.
¡Ta, ta! es una expresión caída en desuso desde hace tiempo. Como al final lo diré, al menos en algunas regiones de nuestro País ha sido suplida por otra. El Glosario de arcaísmos que incluye la Real Academia Española en la edición 2005 de El Quijote, conmemorativa del IV centenario de éste, la define como “interjección que indicaba que se había caído en la cuenta” de algo. En otro pasaje dice la Academia que equivale a: ¡eso es!, ¡ahora caigo!
Las tres veces que se pronuncia esta interjección son:
La inicial en el capítulo 5 de la I Parte. Al regresar Don Quijote de su primera salida, es llevado a casa por su vecino Pedro Alonso, todo golpeado. Explica el caballero manchego a su ama de casa, a su sobrina, al cura y a su amigo el barbero, maese Nicolás, que iba molido “por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con 10 jayanes (gigantes), los más desaforados y atrevidos que pudieran hallarse en gran parte de la tierra”. Y entonces:
“-¡Ta, ta! –dijo el cura-. ¿Jayanes hay en la danza?”
De acuerdo a lo anteriormente explicado, el cura quiere dar a entender que en ese momento cae en la cuenta que se trata de una locura de Don Quijote.
En mi opinión, los dos mejores y más eruditos anotadores de El Quijote son Diego Clemencín (primer tercio del Siglo 190) y Francisco Rodríguez Marín (primera mitad del siglo XX). El primero, Clemencín, comentó este pasaje en 1833 así: ¡Ta, ta!, dice, “es una expresión familiar anticuada, fórmula de juramento que se repite en otros pasajes del Quijote y que se halla ya usada en el acto primero de la tragicomedia de Celestina”.
Por su parte, Rodríguez Marín comentó este pasaje hasta la tercera edición de El Quijote anotada por él, publicada en 1947, con apoyo en un tercer autor, Gregorio Garcés, así: “el adverbio o interjección ta, que duplicamos, así como los latinos duplican su at, at, es nuestra partícula traspuesta. Ahora pues, nos servimos de esta cuando venimos en pleno conocimiento de alguna cosa que nos sorprende o bien nos sucede algo que no debíase esperar”.
Termina Rodríguez Marín su nota “reparando en que, así como alguna vez el ta no se repetía, … Así también solía decirse tres veces”, es decir, ta, ta, ta, y ofrece al respecto a manera de ejemplo algunos textos del Siglo 16.
Por segunda vez ¡ta, ta! aparece en el capítulo 25, también de la I Parte. En Sierra Morena, a punto 12 años que ha que la quiero más que a la lumbre de estos ojos que han de comer la tierra, no la he visto cuatro veces; y aún podrá ser que de estas cuatro veces no hubiese ella echado de ver la una que la miraba: tal es el recato y encerramiento con que su padre Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la han criado”. Y entonces:
“-¡Ta, ta! –dijo Sancho-. ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?”
La tercera viene en el capítulo 17 de la II Parte de la novela. Cabalgan Don Quijote, Sancho Panza y don Diego de Miranda, el Caballero del Verde Gabán, cuando por el camino se encuentran con el carro que lleva enjaulado un par de bravos leones africanos, hembra y macho, que el General de Orán envía a la Corte del rey de España. Don Quijote, en franca actitud temeraria, exige al carretero que lleva los leones abra la puerta de la jaula para que las fieras salgan y hacerles frente. Y entonces:
“- ¡Ta, ta! –dijo a esta sazón entre sí el hidalgo (don Diego de Miranda)-. Dado ha señal de quién es nuestro buen caballero (Don Quijote)”.
Al respecto, de un tiempo a la fecha he venido observando que en la Ciudad de México, y creo que en alguna otra región, se emplea la expresión ¡ya! cuando una persona comprende o cae en la cuenta de algo que antes no entendía.
Considero que se trata de una voz equivalente a la interjección ¡ta, ta! utilizada en España al menos durante los siglos 16 y 17, según documentan Clemencín y Rodríguez Marín. (39)