Real de Catorce
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Como una joya en medio del altiplano potosino, el Pueblo Mágico de Real de Catorce, en San Luis Potosí, aparece con sus colores ocres en medio de lomeríos y cerros “pelones”. Destaca su Santuario dedicado a San Francisco de Asís, Santo de la Ecología.
Este singular lugar no sólo es un destino religioso cada 4 de octubre, también ha sido como una cantina para los jóvenes de Saltillo y Monterrey, pues allí el etílico circula abundantemente. Pero esa no es la máxima problemática en el sitio.
Uno de los componentes del nombre original de Real de Catorce fue el de Álamos (tuvo el muy largo nombre de Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce); y es que los lomeríos y cerros pelones estaban cubiertos de álamos que seguramente provocaban de manera natural la lluvia que se captaba en las casas y edificaciones porque desde siempre el agua no ha abundado en la región.
Pero ahora la crisis hídrica es muy visible, por ejemplo, para muchos servicios sanitarios se requieren de cubetas y aunque existen tinacos sobre las construcciones, por supuesto, sus posibilidades de abastecimiento son insuficientes. Sin embargo, debido al boom turístico, la presión inmobiliaria sobre terrenos y sobre edificios antiguos es mucha; los negociantes de bienes inmobiliarios se aprovechan hasta del rincón de terreno más insospechado, pero lo preocupante es que los nuevos dueños de propiedades no son catorceños.
Este asunto no es menor porque los catorceños no son incluidos en lo que podría ser una sana gobernanza.
La semana pasada estuve invitado, por la brillante académica Neyra Alvarado y por el artista y escritor Lorenzo Armendáriz, a un foro que se realizó en este Pueblo Mágico con la confluencia de expertos como el español Joaquín Giménez y los mexicanos Luis Joel González y Onésimo González (originario de Matehuala).
Giménez proviene de Salamanca, España, pero su pasión por la región de Wirikuta es la que tendría un lugareño mexicano prendado de sus raíces. Visitando algunos sitios del territorio, los académicos fueron hablándonos de la flora local. Fueron apareciendo como botones verdes los peyotes, que son tan importantes en las prácticas religiosas huicholes, pero que también son muy demandados por los extranjeros. Y allí, en lo que podría algún día determinarse la Reserva natural y cultural Wirikuta, trastocan el paisaje naves enormes que resguardan viveros de jitomate cuyos dueños son personas de la clase política, quienes aprovechan los mantos freáticos del lugar y afectan la vida silvestre de este hábitat.
El prominente historiador monseñor Rafael Montejano y Aguiñaga escribió un libro sobre Real de Catorce en el que destacó su importancia en los tiempos de la explotación de las minas de plata; luego sobre el atractivo que representa para miles de feligreses en el País la figura de San Francisco de Asís y las ruinas existentes que datan de finales del siglo 18.
Pero ahora, las ruinas dejaron de serlo y se han rehabilitado de tal manera que Real de Catorce se ha convertido en un conjunto de escenarios para la filmación de producciones extranjeras y nacionales, como la película “El Infierno” que, aunque no tuvo los escenarios de la cabecera municipal de Real de Catorce, sí se desarrolló en su territorio. La marca Pueblo Mágico desde el 2001 lo dio a conocer. Ahora debe cuidarse su patrimonio para que no desaparezca en el corto plazo a merced de un turismo avasallador.