Saltillo; ¿también aquí se transformará el ‘paisaje de cables’?
Las calles de la capital coahuilense están ‘inundadas’ de cables de todo tipo, muchos de ellos sin uso o inútiles. Retirarlos para mejorar el paisaje urbano debería ser una iniciativa a emprender aquí
Una de las mayores fuentes de contaminación visual de las zonas urbanas, en cualquier parte del mundo, está representada por los cables que nos proveen de distintos servicios. Desde electricidad hasta entretenimiento, los servicios que disfrutamos en nuestras viviendas requieren de una auténtica maraña de hilos conductores que han terminado por afear el paisaje urbano.
En los últimos años han surgido nuevas reglas que obligan, en los desarrollos habitacionales de nueva creación, a la eliminación de los cables que tradicionalmente se han colocado en postes, ubicándolos bajo tierra. Pero incluso en estos nuevos desarrollos los cables aéreos han hecho su aparición.
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La proliferación de compañías de telefonía y servicio de televisión por cable han sumado miles de postes y cientos de kilómetros de cables a las calles. Y eso ha provocado que en distintas ciudades surjan iniciativas para retirarlos.
En la vecina Monterrey, el alcalde Luis Donaldo Colosio emprendió recién una “cruzada” contra los cables inútiles -rollos de conductores que han sido dejados en los postes por las empresas que los instalan, para su uso posterior- creando el primer Reglamento en Materia de Infraestructura en Telecomunicaciones. Como resultado han sido retirados unos 600 kilómetros de este material de la zona urbana de aquella ciudad.
En la capital de la República avanza una iniciativa similar. El Gobierno de la Ciudad estableció un acuerdo con las empresas de telecomunicaciones que implica, por un lado, el retiro de miles de cables y, por el otro, el compromiso de desarrollar un modelo de “gobernanza del subsuelo”, mediante el cual se concretará paulatinamente la subterranización de los servicios.
Observar el paisaje urbano de Saltillo obliga necesariamente a preguntarse cuándo va a surgir a nivel local una iniciativa similar. Porque lo que ocurre en nuestra ciudad no es distinto de lo que puede verse en Monterey o la CDMX y por ello tendríamos que considerar la posibilidad.
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Habrá quien diga que existen otras situaciones que resulta más apremiante atender o que la estética de nuestras calles no es una asignatura relevante siquiera. Sin embargo, conviene preguntarse por qué no habrían de desplegarse esfuerzos en este sentido si la solución no necesariamente implica una inversión relevante.
Por otro lado, identificar el tema como un problema tendría que llevarnos a concluir que, al menos, es necesario realizar un esfuerzo para contener el avance del fenómeno, es decir, que deje de crecer el volumen de cables que inundan el paisaje urbano. A partir de allí el siguiente paso resulta bastante obvio: los cables deberían comenzar a desaparecer.
Y es que la estética citadina sí forma parte del catálogo de acciones necesarias para convertir a nuestra ciudad en un espacio más vivible y más disfrutable. De la vista nace el amor, dice con sabiduría la voz popular y, sin duda alguna, unas calles que tengan mejor aspecto siempre invitarán con mayor vigor a que hagamos más para mantenerlas así y mejorar su aspecto.
Encuesta Vanguardia
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