Con ladrillos hechos de sueños, reconstruye memoria colectiva el Edificio Coahuila
Dos nostálgicas fotos de este inmueble traen a la memoria un elevador impredecible y la fuga de reos
En la cuenta de Facebook DeSaltillo.com dos fotos compartidas por Alex Alex y la frase que las acompañaba, generaron multitud de comentarios y un interesante diálogo entre miembros del grupo.
Doble Alex escribió: “recorrí sus pasillos, tenía uno de los elevadores más antiguos de la ciudad” y la publicación empezó a mover reacciones.
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Todos refirieron anécdotas de lo que vivieron relacionadas con el Edificio Coahuila, aquel emblemático inmueble inaugurado en 1966, ubicado sobre la calle Ateneo, entre General Cepeda y Guerrero, y cuya parte posterior, que daba a la calle Juan Antonio de la Fuente; por muchos años albergó la Junta de Alcantarillado y Agua Potable de Saltillo, la que todos conocíamos como JAPAS.
El usuario Raúl Recio recordó su infancia viviendo por General Cepeda y De La Fuente, cómo a los cinco años conoció a don Ruperto Gallegos, el velador que atendía el lugar y de que 20 años después, acompañando a su padre, se quedó encerrado en el elevador.
Fue esta anécdota la que más respuestas generó, ya que un elevador fallando en el Edificio Coahuila era lo más habitual, y así lo confirmaron Manuel Diamante, Martha Padilla y Marianj Cervantes, entre varios más.
En lo de quedarse atrapado en el elevador ahondó Pablo Gamboa, quien dijo que ahí conoció el terror, ya que con su prima pasó horas encerrado.
Recordó otro hecho: que gustaba bajar por la calle Guerrero y asomarse a los sótanos donde estaba la imprenta de la Dirección de Publicaciones Editoriales del Gobierno del Estado y pedir “libretitas”, que eran “desperdicios de papel que engomaban como libreta y regalaban”: lo que confirmó María de Jesús Martínez, quien hacía lo mismo “para tener con qué jugar”.
BURLANDO LA LEY
Como además el edificio albergaba los Juzgados de Distrito del Poder Judicial de la Federación, no faltan las anécdotas relacionadas con estos juzgados, como la de Pedro González López, quien recordó el día en que a los judiciales se les escaparon unos presos que llevaban a consignar.
Recordó Pedro que en la plaza de enfrente, la de San Francisco de Asís, estaban unos puestos de artesanías y entre estos se dio la persecución. Para complementar la historia, Javier Israel dijo que esa fuga fue el 4 de julio, día de San Francisco y Sandy Arhdz lo confirmó todo porque dijo que estuvo en la plaza ese día y aunque veía a la gente correr, no fue sino hasta dos días después que se enteró de la fuga.
Bertha Bustos, siguiendo el hilo de comentarios y a propósito de los dicho de la imprenta estatal, mencionó que su esposo trabajó ahí y que ella lo hizo por 30 años en el Departamento de Adquisiciones.
VIVIENDO ENTRE RECLAMOS
También era común ver a grupos de trabajadores de la UAAAN y la UAdeC plantarse frente al edificio a exigir que respetaran sus demandas laborales, ya que además de los juzgados estaba ahí la Junta de Conciliación y Arbitraje y la Secretaría de Educación Pública.
Si bien algunas publicaciones discreparon, la mayoría lamentó que el edificio fuera demolido, por los recuerdos que al verlo evocaban, como los juegos infantiles en las escaleras de la entrada, los años que sus padres trabajaron ahí o las enormes estatuas de Miguel Ramos Arizpe y Juan Antonio de la Fuente, de las que muchos no recordaban el nombre y sólo mantenían en la memoria el tamaño y la textura.
Cerrando la publicación Raquel Martínez comentó al grupo lo emocionada que estaba de leer las historias de la ciudad donde vivió hasta la adolescencia y que aún y cuando tiene años viviendo en el extranjero, sigue añorando esa época.
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