Teatro participativo. Espectadores creadores y cambios de paradigma.
Bueno, esencialmente éste cubre cualquier propuesta en la que la audiencia interactúe con el artista
Finalizando una lectura pendiente, me topé nuevamente con una de esas preguntas recurrentes para los teatreros: “¿El teatro constituye todavía una necesidad cultural?”. Esta vez era el mismísimo Eugenio Barba quien preguntaba, y la pregunta sirve para hablar de un pequeño cambio que ya se venía observando desde 1978 – a juzgar por la fecha del artículo – y que plantea que más que la necesidad de recibir teatro, se observa una necesidad de hacer teatro, de crear, ya sea desde el papel de actor como tal, o desde el papel de espectador.
Aunque existan diversas maneras de abrir la posibilidad de un mayor papel del público en la creación, lo que me vino a la mente en primer lugar fue el término “teatro participativo”. Existe un libro publicado por la ETC (European Theatre Convention) sobre el tema, e inicia recordándonos que la participación es uno de los pilares de la ciudadanía y la democracia. Irónicamente, conforme la participación se ve más y más dañada en los contextos tradicionales, como la política, parece que busca nuevos espacios en donde desarrollarse, como las artes.
El teatro siempre ha sido un lugar relacionado con la convivencia y la participación pública, pero en los últimos años, grupos como Rimini Protokoll han planteado experiencias en las que la idea de actor y espectador se unen a un grado en el que es difícil distinguir uno de otro. En el montaje más conocido del grupo, titulado “100%”, un grupo de 100 personas responden diversos cuestionamientos acerca de su vida y opiniones personales que les llevan a desplazarse por el espacio, creando una especie de coreografía basada en la información.
Con otro tipo de enfoque, Mapa Teatro, a principios de la década del 2000, realizó dentro de su proyecto Prometeo, un conjunto de instalaciones e intervenciones escénicas en las que los principales constructores y actores eran los habitantes del barrio Santa Inés, mejor conocido como “El cartucho”, mismos que fueron desalojados para la construcción de un parque público. Utilizando como espacio los lotes casi vacíos del barrio, los antiguos habitantes tuvieron la oportunidad de realizar un ejercicio de memoria personal y colectiva antes de que desapareciera por completo.
Pero entonces, ¿qué es teatro participativo? Bueno, esencialmente éste cubre cualquier propuesta en la que la audiencia interactúe con el artista, sin embargo, actualmente se considera importante que el espectador tenga en algún punto la oportunidad de unirse al acto. Además, y como vimos más arriba, los casos más emblemáticos básicamente implican llevar al que de otra forma sería relegado al papel de espectador – o de semilla creativa a lo mucho – a influenciar el curso de la acción para producir resultados estéticos por sí mismos, asumiendo el lugar central del ejecutante. En un momento de la historia en el que la participación directa en las instituciones culturales tradicionales disminuye y la participación en medios digitales aumenta, el teatro participativo con su más reciente enfoque plantea una alternativa interesante al fusionar algunas herramientas tradicionales del teatro con la sed de participación y personalización que vemos en otros canales como las redes sociales.
La participación como concepto, nos recuerda que somos parte de algo más grande; experiencias e identidades compartidas que nos hacen ver que no estamos solos; ni en las experiencias felices, ni en las dolorosas. Si el teatro participativo ha cambiado en algún grado el paradigma de lo que se considera arte teatral, me parece que ha sido en la posibilidad de dar voz a los que comúnmente no la tendrían, cualidad que, si bien siempre ha existido en la vocación de las artes escénicas, se presenta a veces de maneras más directas.
Si algunos investigadores como Jorge Dubatti describen al teatro como convivio, entonces el teatro participativo es una de sus máximas expresiones; un teatro en el que por algunos momentos las jerarquías se anulan, incluso aquellas del actor y espectador. Somos simplemente seres humanos reunidos en un acto estético.
Encuesta Vanguardia
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