Xóchitl, ¿está en riesgo su campaña? El problema es su misterioso equipo
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Los seguidores más optimistas de la senadora Xóchitl Gálvez dirán que su campaña es imparable. Una y otra vez aparece en el primer lugar de las encuestas de la oposición. Ganó la competencia por las firmas y la última ronda de eliminación. Aun así, recomendaría prudencia, que debiera ser la virtud por excelencia de los políticos. Propongo cinco consideraciones:
1. He estado preguntando si mi percepción coincide con la de los demás. Tal pareciera que la ola Xóchitl, que crece y crece, se detuvo de pronto o bajó su velocidad. Quizá por la dinámica del proceso interno del Frente Amplio por México, quizá porque sus notas diarias dejaron de ser novedad; pero más bien creo que la razón fundamental estriba en su demanda para que la autoridad electoral silenciara a López Obrador. Finalmente lo consiguió y, a partir de entonces, dejó de ser el principal tema político del día.
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2. El inesperado crecimiento de Beatriz y el cierre de filas en el PRI. Ya lo habíamos comentado en esta columna: el PRI no tardaría en “chamaquear” a la dirigencia nacional panista, que no simpatiza del todo con Xóchitl. El PRI dio la sorpresa con las firmas para Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid. A nadie sorprende que la movilidad territorial del PRI es muy eficiente. Aceita la maquinaria con dinero y se echa a andar con gran eficacia. Después cerró formalmente filas, una vez que Enrique de la Madrid quedó fuera de la contienda. El PRI tiene candidata, Beatriz Paredes, va con todo, quiere y sabe arrebatar. Total, si no lo logra, quedará cerca, lo suficientemente cerca para exigir posiciones en el Congreso y obligar a Xóchitl a negociar su camino a la Presidencia de la República.
3. Acción Nacional está dividido. Santiago Creel es el favorito de la nomenclatura y de un sector importante de la militancia. Xóchitl apela a un panismo que quiere ganar y a los ciudadanos sin partido que quieren ganarle a Morena. El crecimiento de Xóchitl parecía imparable, aunque sus primeras victorias no fueron tan contundentes como se esperaba. Si quiere que Santiago Creel decline, tendrá que hacer compromisos con él y con su equipo. Al momento de escribir esta columna, Creel no había declinado aún. No tarda en hacerlo.
4. Xóchitl no es la preferida de las nomenclaturas partidistas. Las dirigencias nacionales no quieren a Xóchitl como Presidenta de México, aunque sí pueden impulsarla como aspirante presidencial, en caso de que llegue a ganar la candidatura. Saben que en una Presidencia de Xóchitl, no mandarían. El pastel no sería suyo para partir y repartir. Pero si sólo compite, se acerca y pierde, les dejará una muy cómoda posición en el Legislativo, varias gubernaturas y muchas presidencias municipales. Mucho presupuesto y el poder legislativo, ese sí, bajo su control, que obligaría a Claudia Sheinbaum, como presidenta, a negociar con ellos. Y ahí sí, ellos serían los amos, los dueños del pastel que habrán de partir y repartir.
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5. Administración de estados de ánimo (el ego). “Vanidad, mi pecado favorito” (El abogado del diablo). La fuerza de la senadora también es su debilidad. Como no pertenece a la política profesional le pasan de noche acciones que debieran ser obvias. Su equipo es un misterio, prácticamente desconocido. Todos los grupos de poder opositor se pelean el acceso a su campaña. Pero como no conocen a su equipo, sólo pueden hablar con ella, quien, por obvias razones, siempre está ocupada. La lista de egos, vanidades y liderazgos reales en el Frente Amplio por México es interminable. Hay muchísimos “ex”, de gabinete, gobernadores, legisladores, alcaldes, etcétera. Si no se les atiende, empezarán a criticarla o quizá apoyar a Beatriz. En ese frente, tan elemental, la senadora Gálvez se encuentra totalmente desprotegida. Falta colmillo.
Sólo podría darse el lujo de prescindir de esos egos si su campaña fuera un movimiento político sin jerarquías, en la que todos pudieran canalizar su liderazgo a su manera sin necesidad de nombramientos. El problema es que su misterioso equipo no termina de definir qué quiere, y mientras lo define el ego lastimado de muchos políticos y liderazgos probados empieza a perder entusiasmo en su proyecto, a criticarla y a ver en Beatriz una opción viable.
Encuesta Vanguardia
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