El crimen organizado en el 2024, ¿tomará el control de la elección presidencial?

Opinión
/ 15 agosto 2023

Mientras que la sociedad “a pie de banqueta” sigue en lo suyo: irla pasando como cada quien pueda y sacar el chivo, el o los grupos interesados en la política electoral se encuentran totalmente adentrados en el proceso electoral federal del 2024.

El proceso de sucesión presidencial ya arrancó. Importó poco la regulación legal de los tiempos de precampaña y de campaña. El deporte de buscarle recovecos o de sacarle la vuelta a la ley sigue siendo el modus operandi favorito de la clase política.

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Lo de menos es que se adelanten los tiempos del proceso, el problema es esta simulación que manda una señal muy clara al respetable público: “las leyes son para ser violadas”. ¿Para qué legislar lo que no va a cumplirse? Para eso: para que quede claro, como dice la canción, “que mi palabra es la ley...”.

En otro terreno tanto o más sensible y delicado, queda igualmente claro que alcanzamos cifras históricas en lo que hace a presencia del crimen organizado, violencia, inseguridad, desapariciones y homicidios. La impunidad sigue siendo manto protector para los delincuentes de toda laya. Debemos preguntarnos si la fortaleza del crimen organizado, atravesada por la debilidad de la política institucional, llevará o no a sus amos a asumir un rol todavía mucho más protagónico en la inminente elección presidencial del que pudo tener en elecciones pasadas.

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Debemos tener en cuenta que las bandas criminales están lideradas por capos jóvenes, tras el relevo generacional, ellos tienen ideas diferentes a las de sus antecesores, sean o no sus familiares. Consideremos también el alcance y poder de la tecnología, la globalidad o la regionalización del poder de los cárteles, las posibilidades de acción a la distancia. Finalmente, la cooptación de gobernantes en diferentes poderes y niveles de Gobierno, por complicidad, por necesidad de sobrevivencia o como pago del financiamiento de campañas a las que deben el poder. Una vez en el poder, no los van a soltar, se sienten sus dueños, complementan y acompañan o amedrentan a la fuerza pública local.

Son ya muchas las elecciones municipales en las que el crimen organizado se ha hecho presente, imponiendo o eliminando candidatos. Todavía no eliminan candidatos a nivel estatal, salvo en Tamaulipas hace 12 años. No tenemos elementos probatorios de casos de imposición de candidatos, sólo presunciones, algunos casos son más obvios que otros. Pareciera que el nivel federal ha estado mejor blindado, o eso aparenta. Debemos analizar 1994 con lupa para aprender de ello.

Pero no sólo aquí. Hace una semana, presuntos sicarios colombianos que operaban en Ecuador asesinaron a Fernando Villavicencio, candidato presidencial en ese país, se señala a los autores materiales del crimen como miembros o franquiciatarios del Cártel de Sinaloa. En Ecuador también opera el Cártel Jalisco Nueva Generación y, como aquí, allá están en guerra. Hace años el gobierno de Ecuador pidió ayuda a México y la respuesta fue de abrazos y buenos deseos.

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Villavicencio fue muy crítico del Correísmo, por sus vínculos con el crimen organizado. Este movimiento es encabezado por el expresidente Rafael Correa. Poco o nada tienen que ver las ideologías o los discursos, son igualmente criminales y corruptos los ecuatorianos, la narco dictadura venezolana, y el autoritarismo de Bukele en El Salvador. Todos ellos se venden como democracias mientras mezclan crimen, narcotráfico, ideología y política en un cocktail muy peligroso.

Los mexicanos debemos tener cuidado y prepararnos en todos los frentes. Naturalmente, está la integridad física de los candidatos y principales líderes políticos, pero existen muchos otros aspectos que requieren atención. Cuidar y vigilar al árbitro en toda la extensión de la palabra, desde la seguridad física de los actores hasta la seguridad cibernética. Los votantes y el ejército de ciudadanos que serán representantes y funcionarios de casillas. Los medios de comunicación y los periodistas están sufriendo ya las consecuencias de informar. Simular es, por supuesto, una tentación para todos los actores: partidos, gobierno y crimen organizado. La simulación puede salirse de control en una elección que apunta a ser muy cerrada entre dos bloques muy polarizados y un Presidente que un día sí y otro también contribuye en la polarización, el odio y el encono entre los suyos y sus adversarios.

X: @chuyramirezr

Columna: Regresando a las Fuentes

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