Zapalinamé: Lo que el incendio nos dejó
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Por mucho tiempo, los habitantes de Saltillo dimos por hecho que la sierra de Zapalinamé nos rodeaba con total cautela y calma, que nada sucedía en sus entrañas además de senderismo y campamentos; que nada turbaba sus inigualables ecosistemas de matorrales y bosque, su majestuosidad, que todo esto era inagotable. Pensamos que la naturaleza convivía sanamente con el desarrollo de la vida cotidiana de los habitantes de Saltillo. Sin embargo, una tarde de mayo, la sierra logró que levantáramos la cara primero con asombro y después con terror por la sorpresa de que nuestro principal pulmón de oxígeno y fuente primaria de captación de agua se consumía en llamas. Particularmente, el cañón de San Lorenzo, así como por detrás de la cañada de Santa Rosa.
En cualquier punto de la ciudad de Saltillo, se podía observar cómo la majestuosa sierra de Saltillo, que pertenece a la cordillera montañosa de la Sierra Madre Oriental, se consumía por el fuego. El cielo de la ciudad estaba cubierto por una capa con tonalidades grisáceas y oscuras con un fuerte aroma a madera quemada, que a su vez llenaba los aires con las cenizas de los matorrales y bosque de Zapalinamé.
La reserva majestuosa de la sierra fue declarada el 15 de octubre de 1996 por el gobierno del estado de Coahuila por el entonces gobernador y ex director de Petróleos Mexicanos, Rogelio Montemayor Seguy -actual presidente del Clúster de Energía de Coahuila, máximo promotor del fracking en la región-, como “área natural protegida, con el carácter de zona sujeta a conservación ecológica”, comprendiendo 25 mil 768.68 hectáreas ubicadas en los municipios de Saltillo y Arteaga. Esto se estipula en el artículo segundo del decreto: “la administración, conservación, desarrollo y vigilancia de la zona sujeta a conservación ecológica descrita en el artículo que antecede, quedará a cargo la secretaría de desarrollo social del gobierno de Coahuila, con la participación que conforme a las disposiciones aplicables, corresponda a otras dependencias federales, estatales y municipales”. En su artículo cuarto desarrolla: “para la protección, conservación, desarrollo y administración de la zona sujeta a conservación ecológica, la Secretaría de Desarrollo Social podrá proponer a los sectores sociales y privados, así como a los habitantes de la misma, la celebración de convenios de concertación con el objeto de: 1.- Asegurar la protección de los ecosistemas y especies de la región; 2.- Propiciar el desarrollo sustentable de la comunidad; y 3.- Brindar asesoría a sus habitantes para el aprovechamiento racional y sostenible de los recursos naturales de la región”.
No obstante, en el 2017, el entonces gobernador de Coahuila, Rubén Ignacio Moreira Valdez, modificó, el 13 de octubre, días antes de terminar su mandato, lo estipulado anteriormente para quedar como “Reserva Natural Estatal, un Área de la Serranía conocida como Zapalinamé”, pero permaneciendo igual todos los artículos emitidos en el decreto de 1996.
Con base en el artículo segundo y cuarto del decreto de área natural protegida de la sierra de Zapalinamé, la Secretaría de Desarrollo Social de Coahuila, en octubre del mismo año, le otorgó la protección, conservación, desarrollo y administración de la zona sujeta a conservación ecológica, a la asociación civil Protección de la Fauna Mexicana -PROFAUNA, A.C.
PROFAUNA, A.C. se fundó como asociación civil en 1988 por el ecologista Julio Carrera López y la bióloga Eglantina Canales Gutiérrez, entre otros miembros.
La bióloga Eglantina Canales Gutiérrez, quien es la actual secretaria de Medio Ambiente de Coahuila y se ha perpetuado en esa Secretaría desde el 2011, ha desempeñado otros cargos públicos en el área de medio ambiente, manteniendo una relación cercana y preferencial hacia la asociación de la que es socia fundadora, cosa que en cuestiones prácticas, a la luz de la ciudadanía, es un claro y posible conflicto de interés.
¿Por qué una asociación civil es la garante de la protección, conservación, desarrollo y administración de la zona sujeta a conservación ecológica de la sierra de Zapalinamé? y ¿por qué no se fundó un consejo ciudadano?, ¿por qué no es el propio estado de Coahuila el que garantice el cuidado, protección, conservación, desarrollo y administración de la reserva natural de la serranía de Zapalinamé? Hablamos del máximo abastecimiento de un recurso vital como el agua, en un 70 por ciento de administración de la ciudad. ¿Por qué esa visión neoliberal, de que lo privado está por encima de lo público, en el cuidado y conservación del medio ambiente?
Durante el sexenio de Humberto Moreira Valdés como gobernador del estado de Coahuila, se modificó el artículo primero del decreto área natural protegida, con el carácter de zona sujeta a conservación ecológica, un área de la serranía conocida como Zapalinamé, para comprar y adquirir 1,018-46-27.71 hectáreas de la propiedad denominada “El Aguaje”, ubicada en el cañón de San Lorenzo. El 3 de julio del 2008 se concretó su adhesión al área natural protegida de la sierra de Zapalinamé. Esta le fue otorgada a PROFAUNA, A. C. en comodato -contrato por el cual se da o recibe prestada una cosa de las que pueden usarse sin destruirse con la obligación de restituirla- el 23 de julio del 2012 para su manejo y conservación, con una vigencia de 6 años. Sin embargo, el 20 de enero del 2018, el estado de Coahuila renovó el contrato del comodato a PROFAUNA, A.C. y al día de hoy sigue vigente, con una validez de 6 años, terminando el 30 de noviembre del 2023, fecha en que tomará protesta la nueva administración del gobierno del estado (contenido en la décima cláusula).
Lo curioso es que en agosto de 2018 se crea una asociación civil, hermana de PROFAUNA, A.C. aparentemente sin fines de lucro, o por lo menos así está estipulado en su acta constitutiva, para proteger el cañón de San Lorenzo de la Sierra de Zapalinamé. Dentro del comité de personas e instituciones involucradas en esta AC, se encuentran los nombres de algunos de los empresarios más acaudalados de la ciudad, así como de las fundaciones que se ramifican de sus grupos empresariales. Cuando nos damos cuenta de que esta asociación, presidida por Alejandro Arizpe Narro -pertenece a Arca Continental-, su vicepresidente es Juan Carlos López Villarreal (Presidente del Consejo de Administración del Grupo Industrial Saltillo, S.A. de C.V.) y como secretario Sergio Marines Gómez (Director de PROFAUNA, A.C), busca adquirir el 100 por ciento de los predios del cañón de San Lorenzo y en 2021, según su informe anual, ya cuentan con el 42.25 por ciento, que representa una inversión de 5 millones 756 mil 737 pesos constituidos por donativos de las empresas arriba mencionadas, para así garantizar su cuidado y protección. Dentro de las zonas que buscan “proteger” por medio de la compra, se encuentra el predio Rocca, uno de los puntos más significativos del cañón debido a que se encuentra dañado y explotado, del cual ya han obtenido un 83 por ciento de su adquisición que representa un total de 3 millones 691 mil 562 pesos. Varias son las interrogantes que se abren: ¿Proteger de qué?, ¿de las inmobiliarias?, ¿de las refresqueras?, ¿de las vinícolas?, ¿de la industria automotriz?, ¿de la empresa que ha privatizado gran parte del suministro del agua en Saltillo?, ¿qué no son estas mismas empresas las que forman parte del comité? Parecen proteger algo de sí mismos.
Conservación San Lorenzo A.C. tiene como misión “proteger, conservar y mejorar el patrimonio natural del caño de San Lorenzo, fomentando la inversión social, sentido de pertenencia, y corresponsabilidad en los ciudadanos para el bienestar de nuestra comunidad y futuras generaciones.”
Esto es una clara evidencia de privilegiar lo “público no estatal” con aportaciones y donaciones de la iniciativa privada y pública para inversión social en el resguardo del cañón de San Lorenzo, con la fachada de asociación civil para partir hacia la privatización de la biodiversidad de esta área que por derecho les pertenece a los habitantes de Saltillo.
La asociación plantea un objetivo general: “conservar y crear la Reserva Natural del Cañón de San Lorenzo (2 mil 500 hectáreas aproximadamente), la cual quedaría dentro del Área Natural Protegida de la Sierra de Zapalinamé. La reserva Natural del Cañón de San Lorenzo seguirá las mejores prácticas en el desarrollo y manejo de parques naturales a nivel global, privilegiando los siguientes objetivos específicos: conservación, educación y recreación.”
El fondo de la construcción de una reserva natural en el cañón de San Lorenzo y crear un parque natural por parte de esta asociación civil, es anteponer lo privado por encima de lo público, empezando por el control de acceso a la reserva, privando la libertad de recreación para que solo los privilegiados con los recursos adecuados puedan disfrutar de su grandeza.
La evidente negligencia de la autoridad estatal para combatir el incendio a tiempo en el cañón de San Lorenzo y la cañada de Santa Rosa, puede interpretarse como una omisión consciente con un justificante perfecto para presionar a los propietarios de algunos predios privados del área natural protegida de las inmediaciones y alrededores del cañón de San Lorenzo accedan a su venta y así consumar un malévolo plan que se despega de las políticas neoliberales de conservación del medio ambiente. Estas prácticas dejan a la iniciativa privada la misión de proteger y conservar la naturaleza por encima de lo público, lo que resulta por demás dañino, ya que hablamos de un ente corrompido, ineficiente y nada consciente de la naturaleza para considerarla una mercancía, lo que podría provocar la privatización total del agua y no solo su distribución.
Quedan muchas interrogantes y dudas al respecto. Sin embargo, el fondo de la privatización de la sierra, sus cañones y cañadas, es el control del 70 por ciento del agua que capta la sierra.
Ahora, más que nunca, nuestra majestuosa sierra de Zapalinamé nos necesita; debemos luchar por ella y regresarle un poco de lo que nos ha dado, porque si no actuamos ahora, en el futuro cercano nos podrían hasta prohibir contemplarla a lo lejos
Si pudimos vencer al desierto y encontrarle vida, hacer de esta región un lugar rico en cultura, y un buen lugar para vivir, podemos hacerle frente como comunidad a la creciente iniciativa privatizadora de nuestra sierra, de nuestra dadora de vida. Ya basta de engaños y del nepotismo de siempre; es hora de descubrir a los lobos con piel de oveja.
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