¿Cuál es la trascendencia de la celebración del 40 aniversario del lienzo charro Profesor Enrique González?
Para mi es un orgullo y compromiso poder seguir celebrando con un torneo de charros y escaramuzas que involucra hombres y mujeres que año con año nos acompañan y que nos han apoyado todo este tiempo.
Es satisfactorio ver amigos que tienen 40 años ininterrumpidos de asistir y acompañarnos a esta celebración y poder ofrecer a Saltillo y a las ciudades cercanas un evento de nuestro deporte nacional.
A lo largo de estas cuatro décadas, ¿qué momentos atesoras más?
El primero fue la inauguración que fue un esfuerzo que hicieron mis padres, su intención fue hacer un lienzo y tenerlo en las mejores condiciones para poder alojar gente y practicar el deporte.
También cuando celebramos el Campeonato Mundial de Charrería en 1997, el único que se nombró de esta forma por involucrar a los mejores charros. No fue una tarea fácil traer a toda la comunidad para el norte, sin embargo, se hizo una campaña muy grande de manera que convencimos a todo México a que viniera.
Llegaron de todo el País, desde Yucatán hasta Baja California y equipos de Estados Unidos, además de la colaboración ecuestre de países como Cuba, Puerto Rico y Canadá.
Cada año tiene sus momentos, por ejemplo en una ocasión vino Jose Luis Rodríguez “El Puma” a acompañarnos. Cuando se presentó Vicente Fernández, quien era adorado por todos se hizo un tumulto de gente, nos puso un poco nerviosos, pero salimos avantes.
En ese campeonato mundial se le entregó a Don Antonio Aguilar el reconocimiento como Embajador de México en el Mundo por sus espectáculos y promoción de la charrería. Considero que cada año es especial porque siempre tenemos actividades y hacemos el esfuerzo para que el público se vaya contento.
Compártenos algunos de los mejores recuerdos familiares en el lienzo.
Somos una familia charra, desde mi abuelo el profesor Enrique González Treviño ya practicaba el deporte, conservaba las tradiciones y nosotros crecimos bajo esa misma educación. Desde niños casi todos los domingos charreábamos aquí o en Torreón en el Lienzo Charro 11- 40 que se encuentra en la frontera con Gómez Palacio porque de ahí es mi mamá.
Viajamos mucho a Monterrey, nos echaban a todos al carro y “vámonos a charrear”, así eran nuestros domingos familiares. Siempre se nos educó con el respeto y con la importancia que se le debe al deporte, andar bien vestidos, bien montados, tomar las cosas en serio.
Me acuerdo que en una charreada me tocó hacer el Paso de la Muerte y la yegua me tumbó me quebré los brazos y duró unos meses la recuperación, son aprendizajes que la vida te da, y aprendes a vivir con eso, a superar tus miedos, me han operado el codo, la mano, el hombro, dedos quebrados y hace un año se me reventó el bíceps, pero es parte del show. El riesgo siempre existe, pero lo superas porque te hace sentir bien conforme pasa el tiempo y te vas perfeccionando.