"Leo para emocionarme": Almudena Grandes
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Para la escritora Almudena Grandes las buenas historias son como los marcadores de paso que usan los maratonistas profesionales para mejorar sus marcas.
Madrid, España.- "Hay momentos en los que tu tiras de la novela o el cuento que estás escribiendo y, en otros, el relato va delante de ti y necesitas correr con la lengua afuera para alcanzarlo. Esos son los buenos", asegura la escritora española en una entrevista con Efe.
Es una de las escritoras mayores de nuestro tiempo, según la opinión del premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, pero no se detiene a filosofar sobre el oficio de escribir porque asume su profesión como un territorio de la emoción. "Solo le pido a un libro que me emocione y, cuando escribo uno, trato de conmover al lector".
Vestida con una blusa azul y pantalón negro, mueve un cigarro con su mano zurda adornada con un reloj color plata y hace gestos para enfatizar sus palabras. Dice no ser supersticiosa, pero reconoce tener mañas que quizás puedan interpretarse como buenas maneras para atraer a las musas.
"Más que supersticiosa, yo lo que soy es muy prusiana. Cuando empiezo con una novela escribo todos los días, también en Nochebuena, Navidad y en mi cumpleaños. Lo hago siempre con el mismo paisaje en un despacho en Madrid -España-, un cuarto pequeño en el que jamás cambio nada para no distraerme", revela.
Cuando está en el proceso de la creación, Almudena bebe litros de té: verde, rojo o moruno, y a veces fuma. Cada día, al reanudar el trabajo, relee y corrige lo escrito, pero se cuida de no imprimir hasta cerrar el último párrafo de la obra.
"Hago un montón de copias de seguridad en un lote de 'pen drivers', pero no imprimo. Una novela no acabada no existe y, por lo tanto, no hay que imprimirla", razona.
Mientras escribe suele leer novelas de otros y se cuida de, en ningún caso, poner en la pantalla el título de su historia. Puede tenerlo claro, hablar de él, pero jamás lo plasma en el documento en el que también deja para el final la dedicatoria y las citas.
"Tengo supersticiones más filosóficas que físicas. Cuando termino una novela la dejo reposar un tiempo y vuelvo por ella para quitarle 100 páginas, o 150. Las borro del todo. No tengo carpetas de deshecho y así no corro el riesgo de volver a usarlas", comenta.
Suele acostarse temprano para trabajar descansada por las mañanas y aceptar ser casi neurótica con la estructura de sus obras, la cual considera como el sostén del libro. Compara una novela con una casa. Si es fea, pero bien construida, tiene remedio, porque se le puede abrir una ventana, una puerta o cambiar el color. Sin embargo, si está mal edificada, aunque sea bonita se cae.
La autora comienza sus novelas a mano en un cuaderno en el que define la estructura y, solo después de eso, usa su ordenador. "Yo no escribo hasta no tener la estructura resuelta. Es ella la que permite gobernar el flujo de información entre el lector y la novela, saber cuándo el lector sabe más que el personaje, y determina el ritmo, la velocidad y la frecuencia con la que el lector penetra en las ramas de la obra", confiesa.
MUJERES EDUCADAS PARA SER ESPOSAS
Almudena Grandes acaba de presentar en México "Las tres bodas de Manolita", tercera entrega de una serie sobre la Guerra Civil española que comenzó con "Inés y la alegría" y "El lector de Julio Verne", y continuará con tres volúmenes más.
"Esta es la novela de la gente que va andando por la acera", opina al referirse a la historia de una joven de 18 años que se hace cargo de cuatro hermanos y enfrenta muchas adversidades, pero muestra una gran persistencia para defender la alegría y la felicidad.
Según la autora, la protagonista, Manolita Perales, es el símbolo de esas mujeres educadas para ser esposas, atender la casa y los hijos pero que, de repente, se quedaron solas como consecuencia de la guerra y sacaron una fuerza inconcebible para salir adelante.
"Aparte de ser una mujer alegre y positiva, Manolita es una superviviente y yo he dicho muchas veces que, de todas las categorías de personajes de la literatura universal, me gustan más los supervivientes porque no existe una hazaña más noble y humana que sobrevivir", dice.
La novela de 760 páginas fue escrita entre el verano de 2010 y el de 2013. Su autora no se dio cuenta, pero en los días en que puso el punto final se cumplieron 50 años de la aparición de la mítica "Rayuela", del escritor argentino Julio Cortázar. "Ese ha sido el único libro de cabecera de mi vida, si llego a saber (la coincidencia) me hubiera parecido un presagio buenísimo", asegura.
Acepta haber tenido algunas "peleas" con la obra, pero no le da importancia a eso porque para ella escribir una novela es una aventura, un proceso de riesgo y requiere de una adaptación.
"Mis primeros cuatro meses de trabajo los tiré porque no estaban bien. Tal vez me pesaban demasiado las anteriores novelas y no daba con el tono, así que volví a empezar y entonces me fue más o menos", cuenta al referirse a la obra que tendrá continuación con tres historias más de la serie: "Los pacientes del doctor García", que espera publicar en el 2017, "La madre de Frankenstein" y "Mariano en el Bidasoa".
LEER LO QUE CONMUEVE
Almudena Grandes descubrió la magia de los libros cuando tenía unos 10 años y asegura que, desde entonces, no recuerda haber dejado pasar un día sin leer. Sin embargo, tiene una regla, si un libro no la atrapa después de 30 páginas, lo deja.
Aunque ha leído centenares de obras, se siente incapaz de recomendar lecturas a los jóvenes y prefiere sugerir a la gente que lea lo que le conmueve. "Yo no leo para ser más sabia, para eso están las enciclopedias y la universidad. No leo para impresionar a mis vecinos con lo que sé, sino para emocionarme", señala.
Es una de las plumas más finas de la literatura en idioma español, pero se reconoce como una aprendiz de los narradores del siglo XIX y, sobre todo, de Benito Pérez Galdós, cuya obra descubrió a los 15 años.
"Mi abuelo Manolo tenía las Obras Completas de Galdós y me daba miedo cuando miraba esos tomos rojos y gordos en papel biblia. Eran unos libros viejos con un señor con barba en el lomo", recuerda.
Un día decidió abrir un tomo por la mitad y leer lo que contuviera. Entonces se encontró con la novela 'Tormento', con la que comenzó una relación de amor eterno con el autor. "Yo creo que Don Benito tenía un plan para mí, ahí me enganché hasta el día de hoy", afirma.
Se considera una lectora que da bandazos y lee todo, si es bueno. En su viaje a México para presentar "Las tres bodas de Manolita" trajo la obra "El Gran golpe", que cuenta cómo Franco se quedó con la Falange y después de eso se leyó "La estrella del Diablo", del noruego Jo Nesbo. "Como no estudié literatura en la universidad, soy poco sistemática. No leo en un orden, sino lo que se me ocurre", afirmó.
Ha ganado numerosos premios, los agradece, pero no le interesan mucho, ni siquiera el Nobel porque considera que la lista de quienes no lo ganaron es muy honorable. "Sobre el Nobel no me gusta opinar, yo creo que es mejor no ganarlo, con la obra de Graham Greene, que ganarlo con la de (Jean-Marie Gustave) Le Clezio", dice y luego hace una pausa para referirse al único regalo que la llena.
"Solo hay un premio importante para un escritor y son los lectores. Es el único premio que no caduca ni se puede comprar", concluye la escritora.
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+++"De todas las categorías de personajes de la literatura universal me gustan más los supervivientes porque no existe una hazaña más noble y humana que sobrevivir", dice la autora española.
+++"Solo hay un premio importante para un escritor y son los lectores. Es el único premio que no caduca ni se puede comprar", asegura la autora.
+++"Tengo supersticiones más filosóficas que físicas. Cuando termino una novela la dejo reposar un tiempo y vuelvo por ella para quitarle 100 páginas, o 150. Las borro del todo. No tengo carpetas de deshecho y así no corro el riesgo de volver a usarlas", comenta Grandes.
Por Gustavo Borges/EFE-Reportajes