¿Por qué el triunfo de Wendy Guevara en ‘La Casa de los Famosos’ es un hecho histórico para México? Aquí te contamos

Claro que teníamos que celebrar en el Ángel de la Independencia, en el corazón de un país que nos ha querido borrar del mapa. Anoche se trató de ondear la bandera del arcoíris y llenarnos de orgullo porque la comunidad LGBT+ jamás había tenido protagonismo en la televisión mexicana

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/ 14 agosto 2023
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Una chica trans salió triunfadora del programa más viral del momento. Con ello se sumó a años de activismo y lucha, nos dio foco, reflectores y una visibilidad a la que no estábamos acostumbrados. ¿Su nombre? Wendy Guevara, una mujer que no andaba tan perdida.

Sí, salimos al ángel y celebramos como se celebra un partido ganado por la selección, como un Oscar entregado a Guillermo Del Toro, como algo que no es poca cosa: Una chica trans que, con todo en contra, resultó ganadora en el programa más viral de la actualidad en México. Sí, gritamos llenos de orgullo. No era pare menos.

¿Qué por qué tanto escándalo? Aquí les va: Es curioso, pero en la televisión con la que muchos crecimos, la representación de la comunidad LGBT+ era casi nula y si la había, siempre fuimos personajes de quinta categoría. La moneda común era ser segundones, si bien nos iba, éramos actores de reparto, telón de fondo, patiños afeminados, damos de compañía y casi siempre el depositario de las burlas y las tragedias. El gay, la travesti, la lesbiana o los confundidos en donde meten todas las demás letras del arcoíris, en las telenovelas y el cine casi siempre morían de Sida o valga la redundancia, apuñalados por “degenerados”, porque se lo merecían.

Sin menospreciar los oficios, siempre fuimos el “puñalito” que corta el cabello, la que recoge la basura de otros, la maquillista, no la diseñadora de modas, pero sí la costurera, la amiga chusca de la amiga de la protagonista o la “vestida”, antes no se usaba la palabra transexual, que se prostituía y un día terminaba descuartizada a orilla de la carretera. ¿Por qué? Porque se lo merecía, así venía marcado en los dos guiones, en el de la vida y en el de la ficción.

$!La influencer saltó a la fama tras protagonizar un video viral llamado ‘Las Perdidas’.

Como muchos gays que viven en ciudades y familias conservadoras, yo jugaba a las escondidas con la Barbies de mis primas y aprendí a soñar con cosas grandes. Eso a pesar de que en la tele me decía que solo podía aspirar a ser la Barbie Desahuciada, la Barbie Vendedora de Droga, la Barbie Rompe Hogares, la Barbie que Talonea, la Barbie que no merece mucho, la Barbie que se pone tacones, medias de red y es la vergüenza de la familia, la Barbie condenada al infierno por pecadora y desviada. La Barbie que ama diferente y le han dicho que eso es una aberracion de la naturaleza.

¿Por qué salimos al Ángel a celebrar? Porque al fin fuimos seres humanos, así de sencillo y como diría algún travesti imitando apasionadamente a nuestra Lupita D’Alessio: “Porque soy mujer como cualquiera/Con dudas y soluciones/Con defectos y virtudes/Con amor y desamor/Suave como gaviota/Pero felina como una leona/Tranquila y pacificadora/Pero al mismo tiempo irreverente y revolucionaria”.

En eso se convirtió Wendy Guevara, en la Barbie revolucionaria. Y por muy exagerado que les parezca al patriarcado, el machismo, la homofobia y los “progres” que les hacen al feo a un espectáculo burdo e insignificante para sus gargantas exquisitas y malinchistas, lo de anoche no fue un pequeño paso, fue un salto para la comunidad del arcoiris. En redes nos dicen que exageramos, pero quizá no saben que esta es una revolución que se venía fraguando desde hace tiempo y costó lágrimas, sangre y muerte.

Y es que, te guste o no el programa, al fin hubo algo de representación masiva, al fin fuimos la protagonista, al fin nos dieron líneas y libertad de movimiento, al fin escucharon lo que traemos atorado en la garganta. Repito, no exageramos, al fin ganamos, al fin se nos trató como seres humanos, aunque sea para lucrar, como muchos apuntan. Pero vamos, si han hecho leña del árbol caído, ahora al menos se les regresa en un maletín lleno de billetes, algo de lo facturado a nuestra heroína que creía que estaría de capa caída. Y nada, ella se levantó y voló como buena bruja, voló alto.

$!“Wendy, carona, ya eres ganadora”, era una de las consignas que más se gritaban en la noche de celebración.

Antes y todavía ahora, la tele le daba permiso a los homofóbicos, a los transfóbicos, a los que odian la diferencia, de gritarnos en la calle y ponernos, sin que lo pidiéramos, el saco de ciertos personajes. Y es que, con todo el respeto que merecen muchas de estas figuras y genios de nuestra cultura Pop, también se les caía la manita y eran motivo de burla, porque sí, es un gran cantante y compositor, pero se le truena la reversa: Y entonces en cada esquina a tu paso oías la cantaleta: “Ese mi Juanga cántame la de Querida”; “Ese pinche Pablito Ruiz, date unas vueltas y siéntate aquí”; “ira, ahí va el Jairo, aguas que te pega liandro”; “ya llegó la jitomata y la perejila”; “nomás te falta sacar el abanico y los zapatos picudos como locomía, porque quebrado ya estás”; “esos cabrones son los Aristemo, siempre andan juntos, se arrempujan los frijoles”; “trae sombrero porque quiere su secreto en la montaña”; “mira la ranchera de talón partido se cree francesa como la Jean-Marie Bonjour”; “quieren adoptar para desviar a los niños, lo ví en la película Pink. Seguro los quieren violar”; “mira el mesero, se cree la Poliéster, de propina le voy a dar puro chile”; “aguas, ahí viene el Carmelo, no te vaya a pegar sus mañas”; “esa no es morra, es un vato vestido de mujer, es mujer marciana, con chichis y con macana”... y así hasta el infinito.

En fin, la cantaleta de la representación, que tanto abunda en las redes, nos sirve a todos para vernos en un espejo y no bajar la mirada, sirve para que no te dé vergüenza ver lo que miras. Saber que alguien como tú merece un tiempo en la pantalla si ser el depositario de las burlas, sin recibir escupitajos, sin ser apedreado o asesinado. Tampoco se trata de ponerle altar y prenderles veladoras a los miembros de la comunidad, pero sí mostrarlos cómo alguien que merece lo mismo que los demás, ni más ni menos, solo algo que se llama respeto. Ya si viene acompañado de empatía, de cariño, de amor, de risas y complicidad, pues ese ya es un extra, un extra que todos los miembros de la comunidad recibimos con los brazos abiertos.

$!Miles de mexicanos salieron el domingo por la noche para celebrar el triunfo de Wendy Guevara.

Y es que esa humanita llamada Wendy, esa morra, porque es una morra hecha y derecha, no solo nos dio visibilidad y generó conversación, también nos agenció, con su carisma, con esa personalidad que brilla y es pura luz, lo que a veces no logra el activismo y la intelectualidad: Mucha empatía, risas, amor, complicidad, respeto y nos divirtió y divirtió a todos y nos hizo soñar no con él ya mérito de la selección, sino con el triunfo con el estadio lleno, con una goleada de infarto ante un país invencible y poderoso. Y entonces porque nos regatean el triunfo, cómo chingaos’ no salir a gritar al Ángel un si se pudo, sí se pudo y agregarle, como mis compañeres de lucha: Y nimoderrimo.

Que bonito ayer escuchar en el corazón del país, el orgullo convertido en una porra burlona y a la vez aventada con fuerza y corazón: “Wendy, carona, ya eres ganadora”. No exageramos: Anoche todos ganamos, ganó la diversidad, ganó el colectivo, ganaron nuestros aporreados niños internos, esos que están impuestos a recibir pedradas, por eso repito: qué bonito se escuchó ese aplauso, esos gritos, esa euforia, esas lágrimas de emoción. Que bonito ver a un Ángel de la Independencia travestido de chica dorada con la bandera del arcoíris como capa que ondea orgullosa porque el viento está a nuestro favor.

Que bonito ver a Wendy llorar porque ella creyó que solo era buena para perderse. Porque siempre pensó que una chica trans jamás iba a ganar algo en la vida. Porque se nos enseñó que nuestro papel en la vida era ser siempre perdedores. Y mira la sorpresa, esa niña que un día fue corrida a golpes de su casa porque se atrevió a maquillarse, ahora fue maquillada por un profesional y vestida por un diseñador de modas, para salir a recibir un premio que jamás pensó tener en las manos. Y no se trata de dinero, se trata de dignidad, de reconocimiento a la diferencia y vuelvo a la palabra: se trata de visibilidad. Qué bonito se siente, por fin ganar y ser héroes, como diría Bowie, por un día. A todos aquellos a los que jamás se les ha regateado la existencia, deben entender que no exageramos cuando salimos a las calles a celebrar nuestro protagonismo, nuestro lugar en este mundo diverso, hay que recordarles que nos querian invisibles, muertos, tres metros bajo tierra. Ayer, de regreso a casa, no me pude quitar de la cabeza esa canción que canté a todo pulmón y con una sonrisa de oreja a oreja: “We can be Heroes, just for one day”. Así es, la cantaba un alien, un extraterrestre llamado David Bowie, quien nos enseñó que los marginales también merecemos estar en el centro, también merecemos brillar y recibir ovaciones y no sólo pedradas, golpes y muerte. Gracias a Wendy Guevara que nos enseñó que se puede ser protagonista actuando de uno mismo, sin traicionarnos, sin pedir perdón ni pedir permiso. Arriba esa mujer que perdiéndose nos enseñó a encontrarnos. Aplausos de pie para esa mujer que anoche nos llenó la boca de dignidad y llenó el Ángel de la Independencia con almas contagiadas de orgullo. Ella ya ganó y con ella ganamos todes. Y la que soporte.

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