Habría un agujero negro en cada galaxia activa

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/ 29 septiembre 2015

Débora Dultzin Kessler, del Instituto de Astronomía de la UNAM, habla sobre los avances que demuestran la existencia de los agujeros negros y plantea la hipótesis de que en el centro de cada galaxia activa existe uno de ellos

México, DF. Débora Dultzin Kessler, investigadora del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), está convencida de que en el centro de cada galaxia activa existe un agujero negro supermasivo, con una masa que puede ir desde un millón, hasta diez mil millones de veces la masa del Sol.

Los cuásares, como las galaxias activas en general, tienen en su centro una luminosidad excepcionalmente alta, es decir, una gran cantidad de energía se emite desde ese punto. Debora Dultzin Kessler aseguró que esta energía se desprende de la materia antes de caer en un agujero negro ubicado allí, justo en el centro galáctico.

"Esa gran emisión de energía que se detecta en los cuásares y en las galaxias activas, sólo puede ser explicada por la presencia de un agujero negro supermasivo en el centro, el cual acreta, o `se traga', entre una y dos masas solares en un año", dijo.

En colaboración con otros colegas astrónomos y con sus estudiantes de posgrado, la investigadora utiliza algunos datos obtenidos con el telescopio de dos metros del Observatorio Nacional de San Pedro Mártir, en Baja California, y del Very Large Telescope (VLT), en Chile, para estudiar las condiciones físicas de los gases alrededor de lo que se considera son agujeros negros supermasivos, así como la actividad nuclear inducida por interacciones entre galaxias. También analizan la reactivación de agujeros negros famélicos ("hambrientos") o inactivos, como el que se encuentra en el centro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.

Para Déborah Dultzin, las observaciones de cómo se mueve la materia y la energía en el centro de la galaxia son una evidencia indirecta de que hay ahí un agujero negro "tragando" materia.

Gracias al salto tecnológico y el mejoramiento de los telescopios como el VLT de la Unión Europea, y a los cerca de diez años de observaciones, relató la universitaria, se ha podido estudiar el movimiento de las estrellas más cercanas al centro de la galaxia, alrededor de un objeto muy masivo. Este objeto supermasivo alrededor del cual se mueven no puede ser otro que un agujero negro, argumentó.

Sin escape del agujero negro

En nuestros días, los astrónomos aseguran que hay regiones en el espacio donde la fuerza gravitatoria es tan intensa, que de caer en su influjo, ningún objeto podría zafarse y escapar de él. A estas regiones se les conoce como agujeros negros.

A finales del siglo XVIII, John Michell, astrónomo de la Royal Society, propuso la existencia de un cierto tipo de objeto celeste ante el cual nada (ni siquiera la luz) podría escapar, debido al fuerte campo gravitacional que éste produciría. Más adelante, en el siglo XX, Albert Einstein, en su teoría de la relatividad, predijo la existencia de estos cuerpos supergravitatorios.

Hasta ahora no hay evidencia observacional directa que confirme la existencia de los agujeros negros, aunque los astrónomos aseguran que sí se puede inferir que existen, porque producen ciertos efectos en otros cuerpos celestes ubicados en las inmediaciones del agujero negro.

Para los astrónomos, la evidencia observacional indirecta es suficiente y continuarán estudiando sus enigmas, entre ellos, por qué se forman los agujeros negros supermasivos y cómo es que algunos de ellos acretan o tragan materia, mientras disminuyen su masa en lugar de aumentarla, convirtiéndose en agujeros negros famélicos.

Débora Dultzin Kessler habló sobre sus estudios con agujeros negros supermasivos durante la Reunión General de la Academia Mexicana de Ciencias: Ciencia y Humanismo 2012, en la que la comunidad científica dio a conocer el estado del arte de las ciencias y las humanidades en México y en el mundo.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM




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