Lipovetsky en la FILA Coahuila 2017: Saltillo se viste con su inteligencia

Vida
/ 1 mayo 2017

“El mito de la belleza no hace sino ratificar la dictadura del débil y la sujeción de la mujer al hombre. De ahí que la cuestión de la belleza femenina adquiera una significación política fundamental. Para el feminismo contemporáneo, deconstruir la belleza equivale a analizarla como un instrumento de dominio del varón sobre la mujer, un dispositivo político, cuya finalidad consiste en separar a los hombres de las mujeres, a unas razas de otras, y también, a las propias mujeres entre sí”.


La tercera mujer 

Gilles Lipovetsky. Fragmento
 

Suena el celular. Es Salvador Álvarez:

-Lipovetsky va al museo hoy a las 4:30 de la tarde.

No pude evitar un grito de alegría. Recordaba la noche anterior en la que le decía a Salvador, que fue precisamente en el Museo del Desierto, en mis horarios de comida y en mis descansos, cuando leía “La tercera mujer. Permanencia y revolución de los femenino”, cuya primera edición en español, en 1999, de Anagrama, coincidía con ese primer año de apertura del museo.

Han pasado casi 18 años desde esa edición traducida por Rosa Alapont. Ese libro fue mi asidero de claridad en tiempos turbulentos. Jamás imaginaría que Lipovetsky llegaría a esta capital provinciana y menos al sitio en donde leía con avidez su pensamiento. Pero todo fue ver llegar a la camioneta blanca y a él descendiendo, para que el resto de las personas casi se borrara. Me centré en su sonrisa que emergía entre el cansancio del viaje. Observé con desmesura cosas en las que no reparo generalmente, quería tener una buena fotografía mental: zapatos negros deportivos, pantalón de mezclilla y una camisa blanca que había dejado de lado a un saco azul marino. Su mano izquierda con reloj básico recorriendo su nuca a veces. Sin celular visible. Entregado al momento. Pliegues en su rostro hermosos.  Sí, tengo qué asumir mi condición de arrobo por este filósofo y sociólogo francés que tiene entre sus libros: "La estilización del mundo: vivir en la era del capitalismo artístico”, “La felicidad paradójica: Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo”, “El imperio de lo efímero: La moda y su destino en las sociedades modernas” y “La era del vacío: ensayo sobre el individualismo contemporáneo”, publicados también por Anagrama.

Luego del recorrido partió a cenar y a descansar. Lo esperaba la agenda de medios de comunicación a las 8 en punto de la mañana siguiente y él tenía jet lag.

Vino a dar una conferencia titulada como su libro. Y yo espero, querido lector, que usted no haya desestimado escucharle. Llega este tema en un momento sísmico en México, en el que la mujer es sujeto de una violencia en aumento.

La presencia de Gilles Lipovetsky da una dimensión realmente global a la FILA Arteaga 2017, que de paso sea dicho, ha mostrado una pulcritud y cuidado en la elección de los autores, evitando incluir personajes que no son otra cosa más que estrellas de televisión pública o personajes baratos que elevan por un tramposo raiting. La FILA ha logrado en esta edición número veinte, incluir a más de 100 autores coahuilenses, quienes ahora reciben honorarios no solo por sus propias intervenciones, sino también por el acto de presentar a otros escritores. Y retoma algo fundamental: la inclusión con fuerza de talleres y espectáculos para niños jóvenes, que eran el corazón de esta feria,

gestada en su primera edición, en la ya extinta –y que yo insisto, debe volver- Librería Julio Torr-i. Recuerdo a Patricia Gutiérrez Manzour empecinada con esta iniciativa que luego ha sido continuada por diferentes personalidades, y que ha logrado llegar a esta pulida edición número veinte comandada por Sofía García Camil y su equipo.

Hay una distribución más fluida en los stands y un área de comida que si bien adolece de limpieza constante, ofrece espacios agradables para sentarse y conversar, mientras se toma un agua, un café o una comida rápida.

Cierro con otra cita de “La tercera mujer” que no se lo pueden perder: “Aun a principios de los años sesenta, las mujeres invocan motivos económicos para justificar su actividad profesional: mejorar el presupuesto familiar, permitir que los hijos prosigan sus estudios. Tan solo una minoría de mujeres reconocen trabajar por gusto o con objeto de ser independientes.”  Ájale. ¿Cómo ven? ¿Y qué dice Saltillo al respecto? ¿Apoltronada en los sesentas o ya abriendo más su mentecita? Ay Lipovetsky ¡Cuántas necesarias preguntas abres aquí con tu presencia!

claudiadesierto@gmail.com

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