Trump dibuja paralelos con el legado de Andrew Jackson

Internacional
/ 20 febrero 2017

Trump ordenó que se colgara un retrato de Jackson en la Oficina Oval de la Casa Blanca.

No creo que hayamos tenido un discurso como este desde que Andrew Jackson llegó a la Casa Blanca"...

En 1828, Andrew Jackson triunfó sobre John Quincy Adams en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Fue una victoria que tuvo similitudes sorprendentes con la que infligió Donald Trump sobre Hillary Clinton el año pasado y algunos de los mayores promotores de tales paralelos trabajan actualmente en la Casa Blanca, igualando el mensaje de Trump de populismo económico con la promesa de Jackson de representar al hombre común.

La elección presidencial de 1828 fue muy personal y nada grata. Jackson, una celebridad recién llegada y sin pulir, se comprometió a representar al trabajador olvidado y se enfrentó a un miembro intelectual del orden establecido en Washington quien buscaba extender una dinastía política en la Casa Blanca.

Trump ordenó que se colgara un retrato de Jackson en la Oficina Oval de la Casa Blanca y el estratega jefe de Trump, Stephen Bannon, uno de quienes ha promovido la comparación entre ambos, dijo a reporteros tras el discurso de investidura de Trump: "No creo que hayamos tenido un discurso como este desde que Andrew Jackson llegó a la Casa Blanca".

El propio Trump reflexionó durante sus primeros días en Washington que "no ha habido nada como esto desde Andrew Jackson".

Es un momento notable para la rehabilitación de una figura con credenciales populistas y un enfoque en contra del orden establecido, pero que también dejó un legado controversial, especialmente la expulsión forzada de indígenas norteamericanos que causó que unos 4.000 murieran y muchos enfermaran.

La ley de traslado forzoso de indígenas (Indian Removal Act) de 1830 expulsó a los nativos de sus patrias ancestrales en el sureste de lo que ahora es Estados Unidos. Esa migración es conocida como el "Sendero de Lágrimas" ("Trail of Tears").

"Ambos fueron elegidos presidentes como celebridades nacionales. Jackson por su destreza en el campo de batalla y Trump por hacer miles de millones de dólares con su imperio empresarial", expresó Douglas Brinkley, profesor de historia en la Universidad Rice.

"Es un paso consciente que Trump se adhiera a Jackson. En la tradición política estadounidense, Jackson representa al país rural olvidado, mientras que Trump ganó luego de sacar a la luz ese voto rural y el voto de los obreros".

"El pueblo estadounidense quería un tipo diferente de presidente y no hay duda de que Donald Trump es un tipo diferente de presidente", comentó la semana pasada el senador Mitch McConnell, líder de la mayoría republicano. "Ahora él se está comparando con Andrew Jackson. Creo que es bastante buena, una comparación bastante buena, así es como Jackson fue un gran cambio frente a los caballeros de Virginia y Massachusetts que habían sido presidentes de Estados Unidos durante los primeros 40 años".

Sin embargo, también hay límites a la comparación, dicen los historiadores.

A diferencia de Jackson, que ganó abrumadoramente en 1828, Trump perdió el voto popular por casi 3 millones de sufragios. Jon Meacham, que escribió una biografía de Jackson en 2008, "American Lion", dijo que Jackson era "alguien de fuera en estilo, pero no en sustancia" y sus declaraciones públicas extravagantes a menudo eran seguidas por horas de conversaciones profundas y escritos de cálculos políticos.

"Era un hombre salvaje durante el día, pero un diplomático cuidadoso durante la noche", agregó Meacham, quien cree que es demasiado pronto para saber si Trump, al igual que Jackson, "tiene una estrategia detrás de su teatro" y si Trump tendrá la capacidad de aprovechar la ola de populismo que sacudió a todo el planeta como ocurrió en la década de 1820.

"El momento es jacksoniano, pero ¿tenemos un Jackson en la Oficina Oval?", preguntó Meacham.

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