Lo que significan las pastorelas

Ciudad de México.- La pastorela es un tipo de representación escénica, ya sea ritual o teatral, o ambas a la vez, que remite, en principio, a un pasaje evangélico en el cual se narran las vicisitudes de los pastores en su afán de venerar el nacimiento de Jesucristo, según explica la etnóloga y doctora en arte, filosofía y estética, Elizabeth Araiza.

Las pastorelas del medio rural e indígena son distintas de las que se presentan en contextos urbanos, donde estas representaciones sólo se realizan en época navideña, mientras que en el medio indígena las pastorelas pueden realizarse incluso en otras épocas del año, refiere Araiza.

En las comunidades indígenas, las pastorelas pueden formar parte de bodas y bautizos, en la visita de algún funcionario público y en otras festividades religiosas propias de la cosmovisión indígena. Además, algunos poblados enfatizan el día del nacimiento del Niño Dios, mientras otros consideran más importantes a los Reyes Magos o el día en que Jesús fue concebido.

Pese a la diversidad de elementos que caracterizan a las pastorelas, siempre se puede encontrar uno en particular: la presencia de un ángel y un diablo y la lucha entre ellos, de acuerdo con la doctora. Éstos encarnan dos valores fundamentales del ser humano: el bien y el mal.

¿De dónde vienen las pastorelas?

Fernando Horcasitas señala que si bien en muchos países Europeos se realizaban pastorelas antes de la Conquista, éstas se parecen muy poco a las que se realizaban en México en el siglo XVI.

Araiza apunta que existen datos que señalan que las pastorelas fueron introducidas por los franciscanos en el siglo XVI, pero otros afirman que fueron los jesuitas los verdaderos autores entre el siglo XVI y principios del XVII. Algunos historiadores sugieren que la primera pastorela representada en México fue El ofrecimiento de los Reyes durante una misa en Tlaxcala el 6 de enero de 1536 o 1537. No obstante, aclara Araiza, la presencia del diablo es más recurrente en las pastorelas que la presencia de los Reyes Magos.

De acuerdo con la autora, las pastorelas indígenas se conforman por lo menos de tres secuencias: el coloquio de los luzbeles, la adoración al Niño Dios y la danza de los diablos menores.

En la primera escena aparecen los luzbeles exclamando parlamentos y dirigiéndose al arcángel Miguel y a otros ángeles, pero estos no responden a las provocaciones sino hasta el momento final en que tienen que derrotarlos, describe Araiza.

En el diálogo de los luzbeles, éstos se cuestionan por la identidad del ser humano, haciéndose preguntas como ¿es bueno o malo por naturaleza?, ¿cederá ante las tentaciones del diablo?, relata la etnóloga.

A diferencia de las pastorelas urbanas donde aparecen los pastores, en las indígenas aparecen los rancheros. En parejas de hombre y mujer, los rancheros platican sobre cuestiones de la vida cotidiana sobre todo haciendo aludisión a aspectos materiales como grandes extensiones de tierra, casas lujosas, etc. En algunas ocasiones, refiere la autora, esta narración se intercala con referencias a acontecimientos actuales nacionales y locales, como el fraude electoral en México, o el joven que se fue a Estados Unidos, etc. También se hace referencia al origen de lo divinidad y del bien.

En la tercera secuencia aparecen diablos danzando que utilizan máscaras de todo tipo, desde políticos hasta personajes de televisión. En esta parte se reivindica el bien sobre el mal, explica.

De acuerdo con Ariza, las pastorelas ponen en marcha una variedad de modalidades de actuación, danza, ritual, teatro, cantos y de registros sensoriales –gestualidad, música, sonidos–, que remiten a diferentes universos de significación: cosecha de maíz, temporada de secas, solsticio de invierno, devoción al Niño Dios, exhibición de estatus y de jerarquía social, lazos de parentesco, identidad y diferencia, entre otros.