Indonesia, tierra de islas y saurios vivientes

Circulo de Oro 2021
/ 27 marzo 2011

Entre los grandes refugios mundiales está el sureste asiático. Ahí, en un archipiélago al este del país se localiza el hábitat de un ser casi prehistórico

CIUDAD DE MÉXICO.- Si en un mapa se recorre el archipiélago que conforma Indonesia, Flores queda al este, alejado del paso del turista y de toda contaminación del mundo occidental. En esa isla tropical, llena de volcanes y misterios, la gente es pura, sonriente, solidaria y muy trabajadora.

Muchas veces me preguntan por qué llegué hasta allá; la respuesta es sencilla: "por casualidad". Antes de partir, Fitra, en la Embajada de Indonesia en México, me platicó de diversos sitios que debía visitar, pero al escucharlo decir "isla de Flores" me imaginé el paraíso.

Desde Bali hay vuelos de bajo costo que salen cada dos días a este extremo del país, compré un vuelo sin retorno hacia Maumere, la población más grande de la isla. Un pequeño puerto que se encuentra en la parte norte, un destino preferido por los amantes del buceo.

La rutina en la isla es clara; la luz del sol es la que marca las labores. Los pescadores salen en sus embarcaciones horas antes de que el cielo empiece a clarear y con el primer rayo de sol regresan al mercado de peces, un bazar junto al mar, donde a las 5:30 de la mañana ya se han puesto los vendedores de frutas y verduras, los de pescado seco (práctica común, ya que la mayoría carece de refrigerador) y la subasta por lo mejor de la pesca del día comienza.

Aquí todo siempre es fresco y hay para escoger una gran cantidad de variedades de peces y mariscos: pulpo, camarones, langostas y enormes especímenes de atún cola amarilla llaman la atención, pues para transportarlos de la playa al mercado son necesarias por lo menos dos personas.

A partir de que conocí el mercado de peces repetí esta rutina personal en mi recorrido por la isla, poblaciones como Ende y Labuan Bajo tienen esta misma práctica. Levantarme antes de que claree y caminar hasta el mercado para vivir el espectáculo del comercio local.

Mientras caminaba la gente me saludaba amablemente diciendo "¡Mister, mister!", el saludo que no distingue género y sólo indica que uno como extranjero es bienvenido en su comunidad.

Con cámara en mano lista para llevarme un recuerdo de ellos, no dudan en posar y lo toman con el mejor de los humores, bromean y hasta compiten por mi atención.

El día se llena con las sencillas rutinas de una vida junto al mar. Por la tarde, antes de que se oculte nuevamente el sol, los pescadores han arreglado sus embarcaciones y sus redes para en la madrugada estar listos y salir en busca de la pesca del nuevo día.

Acoso en el paraíso

Durante mi estancia conocí un individuo llamado Jeronimus, Jiro (Yiro) para los amigos, quien me seguía a todas partes. Cuando salía de mi habitación para caminar él ya se encontraba ahí esperándome. Llegan tan pocos turistas hasta esta región, que los guías tienen que "cazarlos" y no soltarlos durante su estancia porque otro guía puede adelantárseles a ofrecer sus servicios.

No importaba lo que le dijera, nuevamente estaba ahí esperándome. Al segundo día me dijo "deja explicarte los tours que tengo a ver si te interesa". A cada minuto de su larga explicación lo interrumpía para preguntarle cuánto costaba dicho tour, pero no me contestaba y continuaba con su discurso. Al terminar sacó un contrato escrito a mano con todo lo que venía incluido o excluido.

Finalmente dijo la grosa cantidad de tres millones 750 mil rupias, a lo que yo contesté ¡imposible eso está totalmente fuera de mi presupuesto! Pero comenzó a dar miles de razones del porqué era bueno un tour de cinco días para recorrer la isla: es más seguro en tour, los autobuses nunca salen a tiempo y la carretera tiene muchas curvas y es peligrosa. Este último argumento resultó ser cierto.

Sin embargo, aproveché que Jiro se encontraba en el aeropuerto cazando para ir a las estaciones de autobuses. El dueño del autobús que me llevaría a Moni pasaría por mi  hotel a las 11 de la mañana, en dos días más.

En una de mis visitas al mercado compré atún aleta amarilla, dos grandes trozos de atún de un kilo costaron 20 mil rupias (dos dólares y centavos), también añadí limones y chiles, pepinos y una salsa de soya: un festín de reyes. Recorrer el resto de la isla fue mucho más sencillo, hay autobuses que conectan todas las ciudades y los paisajes son impactantes, pues es una isla volcánica. No hay que dejar de ver Kelimuto, un volcán en el que se han formado tres lagunas de diferentes colores. La única opción para verlas es en la madrugada cuando las nubes desaparecen.

En Bajawa, contraté un ojek, un motociclista que me llevaría a mi paso para poder fotografíar los sembradíos de arroz y las diferentes comunidades. Parece increíble pero la isla tiene diferentes etnias, cada una con costumbres propias. Por ejemplo, cerca de Ruteng los sembradíos de arroz se hacen de tal forma que parecieran una telaraña, y al parecer en el centro del mismo entierran a sus muertos.

Cinco días más tarde llegué a Labuan Bajo donde tomaría una embarcación para conocer el Parque Nacional de Komodo, pues se localiza en el extremo oeste de la isla y es la población más cercana al parque.

La razón de que su nombre tenga un sonido latino se debe a que Flores fue ocupada por los portugueses, quienes difundieron ahí el catolicismo, incluso los nombres de los pobladores son latinos como Heribertus o Wilhemus. Actualmente sólo algunos ancianos recuerdan esa lengua europea, pues predomina el indonesio (Bahasa Indonesia), entre otros dialectos.

Desde las montañas que rodean Labuan Bajo se pueden contemplar cientos de islas pequeñas, entre las que destacan las que conforman el hogar del dragón o saurio viviente. Ahí los atardeceres son espectaculares. Sin duda este rincón del mundo es un paraíso tropical con un clima privilegiado, playas vírgenes y palmeras.

Encuentro con el dragón de Komodo

El Parama Boat es un viejo barco pesquero adaptado para el turismo que, sin grandes comodidades hace viajes desde Lombok hasta Labuan Bajo y de regreso. Como parte de su itinerario hacen paradas para bucear y hacer excursiones en otras islas donde se puede conocer un poco de la vida de los campesinos locales.

Este es un viaje de bajo presupuesto y las comodidades son limitadas, es posible rentar un camarote muy pequeño, a penas del tamaño de la cama (como una caja de zapatos) o dormir en cubierta donde ponen colchones durante la noche.

Es una excelente experiencia que permite conocer las islas y disfrutar del mar y sus bellezas naturales. Esta región es uno de los grandes refugios mundiales para la biodiversidad y la vida silvestre, es justo ahí donde habita un ser casi prehistórico: el dragón de Komodo.

Tuve que esperar un par de días a que llegara el barco, hay que ser paciente pues nadie tiene una respuesta exacta del itinerario de los barcos. Las respuestas son aproximaciones inexactas.

El día de embarque se hace una pequeña fiesta con cervezas y los pasajeros tienen la oportunidad de conocerse. La marea baja sólo permite que zarpen hasta la madrugada.

La tripulación poseía un agudo sentido del humor, a tal grado que antes de subirnos a la embarcación para visitar la Isla de Rinca, relatan historias de terror relacionadas con los dragones. Lo único que puede hacernos sentir seguros es la confianza de los guardias y el estar en grupo.

La excursión incluye una caminata de dos kilómetros, a lo largo de los cuales se pueden ver búfalos de agua y subir al punto más alto de la isla para contemplar el paisaje. Y sólo si se tiene suerte se puede ver el lomo de algún dragón deambulando entre el pasto.

Cerca de las cabañas de los guardias, es donde vemos a un grupo grande de esos especímenes que, con sus tres metros de largo y una mordida mortal, se esconden entre la hierba -el pasto es suficientemente alto para cubrir su altura-.

Debíamos mantener una buena distancia pues son animales carroñeros y depredadores; su mordida y su saliva producen una infección que se agrava con rapidez y provoca una muerte certera.

Nunca imaginé que podríamos estar tan cerca de ellos, pero al parecer no tenían hambre y descansaban en la sombra; además creo que no estamos entre sus alimentos predilectos: cerdos, jabalíes, ciervos, perros y búfalos, mientras que los dragones más jóvenes se alimentan de ratas, pájaros, lagartijas e insectos.

El barco tarda dos días en llegar a Lombok, el ambiente es festivo pues la tripulación procura divertir y alimentar a los pasajeros, los alimentos están incluidos en el pasaje.

Excélsior es el segundo periódico más antiguo de la Ciudad de México, después de El Universal. Fue fundado por Rafael Alducin y su primer número circuló el 18 de marzo de 1917.

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