Caifanes `fue algo único, mágico e irrepetible'

Circulo de Oro 2021
/ 24 mayo 2008

    Alejandro Marcovich habló sobre su filosofía musical, sus nuevos proyectos y el legado de Caifanes

    Hace más de una década que Alejandro Marcovich no pisaba tierra saltillense, desde entonces han pasado muchas cosas en su vida: concluyó su etapa en Caifanes, trabajó en la disquera Sony Music, sacó su propio material discográfico, compartió escenario con bandas de distintos lugares y ahora imparte clínicas y talleres a jóvenes que sienten la misma inquietud musical que lo ha movido toda su vida.

    Esta última actividad es la razón por la que el guitarrista visita la ciudad, para compartir con los noveles guitarristas algunos trucos, pero sobre todo su filosofía musical.

    "(Lo que quiero es) abrir puertas al entendimiento, mostrar a los chavos qué cosas hay para aprender, cómo me acerqué yo al aprendizaje de la guitarra, de la música, de mí mismo. No para que sean como yo, sino para mostrarles cómo es el camino para ser un músico más completo".

    Expresa que ahora no se ven grandes movimientos musicales en México porque los nuevos músicos no tienen una propuesta que hable de su identidad, no acuden a los grandes intérpretes hispanoamericanos como Jorge Negrete, Chavela Vargas o Carlos Gardel, ni tampoco a los compositores como Joaquín Sabina, Roberto Carlos o José Alfredo Jiménez.

    "A mí me parece bastante evidente que mientras las nuevas generaciones sigan tratando de ser neciamente como no son, lo tienen más difícil (.) la juventud desdeña lo propio y creen que siempre es más cool perseguir una ideología y una imagen de cosas que vienen de fuera", plantea.


    Nuevos proyectos

    Para el ex guitarrista de Caifanes el tiempo no ha transcurrido en vano, al contrario, ha sido una etapa de total libertad, pues ha tenido la oportunidad de involucrarse en distintos proyectos.

    "Han sido años de madurar, de estudiar la música, de hacer música para películas, de tocar en un perfil solista sin ningún otro músico, más que mis pedales, efectos y cosas así, hasta con grupos de diferentes tamaños y formatos que he ido armando con el tiempo, por etapas, para diferentes cosas que han surgido".

    Aunque su carrera artística ahora sea toda una aventura, ya que no se encuentra en un grupo estable, Marcovich asegura que ahora se divierte más.

    "Este momento en particular, después de todos estos años de búsquedas y aprendizajes, ha sido muy nutritivo. Me siento mucho más maduro en muchas áreas de la música y en este momento lo que más me ocupa es la elaboración de un nuevo disco con material original y la parte educativa".

    Este nuevo material, que espera tener listo a fines de año, tiene mucha tela de donde cortar, ya que Marcovich tiene decenas de canciones guardadas que comenzó a componer hace ya un par de décadas.

    "Tengo mucho material, pero por cuestiones del destino fui alejándome de esto que en el año 80 empecé, que era un grupo que hice en donde yo era el cantante, guitarrista y compositor de la banda.

    Después en Caifanes mi rol fue mucho más específico de guitarrista y arreglista, de plasmar en el grupo mi esencia, mi búsqueda musical, de diseño sonoro, de esencia de ideas, pero todo eso me fue alejando de ese rol de compositor y de generador de canciones. Hay mucho guardado, esa es la realidad, sólo una canción mía, 100 por ciento música y 100 por ciento letra, se dio a conocer en Caifanes", recuerda.


    Caifanes `es un legado'

    Alejandro Marcovich no tiene ninguna reserva en hablar sobre las causas que provocaron la desaparición de Caifanes. Sólo basta hacer una referencia a la época de auge del rock mexicano, para que el músico recuerde a la banda que se convirtió en el emblema de toda una generación.

    "Lo que se sembró en la conciencia de la gente hace varios años fue una idea de que Caifanes estaba continuando, pero con otro nombre y con otros integrantes, luego con los originales, con lo cual nunca estuve de acuerdo.

    "Desafortunadamente (el grupo) terminó en un pico creativo, de mercado, de respuesta, de todo, estábamos en un punto ascendente, quizá faltaba mucho más por hacer. Pero por otro lado afortunadamente cuando pasa eso y un grupo termina así, abruptamente, en ese instante se queda como cristalizado en un momento maravilloso, en la memoria de la gente pues es el grupo perfecto, nunca hubo una decadencia", plantea sin nostalgia visible.

    Marcovich señala que definitivamente todos los integrantes viven con esa experiencia al lado, pero no como una piedra en el hombro, sino como una historia de muchos logros que los acompaña y que siempre está como una referencia.

    "Lo `padre' es que muchos chavos que están ahora en la secundaria, que no habían nacido cuando esto ocurrió, están descubriendo Caifanes. Entonces es una referencia, es un legado, es una serie de canciones o discos y una historia que se escribió día a día, (.) lo que hicimos nosotros estaba bien y se sostiene, eso me da mucho orgullo".

    No duda en afirmar que todos los integrantes tienen el derecho de interpretar el repertorio de Caifanes, lo que él hace con frecuencia, pero que en el presente una reunión con sus ex compañeros no es posible.

    "Si nos juntamos a hacerlo (interpretar la música de Caifanes) colectivamente, esa ya es tarea del destino, no se sabe".
    Para muchos, Marcovich es el villano de la historia, situación que a él le complace, porque los villanos "son más interesantes". Pero de acuerdo al guitarrista, los verdaderos causantes de la ruptura fueron personas ajenas al grupo.
    "Problemas éramos como cualquier familia disfuncional y feliz, quién quiere que todo sea perfecto, eso no genera una chispa creativa. No éramos un grupo donde había un líder y los demás (dijeran) `sí señor', cada quien tenía su personalidad muy fuerte.

    "No es una cuestión que realmente nos peleamos, si así hubiera sido quizá sería más fácil incluso reconciliarse. Creo que las motivaciones fueron más mezquinas, hubo muchos terceros influyendo en este proceso de desintegración y eso no estuvo nada bien. porque entre nosotros creo que había algo muy valioso y esos terceros se encargaron mezquinamente de acabarlo", sostiene con voz seria, pero sin asomo de tristeza o arrepentimiento.

    "Creo que todos perdimos mucho, obviamente eso no quiere decir que yo como ser humano esté desmembrado, me hayan amputado algo, para nada, estoy íntegro y estoy muy feliz haciendo lo que hago porque hablo conmigo mismo y me represento a mí mismo, y eso es suficiente.

    "He trabajado con músicos que en muchos casos los superan (a los integrantes de Caifanes) en recursos, en capacidades musicales, en ese sentido no pasa nada, pero la magia que hacíamos juntos era algo único, irrepetible y en ese sentido creo que sí perdimos un proyecto que nos pertenecía a todos", expresa el guitarrista.

    Finalmente, declara que el llamado "boom del rock mexicano" fue impulsado por Caifanes, Café Tacvba y Maldita Vecindad, que son los tres grupos que prácticamente han vendido la mayoría de los discos de rock.
    "Las propuestas que hicimos eran muy nacionalistas y a fin de cuentas sí hubo una cuestión de identidad, con una gran masa, con el pueblo de México, fue música que penetró en todas las capas sociales, en todas las edades", concluye.

    Sylvia Georgina Estrada (Monterrey, NL) es escritora, periodista cultural y editora. Es autora de los libros Músicas (Los libros del perro, 2021), La casa abierta. Conversaciones con 30 poetas (UANL, 2021), El Libro del Adiós (Editorial Pape, 2016) y del catálogo Pinacoteca del Ateneo Fuente 100 años (UAdeC, 2020).

    Su trabajo se ha publicado en periódicos y revistas de circulación nacional, así como en antologías de poesía, cuento, microficción y periodismo cultural.

    COMENTARIOS