Ciencia comprueba que el poder corrompe

Círculo
/ 28 septiembre 2015

El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente, dijo Lord Acton, pero ¿qué tan cierto resulta esto? La ciencia puede tener la respuesta.

Ciudad de México.- Es más seguro ser temido que amado decía Maquiavelo, y más de uno se sentirá identificado con esta frase, lo sepan o no. Maquiavelo dio recetas sobre cómo utilizar la manipulación y la crueldad para mantener el poder hace algunos siglos, pero casi 500 años después, el psicólogo Robert Greene publicó un libro sobre estrategia y poder titulado 48 Leyes del Poder, al puro estilo maquiavélico, en el que aconsejaba:

- Oculta tus intenciones

- Obtén la atención a cualquier costo

- Utiliza la honestidad selectiva y la generosidad para desarmar a tus víctimas

- Aplasta a tu enemigo totalmente

- Mantén a los otros en un terror continuo

El libro fue uno de los más vendidos en Estados Unidos cuando salió a la venta.

Lord Acton dijo: El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente, pero ¿qué tan cierto resulta esto? La ciencia puede tener la respuesta.

Un estudio de la Universidad de California en Berkeley encontró nueva evidencia que indica que el ejercicio del poder tiene efectos en el lóbulo frontal similares a los de un daño cerebral producido por algún trauma.

Las regiones de los lóbulos frontales, que ahora están siendo llamados la red de la empatía nos ayuda a detectar el dolor de otras personas, explica el psicólogo Dacher Keltner. Cuando hay daños en las redes de la empatía del cerebro, lo cual sucede, las personas se vuelven muy impulsivas, señala Keltner, y además tienen a desconectarse de las personas.

De acuerdo con el especialista, los estudios de laboratorio demuestran que si le das a una persona aunque sea un poco de poder, sus cerebros se parecen un poco a los de pacientes con daño cerebral, y agrega que cuando te sientes poderoso, como que pierdes el contacto con la gente. Dejas de preocuparte por lo que otras personas piensan.

Keltner sostiene que debido a este daño cerebral, cuando las personas se sienten poderosas son más propensas a coquetear de manera inapropiada, a decir groserías o actuar de manera ruda en el trabajo.

¿Entonces debemos evitar el poder? De acuerdo con Keltner y otros expertos, esto no es posible. El poder es algo inherente a la condición humana, y va más allá del poder que ejercen los políticos o la policía, también está presente cuando un niño hace un berrinche para que su padre le compre un dulce, o cuando una mujer utiliza el sexo para conseguir lo que quiere, o cuando los ciudadanos se inventan consignas para ofender a sus gobernantes durante las protestas políticas.

El poder no es algo que debemos (o podemos) evitar, ni es algo que pasa necesariamente por la dominación y la sumisión. Estamos negociando el poder cada instante de nuestra vida social Cuando buscamos la igualdad, estamos buscando un equilibrio efectivo del poder, no la falta de él. Lo utilizamos para ganar el consentimiento y la cohesión social, y no sólo el cumplimiento. Ser humano es estar inmerso en la dinámica del poder, refiere Keltner.

Es común escuchar la otra frase está enfermo de poder, que quiere decir que una persona ejerció su poder de manera excesiva. Lo importante es estar consciente de esta circunstancia para darnos cuenta cuando nos estamos enfermando de poder y poder hacer algo para contrarrestarlo.

Por Andrea Jaramillo para El Semanario sin Límites

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