Epitafios extravagantes

Círculo
/ 28 septiembre 2015

Es habitual que los epitafios invoquen un recuerdo hacia la persona que allí reposa, pero en ocasiones ofrecen enseñanzas e inspiraciones para quienes los leen.

Madrid, España.- Además de reflejar algunas de las últimas palabras o reflexiones de una persona, la inscripción que se pone sobre un sepulcro o en la lápida o lámina colocada junto al enterramiento, y que  a veces se acompaña de una escultura sugerente, deja algunas frases para la posteridad que obligan a pensar, reírse o sorprenderse, a conocidos y desconocidos que las observan. 

La escritora y reconocida periodista de radio Nieves Concostrina, redactora jefe de la revista Adiós (www.revistaadios.es), dedicada a reflexionar e informar sobre la muerte y el mundo funerario desde la cultura, ha recopilado algunos de  los epitafios más llamativos, a ambos lados del Atlántico.

Consultada sobre las inspiraciones que pueden extraerse de la lectura de algunas frases sobre las tumbas en fechas como la fiesta de Fieles Difuntos, Concostrina responde a Efe que "un vistazo a cualquier epitafio, ya sea agudo o vulgar, solo debe darnos una lección: aprovechar cada minuto de esta vida. Creo que esa es la única enseñanza que debemos recoger". 

"Cada lápida guarda a alguien que se fue de este mundo en paz, cabreado, resentido, esperanzado o dolido, y algunos quieren dejarlo dicho. Al fin y al cabo, ya que es lo último que van a decir, que digan lo que quieran", indica la autora del libro 'Y en polvo te convertirás' (www.nievesconcostrina.es). 

"Unos se van con la confianza de llegar a un mundo mejor y otros, convencidos de que se acabó lo que se daba, se permiten dedicarnos un último deseo", añade, y pone el ejemplo de un difunto al que pusieron en su epitafio del cementerio  de Montjuïc, en la ciudad española de Barcelona: Mi última diligencia: ¡que os zurzan. 

Sobre cuáles son los más destacados epitafios que ha recopilado, la periodista comenta:

Desde que empezamos a recopilar epitafios en un programa en Radio Nacional de España, hemos alcanzado casi los 4.000 inscripciones funerarias y, prácticamente, resulta imposible elegir entre tanta genialidad. 

QUE CONSTE QUE YO NO QUERÍA

"Aunque siempre recuerdo una tumba que hay en el Cementerio General de Santiago de Chile en el que un viudo fue añadiendo una inscripción en la sepultura de su mujer en cada fecha de su aniversario, destaca. 

"Este hombre, en cada una de esas inscripciones, le iba contando a su difunta cómo le iba la vida, si se ponía a dieta, si tenía un nuevo nieto, si se echaba novia Me parece el ejemplo más claro de que la vida sigue, pero el recuerdo perdura, señala la escritora a Efe. 

Y al margen de sentimentalismos, hay otro epitafio que me gusta mucho por la ironía que desprende. Está en el cementerio de Santa Isabel, en la ciudad española de Vitoria, y dice Que conste que yo no quería, afirma Concostrina.

"Por otra parte, resulta que el epitafio más célebre de un personaje famoso, aquello de Perdone que no me levante, atribuido a Groucho Marx, es precisamente uno que no existe, señala. 

Según Concostrina, las últimas palabras atribuidas a Groucho Marx nunca han estado en el columbario del actor en el cementerio Eden Memorial Park de Los Ángeles (EU), pero se hizo tan popular que ahora está en infinidad de tumbas de todo el globo. 

"Siguiendo la misma regla quizá también exista en algunos cementerios del mundo el epitafio atribuido a Johann Sebastian Bach y tan fingido como el de Groucho: Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga, o el de Moliére, igualmente fantástico: Aquí yace Moliére, el rey de los actores ", ironiza la escritora.

"¿Para qué malgastar una sonrisa con el inexistente epitafio atribuido al marqués de Sade (Si no viví más fue porque no me dio tiempo) cuando en otros cementerios españoles como el de Santa Isabel de Vitoria o en el Coria (Cáceres) los hay tan geniales como Que conste que yo no quería o Estoy aquí contra mi voluntad; o en la ciudad de Valencia existe uno que reza: Aquí yaces y haces bien, tu descansas, yo también?", reflexiona Concostrina.

"¿Por qué sorprenderse del jactancioso epitafio que se imputa falsamente a Orson Wells (No es que yo fuera superior, es que los demás eran inferiores), cuando en ´la pequeña población de Cisterna (León, España) puede leerse en un nicho: Estoy muerto. Enseguida vuelvo.?", añade.

SI BUSCAS ELOGIOS.¡MUERE!

"Sin embargo, si tuviera que elegir un epitafio que me resulta tan simpático como cierto, y que resume el cinismo humano, sería el que está en el nicho del autor literario Jardiel Poncela, en la Sacramental de Santa María, en Madrid: Si buscáis los máximos elogios, moríos, remata Concostrina.

Según Concostrina, la tumba más famosa del cementerio de Ávila (España)  no lo es tanto por su largo epitafio inscrito en piedra, como por la escultura adosada a la lápida: una mano que envía un mensaje comprensible en buena parte del mundo, consistente en su palma vuelta hacia arriba con su dedo medio estirado  y los otros cuatro recogidos.

"Cuando nací, todos reían y yo lloraba. Viví de tal manera, que cuando morí, todos lloraron y yo reí. La marihuana es lo que tiene, reza otra memorable leyenda lapidaria inscrita en una placa situada en el cementerio de Riópar, en Albacete (España)",  recuerda esta experta.  

La fea costumbre española de angustiar al visitante del cementerio con frases amenazadoras se exportó a la América hispana y en el caso del Cementerio de Paucartambo, en Perú, han corregido y aumentando la amenaza incluyendo un innecesario insulto: "¡Desgraciado!", señala Concostrina.

Según su libro, en el cementerio de Green Wood, Brooklyn, Nueva York (Estados Unidos), una tumba cuenta con una tarta esculpida para celebrar "el cumpleaños en el cielo", como reza el mensaje situado junto a ella, mientras que en el camposanto de Carabanchel (Madrid, España), una lápida tiene inscrito Tus amigos CASI no te olvidan.

Que conste que yo no quería (Santa Isabel, Vitoria)  o Recuerdo de tus padres que nunca te olvidan y mi esposo me olvidó al mes de fallecida (sobre una lápida de Osuna, Sevilla), son otros epitafios memorables recopilados por esta escritora en cementerios americanos, europeos y españoles. 

Y es que, según explica a Efe Concostrina, "los muertos, ¡están en su derecho! de dejar estas inscripciones, ya que siempre tienen la última palabra. Se ríen y se duelen de la vida, de sus amigos y familiares, de sus pasiones y muchos aprovechan la ocasión para dejar las cosas claras. Con el descaro del que solo puede hacer gala un difunto, a quien no se le puede llevar la contraria.

DESTACADOS:

-- "Un vistazo a cualquier epitafio, ya sea agudo o vulgar, solo debe darnos una lección: aprovechar cada minuto de esta vida", señala a Efe la escritora Nieves Concostrina, autora del libro 'Y en polvo te convertirás'.

-- El epitafio más célebre de un personaje famoso, el Perdone que no me levante, supuestamente de Groucho Marx, es uno que no existe; al igual que el atribuido al Marqués de Sade: ´Si no viví más fue porque no me dio tiempo`", destaca Concostrina.

-- "Los muertos tienen la última palabra, se ríen y duelen de la vida y sus pasiones, de amigos y familiares. Muchos aprovechan la ocasión para dejar las cosas claras, con el descaro de aquel a quien no se le puede llevar la contraria, enfatiza la escritora.

Por Ricardo Segura/EFE-Reportajes

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