¿Cómo saber si tengo pie de atleta?

Este nombre tan poco técnico designa un problema que afecta a siete de cada 10 personas en el mundo y que se da cuando un determinado hongo aparece en la piel del pie, uno de los lugares donde es más fácil que proliferen hongos y bacterias debido a que es húmedo y está en un lugar hermético. Se contagia de manera muy fácil, por lo que es habitual que se transmita a otras partes del cuerpo cuando lo tocamos, aunque suele adoptar la forma de los hongos comunes, y no de este tipo tan antiestético.

Los lugares más habituales de contagio son las zonas húmedas y concurridas, como piscinas o duchas comunes, así como los salones de manicura. Además, la ropa sin estrenar o la que ha sido llevada mucho tiempo sin lavarse pueden también hacer proliferar las bacterias en los pies. Además, no se sabe muy bien por qué motivo, pero algunas personas tienen una mayor propensión a contagiarse, sobre todo si ya se ha padecido el problema en alguna ocasión.

La diferencia con respecto a otros hongos similares es que este descama la piel y cuando se agrava afecta en gran medida a las uñas, que pueden romperse o desprenderse y que requieren un tratamiento específico. En algunos casos más severos, los pies pueden sufrir enrojecimientos, ampollas o comezón, además de la incómoda peladura que se da en cualquier caso.

Sin embargo, los tratamientos no son tan intensos como podría parecer, dada su gravedad y la celeridad con que aparece y se propaga. En la mayoría de los casos, pueden tratarse en casa con sprays o lociones, mientras que de necesitar prescripción médica, los tratamientos podrían basarse solo en pastillas. Acudir al hospital debe ser obligatorio en los casos en los que el pie no se desinflama y está caliente o tiene manchas y líneas rojas. Si expulsa pus, secreción o se sienten síntomas de fiebre también debería analizarse y, sin ninguna duda, si aparece en pacientes diabéticos o personas con un sistema inmunitario debilitado.