Cerveza sobre ruedas, fenómeno alemán de la "beer bike"

Círculo
/ 23 septiembre 2015

Las "beer bike" se han convertido en el perfecto acompañante para las despedidas de soltero, pese a que alquilarlas durante dos horas cuesta 600 euros (casi 900 dólares).

Berlín, Alemania.- A los alemanes les encanta su cerveza. Y adoran moverse en bicicleta. Por eso, sólo era cuestión de tiempo que a alguien se le ocurriera la idea de montar un bar sobre ruedas: la "beer bike", algo así como una bici cervecera.

Convertida en una imagen habitual en las calles de las ciudades durante la primavera y el verano (boreal), la "beer bike" es una estructura del tamaño de un minibús con puestos para hasta 16 pedaleantes sentados sobre taburetes de madera.

El conjunto rodea un bar en forma de "U", desde el que un camarero sirve cervezas en grandes jarras de cristal mientras los clientes pedalean hasta emborracharse. A la cabeza de este torpe vehículo se sienta un conductor que gestiona las curvas y los cruces.

La idea nació hace cinco años en Colonia, en el oeste de Alemania, pero el fenómeno de la "beer bike" pedalea ahora a lo largo y ancho del país y, gracias a YouTube, se está convirtiendo en una moda internacional, señalan Udo Klemt e Ingo Boell, fundadores de la empresa BierBike.

"Hay franquicias locales en ciudades de toda Alemania", dice Klemt, e insiste en los estrictos estándares de seguridad de su iniciativa. Las bicicletas están diseñadas especialmente para la empresa y cumplen las duras normas federales de vehículos a pedales. Además, los conductores son entrenados especialmente para llevar este tipo de vehículos y se les prohíbe beber mientras trabajan.

Las "beer bike" se han convertido en el perfecto acompañante para las despedidas de soltero, pese a que alquilarlas durante dos horas cuesta 600 euros (casi 900 dólares). Klemt argumenta que, con una capacidad para 16 personas, el precio "no es mucho mayor a lo que se pagaría en la terraza de un bar convencional".

Aparte, "añade la novedad de conducir por las calles, el aire fresco y las risas de los transeúntes, el poder saludarles y que los conductores toquen sus claxon para decir 'hola'". Es una manera de montar una fiesta en medio de la vida cotidiana de la ciudad, lo que la convierte en "doblemente memorable", añade.

Sin embargo, no todos están de acuerdo con Klemt. Alemania es un país regido por estrictas normas y regulaciones, donde uno no puede cortar el césped de su jardín los domingos ni poner la lavadora después de las 22 horas por si acaso molesta a sus vecinos.

Así, funcionarios locales iniciaron hace dos años en Düsseldorf una batalla jurídica para sacar las "beer bikes" de las calles. Argumentan que éstas no son vehículos en el sentido estricto de la palabra, y que por tanto no deberían formar parte del tráfico urbano.

"Sinceramente, no vemos en qué base legal puede apoyarse Düsseldorf", opina Klemt sobre la prohibición gestionada por las autoridades locales y avalada por un juzgado local. Un tribunal de apelación anuló la sentencia, por lo que el uso de la "beer bike" está ahora pendiente de la Justicia.

"Una 'beer bike' es básicamente una bicicleta. Y si uno prohíbe que circulen las 'beer bikes', tendrá que prohibir también todas las bicis", sostiene Klemt.

Aunque para algunos, el rechazo proviene simplemente de la imagen de turistas borrachos cantando temas pro alcohol con altavoces. Por eso, en un intento de mejorar este aspecto, ya hay franquicias de "beer bike" que ofrecen alternativas con café, pasteles y refrescos. Otras  son adornadas con carteles y se usan como carrozas en desfiles y manifestaciones políticas.

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