La nectarina
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La delicada pero firme carne amarilla de la nectarina puede mostrar unas curiosas tonalidades rosadas o blancas, un aroma peculiar y un sabor dulce con notas picantes.
Probablemente tuvo su origen en China hace más de 2 mil años y, en su trayectoria hacia otros lugares, fue cultivada primero en Persia y luego en Grecia y Roma.
Su cultivo fue prácticamente abandonado en Europa hasta hace unos 50 años que resurgió en California. Hoy, Estados Unidos es el mayor productor mundial de una fruta que se consume en los cinco continentes.
Los hidratos de carbono de una nectarina fresca proporcionan en torno a 50-55 calorías por 100 gramos -no son demasiadas, tratándose de una fruta- pero lo importante es su contenido en micronutrientes.
Una pieza mediana (de 135 gramos) aporta 204 microgramos de betacaroteno o provitamina A, lo que representa el 11.3 por ciento de las necesidades diarias. Su contenido en vitamina C no es comparable al de otras frutas campeonas, pero la cantidad es significativa: 8 miligramos por cada 100 gramos que contribuyen a satisfacer el 13 por ciento de los requerimientos diarios.
En cuanto a los minerales, destaca la cantidad de potasio: 270 miligramos por cada 100 gramos, que favorece la eliminación de líquidos y participa en la contracción del músculo cardiaco.
Hay que destacar también la presencia de otros dos elementos interesantes en las nectarinas: el agua (80 por ciento del peso) y la fibra soluble o pectina (2.3 gramos).
La nectarina ayuda a los riñones a filtrar y eliminar líquidos. Resultan ligeramente laxantes gracias a la fibra y al contenido en agua.
Por su contenido en magnesio (9 miligramos por cada 100gramos), mineral que equilibra el sistema nervioso central y tiene una ligera acción sedante, se puede explicar que sea recomendada en situaciones de estrés y miedo.
Protegen la piel, las mucosas, los ojos y el corazón frente a la acción de los radicales libres. Fortalecen el sistema inmunitario y también estimulan el apetito, gracias a sus ácidos frutales.
En el mundo se producen unas 150 variedades de nectarinas. Todas ofrecen una piel lisa, fina y brillante. Las de carne amarilla suelen ser más jugosas, tiernas, fibrosas y dulces, por lo que resultan más adecuadas para añadir crudas en ensaladas o salteados y en batidos, jugos, macedonias, tartas, mermeladas, coulis, cremas o salsas, como los chutneys especiados.
Las de carne blanca se deshuesan más limpiamente, y son más crujientes, menos fibrosas y algo más ácidas, por lo que dan excelentes resultados en ensaladas, o cocinadas brevemente en un salteado, rehogado o asado leve.
No siempre las más rojizas son las más maduras. Están en su punto las que desprenden un intenso olor agradable y cuya pulpa cede ligeramente a la presión de los dedos. No deben mostrar zonas más blandas y oscuras que otras.
Respecto a su conservación, hay que tener en cuenta que es una fruta delicada y se aconseja no guardarla más de 4 ó 5 días desde su compra. Si se dejan fuera del refrigerador, además de madurar más rápido, sufren una deshidratación alta y se vuelven pastosasy harinosas.