Saltillo: Mujeres con cáncer de mama sufren al ‘doble’
Cubrir cuotas del Servicio Médico no garantiza que recibirán atención; carencia de medicamentos y de personal en instituciones de salud, agravan padecimiento
Los reclamos a las instituciones de salud pública de Coahuila y de la Federación se han vuelto más constantes en los últimos años. La falta de medicamento, de atención, de tecnología y de personal, se han vuelto una epidemia que se ha esparcido en las instituciones para todo tipo de enfermedad... y el cáncer de mama no es una excepción.
La historia de tres maestras jubiladas de Saltillo que se han atendido en diferentes instituciones públicas por padecimientos de cáncer de mama, dan cuenta de las carencias en los servicios de Salud de clínicas como el Magisterio, y de la Clínica de Especialidades del ISSSTE en la capital coahuilense.
TE PUEDE INTERESAR: Coahuila: 8 de cada 10 pacientes de cáncer de mama piden apoyo psicológico tras diagnóstico
En todos los casos se destaca que en la atención no están las grandes fallas, sino en los sistemas administrativos y biológicos de los hospitales.
Ana Luisa García es una maestra jubilada del nivel secundario en Saltillo, quien fue diagnosticada en febrero de 2021 con cáncer de mama, tras haber sido dada de alta de un padecimiento de COVID-19.
Ana Luisa, quien es derechohabiente del Servicio Médico que otorga para la atención a la Clínica el Magisterio, tiene en sus memorias que los primeros problemas a los que se enfrentó en la clínica, tras el shock de la sospecha, fue al de los estudios que le indicarían especialmente el tipo de tratamiento al que debía someterse.
“Ya cuando se trató de estudios, me negaron el estudio patológico, entonces difícilmente podíamos saber qué tipo de cáncer era”, dice.
Recuerda que cuando solicitó ayuda a la Dirección del Servicio Médico no tuvo una respuesta favorable, por lo que este estudio tuvo que ser solventado desde sus bolsas y las de sus hijos, pero ahí no paró el problema, pues los estudios que pagó en un privado le revelaron que debían ingresar al quirófano de la forma más urgente posible, acción que tampoco le fue solventada.
“Me recomendaron una cirugía muy urgente porque era un cáncer muy invasivo. Pido la autorización para la cirugía y me dicen que hay una lista muy larga y me niegan esa operación. Otra vez tuve que ver por mis medios y solventar la cirugía de la que salí un día después porque aunque era una operación dolorosa, lo que quisimos fue que no se nos cobrara un día más”, indica.
Después de ello, otro problema al que se enfrentó fue a la falta de medicamentos. Recibió 15 quimioterapias que también fueron solventadas por ella, y que en el mercado están en un promedio de 23 mil pesos el costo que de nuevo fue absorbido por una de sus hijas.
“Sigo endeudada por ese diagnóstico. Esto me ha afectado en todos mis recursos, incluso para mi alimentación y mis servicios básicos y a veces ni para eso”, dice.
Sin embargo, la historia de Ana Luisa no se termina ahí, pues ahora enfrenta una nueva situación con el cáncer en la cual ya empezó a tener los mismos problemas que tuvo anteriormente.
“Desafortunadamente en 2023, en mayo, en la revisión de seguimiento detectamos que hay una nueva lesión. Y ahí nuevamente me atienden, me escuchan, pero me piden esperar. Después se fueron de vacaciones y esperé hasta agosto, y no se dieron esos estudios y tengo que buscarlos por mis propios medios”, dice.
Ana Luisa explica que hoy en día se siente molesta, toda vez que incluso durante sus años como servidora de la educación aportó voluntariamente para servicios quirúrgicos que hoy no tiene, mientras que en aquel tiempo se imaginaba que saldría con una seguridad de salud digna.
“Yo me he sentido totalmente relegada o que no le han dado importancia a mi situación cuando he aportado totalmente mis cuotas durante los 30 años que estuve activa. Las personas que están al frente del Instituto o del Servicio Magisterial se deben sentir en un control tan exagerado como si me fueran a brindar el servicio de su bolsa”, expresa.
PADECIMIENTO QUE SE EXPANDE
Esta es la misma situación de Gloria Rodríguez y de María Teresa Arriaga, ambas maestras jubiladas que en los últimos años fueron diagnosticadas con cáncer de mama y que fueron atendidas en el ISSSTE de Saltillo, en el área de la especialidad de oncología.
Específicamente, el caso de Gloria Rodríguez data de inicios de 2022, cuando un dolor intenso en la espalda le prendió las alertas, pues éste se comportaba de manera extraña y diferente a todos los dolores que había sentido en su vida.
Uno de los primeros problemas a los que se enfrentó en la atención en el ISSSTE, fue el momento en el que le aplicaron la biopsia que tardó dos meses en llevarse a cabo debido a las citas, para la que tuvo que comprar su propia aguja.
Gloria Rodríguez recuerda que durante los procesos de quimioterapia hubo al menos dos ocasiones en que tuvo que esperar por falta de medicamento, aunque ella también lo atribuye a que cada vez existen más casos de cáncer, que lo observan mucho en la gente de su edad.
“Ahí sí me atrevo a decir que también se puede deber a que somos muchísimas personas las que ahora tenemos cáncer. Tal vez por eso hay veces en que el medicamento aunque ya esté autorizado, no se puede dar a todo el mundo porque se escasea”, dice.
PAGA MEDICAMENTOS DE SU PROPIA BOLSA
Por otro lado, María Teresa Arriaga quien fue diagnosticada por primera vez en 2020 en el marco de la pandemia y tuvo que enfrentarse a un sistema de consultas vía telefónica por la contingencia sanitaria; en 2021 fue víctima de un nuevo padecimiento. .
Para esta última ocasión, María Teresa dice que aunque las guías de alimentación y la atención general fueron buenas, en algún momento tuvo que subsidiar sus medicamentos, que tienen un costo aproximado de 2 mil pesos cada mes.
En ese sentido, en los tres casos, las maestras recuerdan que si bien no esperaban que una enfermedad así les llegara en algún momento, sí se imaginaban que aunque sin lujos, tendrían una base sólida en lo que concierne a su atención médica, así cuando lo necesitaran; sin embargo, las áreas de oportunidad son numerosas.
“Cuando aportas es porque piensas que vas a tener una salud digna, pero a la larga no sabes que vas a tener una enfermedad que no puedes solventar porque son muy costosos los tratamientos. Afortunadamente sí nos solventa y sí salimos adelante, pero somos muchos ya, muchos derechoahabientes que padecemos cáncer”, dice Gloria.
“Para empezar, uno se jubila y piensa que va a disfrutar la vida. Después vemos a compañeros que empiezan a padecer, pero después vemos el ISSSTE que sabíamos que faltaban medicamentos, no sabemos por qué si uno paga cuando está trabajando y piensa que no va a batallar en esa cuestión, pero sí. No han sido muchas veces que he tenido que comprar, pero sí lo he tenido que hacer”, indica por otro lado María Teresa.
TE PUEDE INTERESAR: Saltillo: Facultad de Sistemas de la UAdeC desarrolla app para jóvenes; ayuda a conseguir empleo y apoyo psicológico
Todas estas situaciones afectan a la salud emocional y psicológica de las mujeres, que, de acuerdo con la organización Casa Rosa, en el 80 por ciento de los casos han llegado a estas instituciones solicitando un servicio de este tipo.
En Coahuila, la tasa de detecciones de cáncer está entre 24 y 30 mujeres por cada 100 mil mujeres, según el Inegi; una enfermedad cuyo tratamiento ya está dentro del catálogo de los derechohabientes de los servicios de salud públicos.
Sin embargo, algo en lo que coincide los tres casos de las maestras quienes fueron aportantes a los servicios médicos, es en la voluntad de salir adelante, aun enfrente de todas las adversidades, y en ese sentido, hacen un llamado a todas las mujeres a estar pendientes de su salud y realizar sus chequeos, así como a no dejar a la suerte este tipo de padecimientos.
“Aún con todo esto, yo sí tengo ganas de seguir con vida y ver a mis hijos”, resalta Ana Luisa.