Gorgojos a la carta (Bon appétit)

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Ejércitos de escarabajos luchan día a día para sanar a quien se los coma. Aquí los testimonios
Saltillo, Coahuila. Uno no es ninguno, bromea Juan mientras sirve una cucharada de escarabajos en un caballito tequilero. Sin titubear un solo instante se lleva el vaso a la boca y deja que los insectos caminen por su lengua antes de tragarlos. Se divierte retando a quienes lo observamos: ¡ándenles! quién quiere, no pasa nada.
Hace 22 años Rubén Dieminger escuchó en la radio el testimonio de una persona que aseguraba haberse curado de cáncer en la piel comiendo insectos. Este hecho ocurrió en una ciudad argentina llamada Oberá, a más de 7 mil kilómetros de Saltillo.
La anécdota viajó en el tiempo y en el espacio, de boca en boca, de provincia en provincia, hasta llegar a oídos de Manuel, un hombre de 43 años de edad a quien hace siete meses le dieron la peor noticia de su vida.
Me detectaron cáncer de próstata tipo cuatro, me dijeron que era el más avanzado y que ya había tocado hueso.
Una semana después de haber recibido su sexta quimioterapia en el Hospital de Especialidades N° 25 del IMSS en Monterrey, Manuel nos recibe en su casa, en la colonia Ojo de Agua, al sur de la ciudad de Saltillo. Ni su rostro ni su cuerpo denotan el cáncer en su interior.
La cabeza un poco embotada nada más, responde sobre los efectos secundarios que le provocó la última quimioterapia. Cada 21 días Manuel recibe este tratamiento. La primera vez se sintió tal y como le advirtieron médicos y conocidos, intenso dolor de cabeza, náuseas, vómito, cansancio excesivo.
Mientras él se encontraba internado, un paciente de cáncer a quien no conocían se acercó a su esposa en la sala de espera y le habló sobre unos pequeños bichos llamados gorgojos chinos que lo habían hecho sentir mejor durante y después de las quimioterapias.
Nos dijo los exhorto a que se los tome, sin abandonar su tratamiento, dijo esto le va a ayudar mucho, yo no sé si son los gorgojos, si es la fe, si es la quimio, pero todo va de la mano, recuerda la eposa de Manuel y madre de sus dos hijos.
No era la primera vez que escuchaban sobre los tenebrios, como se les conoce también a estos insectos del orden de los coleópteros. Palembus Ulomoides Dermestoides es el nombre científico de las pequeñas criaturas.
Fue la hermana de Manuel quien le comentó por vez primera sobre los gorgojos, le dijo que una tía de su esposo se controlaba la diabetes comiéndolos y que eran buenos para otras enfermedades como el cáncer.
Manuel no la escuchó. El solo hecho de pensar en ingerir insectos era demasiado repulsivo.
El origen
Mi primera reacción fue burlarme de esa persona, lo escuché en una radio ¡qué bruto! cómo va a comer bichos, confiesa Rubén Dieminger durante una entrevista concedida vía internet a estudiantes de una secundaria de Tacna, Perú, y que se encuentra disponible en Youtube.
El argentino y creador de la llamada Cadena del Gorgojo relata que él, como todo el mundo, lo primero que hizo fue dudar del supuesto beneficio de los gorgojos.
Sin embargo, los testimonios de personas de su misma comunidad fueron convenciéndolo de que no se trataba de un engaño.
Comenzó a leer y a estudiar sobre entomología, lo mismo que sobre medicina, y aunque su profesión es la informática pronto se convirtió en una especie de experto sobre aquellos seres milagrosos.
Los médicos me empezaron a atacar diciendo si usted es programador de computadoras qué sabe de salud, yo me empecé a defender, yo no sé de salud, eso debe estar en manos de los médicos, lo que sé es que este señor nunca fue al médico y se curó de cáncer, () así que el defenderme me llevó a investigar más.
Rubén Dieminger comenzó a recoger los testimonios de aquellos que consumiendo tenebrios tuvieron resultados exitosos en el tratamiento de alguna enfermedad. Registraba uno a uno los casos, con nombres, direcciones y la mayor cantidad de información para demostrar que no se trataba de una estafa.
Es así como nació la Cadena del Gorgojo, una red de personas que se encuentra hoy en más de 30 países, la mayor parte de habla hispana, y que aseguran que consumiendo estos insectos han mejorado su salud. Comparten este testimonio para que otros puedan confiar y experimentar los mismos beneficios.
Decirle al mundo algo está pasando, pero yo no tengo ni los recursos ni los conocimientos para investigar. Nadie investiga algo si no es suficientemente importante, pero cómo se transforma en algo importante, cuando involucra a muchas personas, ahí nace la cadena, dice Rubén.
Explica que ese es el principal propósito de la red que creó, lograr que tome la fuerza suficiente para que universidades, laboratorios, instituciones públicas o privadas de salud, reconozcan su importancia y se avoquen a la investigación de los efectos de estos animales en el organismo.
A través de internet la Cadena del Gorgojo fue creciendo hasta tener miles de integrantes alrededor del mundo.
No porque se haga propaganda, es un proceso natural, cuando ves a alguien, un familiar, un amigo, que le ha hecho bien, la gente cree, pero más que creer, ver en otro amigo que mejoró, eso es muy fuerte, es muy poderoso, dice el argentino y aclara: esto se consumía muchos años antes de que yo aparezca, yo no soy el inventor del consumo, lo que hice fue comenzar a contarlo.
Lo que logró fue organizar esa red de personas que de boca en boca iban compartiendo su experiencia y traspasar así las fronteras de su país.
Para enviar los gorgojos de una nación a otra Rubén y muchas otras personas tuvieron que burlar las aduanas mintiendo sobre el equipaje que llevaban o el tipo de paquetería que estaban por enviar.
Los tenebrios comenzaron a viajar así hasta llegar a miles de kilómetros lejos de la provincia de Misiones, en Argentina, donde hace 22 años Arnoldo Robles, enfermo de melanoma, habló por primera vez en la radio sobre el efecto de los gorgojos chinos.
Ver para creer
Al conocer el testimonio de un paciente de cáncer como él, Manuel decidió vencer el asco que le provocaba pensar en comer gorgojos y llamó a su hermana para pedirle que se los llevara.
Empezó, como la mayoría, con una colonia de cuatrocientos tenebrios. El primer día cerró los ojos para no mirar el bicho que en una cucharada de yogurth iba directo a su boca.
De acuerdo a la Cadena del Gorgojo la dosis recomendada para los pacientes adultos de cualquier enfermedad o condición física por la que se buscan sus beneficios, es la siguiente: un bicho el primer día, dos el segundo, tres el tercero y así hasta contar 70.
Posteriormente la cuenta va de regreso, es decir, 69 un día, 68 el siguiente, luego 67 y así hasta el cero. Se recomienda después suspender el tratamiento durante una o dos semanas, o en casos graves como el de Manuel continuar sin intervalos.
La Cadena del Gorgojo
La razón por la que se comen 70 es porque, aparentemente, el organismo no tiene la capacidad de digerir una cantidad mayor. El motivo de que se consuman de manera progresiva es simplemente para que el cuerpo se vaya acostumbrando a la toxina que liberan.
Yo creo que a los quince días que empecé a consumirlos empecé a notar mucho cambio, afirma Manuel.
El cansancio que sentía en su espalda y que no le permitía estar sentado ni de pie durante mucho tiempo, simplemente desapareció, asegura.
Pero lo que habría de convencerlo completamente de las propiedades de los gorgojos chinos fue la reacción que mostró a su segunda quimioterapia.
Ya tenía yo casi un mes consumiendo los gorgojos y ya no hubo síntomas, ese día que salí ya no sentí lo mismo. Las náuseas, el vómito, el dolor de cabeza y el cansancio extremo no han regresado. Su esposa avala el efecto que los bichos han tenido en su marido.
El urólogo me dijo que yo tenía que estar preparada para todo, que porque iba a tener cambios de humor muy fuertes, que él iba a estar con mucho dolor, me pintaron el panorama muy negro, me dijeron que era el cáncer más agresivo, muy doloroso () Ahora él come bien, duerme bien, no siente dolor , dice la esposa de Manuel.
Pero no solo se siente o se ve mejor físicamente, sino que los resultados de los análisis indican que el antígeno prostático bajó de más de 1000 a tan solo 130. La concentración de antígeno prostático en la sangre es una de las principales pruebas para observar el avance del cáncer de próstata en los hombres.
El día que Maunel salió de su segunda quimioterapia se fue de paseo junto con su familia al centro de Monterrey. La esperanza había vuelto a su vida.
Para todas las edades
Los resultados han sido tan sorprendentes que Manuel y su esposa Laura decidieron probar los gorgojos con otro miembro de la famila.
Durante nueve años Jesús ha visto cómo los niños de su edad desayunan cereal con leche, comen pizza o cenan espagueti con crema, van al cine y piden nachos cargados de queso amarillo, esos y muchos otros antojos que él nunca había podido satisfacer.
Luego luego sentía un dolor en el estómago y en la frente, le hicieron estudios y no dábamos con qué quitarle eso, cuenta su padre. Siempre estaba internado y dolor y vómito y me duele y siempre estaba internado, agrega su mamá.
Jesús es intolerante a la lactosa y de acuerdo a los médicos tendría que vivir siempre con esa condición, restringiendo numerosos alimentos de su dieta. En la casa ya todos estaban acostumbrados a no comer lácteos ni sus derivados en solidaridad con él.
Los testimonios de la Cadena del Gorgojo indican que también los niños pueden ingerirlos, aunque se recomienda llegar hasta 30 bichos como máximo. Jesús probó y ahora va en el número 25 de la cuenta regresiva.
Ayer hicimos una prueba, teníamos meses de no comer nosotros pizza porque a él le hacía daño el queso y ayer hicimos la prueba. Por primera vez el niño no sintió ningún dolor ni ninguna otra reacción negativa. Sus papás aseguran que ha vuelto a comer yogurth, queso y leche.
Yo lo recomedaría porque yo estoy viendo los cambios en mi esposo y los cambios en mi niño, dice Laura.
Milagrosos escarabajos
Los gorgojos no deben masticarse sino tragarse vivos para que mueran hasta llegar al estómago al entrar en contacto con los jugos gástricos.
Es en ese momento cuando liberan una sustancia capaz de reactivar el sistema inmunológico del organismo, o al menos esa es la explicación que ha viajado por el mundo junto con los gorgojos.
Hasta el día de hoy no existen, sin embargo, estudios científicos reconocidos que avalen esta teoría, tampoco investigaciones que la refuten, solamente esfuerzos aislados, principalmente de algunas universidades, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La doctora Martha Alicia Romero, Subdirectora de Prevención y Promoción a la salud en Coahuila, informó que la Secretaría de Salud del Estado no cuenta con información precisa sobre el uso de este remedio alternativo entre los pacientes.
Se conoce muy poco sobre los tenebrios y no hay registro en ninguna unidad de salud sobre algún tipo de afectación por el consumo de los coleópteros. Tampoco se tienen informes que apoyen los testimonios de mejora de los enfermos.
Incluso no se ha solicitado la comercialización de los mismos, indicó la doctora.
Y aseguró que ningún tratamiento alternativo puede ser prohibido por el especialista salvo que se conozcan reacciones negativas o contraindicaciones al tratamiento.
Está abierto a su mismo criterio el utilizar alguna medicina alternativa, lo importante es que acudan a una atención médica, recomienda.
No obstante, muchos de los enfermos que utilizan la coleoterapia ocultan esta información a sus médicos por temor a que se les prohíba, y en algunos casos suspenden sus tratamientos regulares porque tienen mayor confianza en los cambios que sienten al comer los gorgojos.
De acuerdo a la doctora Romero, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) actualmente se encuentra investigando la coleoterapia, pero al momento no es posible adelantar información o resultados sobre estos estudios.
Y mientras la ciencia no resuelve el misterio de los pequeños escarabajos, el vox populi refuerza la versión de que son milagrosos.
Toda persona al hablar de cáncer lo primero que piensa es en la muerte, expresa Manuel recordando el día en que le diagnosticaron el cáncer.
En aquel momento pensó, como todos, que el tiempo se le acortaba, que dejaría a su esposa viuda, a sus hijos huérfanos, que las oportunidades se terminaban para él. Siete meses más tarde vislumbra un futuro muy diferente.
Yo le voy a ser sincero, yo el Seguro y lo que los médicos me dicen lo estoy tomando nada más como un protocolo, yo no le tengo fe a la quimioterapia, le tengo más fe a los gorgojos porque he sentido el cambio. Y no los voy a dejar, aún y si Dios quiere y me cura yo voy a seguir consumiendo gorgojos .
Como de la familia
Me levanto en las mañanas y primero veo a mis hijos y luego los volteo a ver a ellos a ver cómo están, confiesa Manuel
Los cría él mismo. Los mantiene en una bandeja de plástico con suficiente ventilación y una cama de avena cruda. Los alimenta con pan integral y según las instrucciones les da cáscaras de plátano y hojas de lechuga para hidratarse. Aún con estos cuidados los gorgojos se murieron en el invierno.
Esto lo llevó a buscar a través de la página de Facebook Gorgojos Chinos en México con la intención de que alguna persona le regalara más bichos.
El donador fue Juan Rodríguez, nombre ficticio con el que interactúa en esta red social un hombre de Saltillo que padece VIH desde hace tres años.
Juan también trata a los gorgojos como si fueran un miembro más de la familia. Aprendió a protegerlos de las hormigas y otros insectos cubriendo el refractario en el que los mantiene con una servilleta de tela.
Sabe que el frío les hace daño y durante la temporada invernal los coloca en lugares templados. Si quiere que se reproduzcan rápidamente los mete dentro de la estufa y con el solo encierro y bajo la luz del foco logra que los escarabajos se multipliquen.
Los alimenta igual que Manuel y agrega algunas rebanadas de manzana. Y que nadie se los toque porque se pone furioso.
No me les pueden hacer nada porque ¡aguas! Haz de cuenta que me estás quitando la vida, expresa.
Juan es una persona sonriente que habla de su enfermedad sin angustiarse. Está convencido de haber encontrado a los aliados perfectos para mantenerse sano durante muchos años más.
La primera vez que supe de los gorgojos fue a través de una comadre, pero como que no me los dio con fe, así de plano, me dijo es que mi suegra se los toma para los huesos y que no sé qué y me trajo, pero ella me decía de otra forma cuidarlos.
Poco convencido decidió tomarlos, pero sin saber las atenciones que necesitaban se le murieron en poco tiempo.
Cuando me lo detectaron (el VIH) dije ya para qué sirvo, para nada, fue cuando me tiré al acohol, voy a durar dos, tres meses más, pues de una vez, vámonos, ahí nos vemos, mundo, ahí nos vemos, ya me voy, relata.
El hígado de Juan no resistió la cotidiana combinación de alcohol y medicamento y más temprano que tarde fue a parar al hospital.
Me las vi negras, dice Juan. Y literalmente fue una noche, cuando se encontraba internado, que al ir al baño vio en el retrete el líquido negro que había hecho en lugar de orina.
Dije ya me voy a morir, y le tocó a mi hijo que estaba de noche acompañándome, hice pipí negra, díganme quién ha hecho pipí negra, le hablé a mi hijo y le dije mira (...), luego dije no, ¡chale! Yo me levanto de esta cama, dije de aquí me levanto.
Pensar que estaba a punto de morir le regresó a Juan las ganas de luchar. Apenas lo dieron de alta quiso volver a tomar los gorgojos. Buscando en internet quién le hiciera una nueva donación de bichos, se encontró con diversos testimonios de pacientes de SIDA que lograron controlar su enfermedad.
Ya cuando vi que un muchaho de Venezuela tenía VIH y se le fue quitando dije ¡ájale! pues si a él se le quitó porqué a mí no, pues qué tiene él que no tenga yo, tenemos lo mismo y de ahí pal real, pa dentro y pa dentro y pa dentro, y hasta la fecha.
En un año de consumirlos la carga viral que muestran sus estudios de control bajó de 3 mil 600 a poco más de 400. El último análisis de laboratorio incluso muestra la leyenda no detectable.
Yo le he tenido mucha a fe mis gorgojos, ni que medicamento ni que nada, yo mis gorgojos, dice Juan con una sonrisa de oreja a oreja.
Lo bueno también se contagia
Juan se volvió un experto en el cultivo de estos animalitos. Sabe qué darles de comer, a qué hora, cómo protegerlos del frío y de otros insectos, los cuida como a sus propios hijos.
Y hace tiempo que dejó de contarlos. Se los come a cucharadas todos los días sin llevar la cuenta ni suspender.
Pero tiene suficientes bichos para mantener su tratamiento a este ritmo y muchos más para donar a otras personas que los necesitan.
Sin buscarlo Juan terminó cumpliendo una vez más la Cadena del Gorgojo. La gente lo llama o lo contacta a través de internet para pedirle escarabajos.
La donación ocurre sin ningún tipo de intercambio monetario o de otra índole. Él es uno más de los cientos de donadores de gorgojos que existen en todo el mundo y que por ello no reciben nada a cambio, más que la satisfacción de que otra persona pueda sentirse mejor.
Yo todos los que dono los dono con fe, les digo si tú les tienes fe a ellos te vas a alivianar y yo orgullosamente estoy con ellos porque ahí están mis resultados, no lo digo yo, lo dicen los resultados, lo dicen los papeles que son los que hablan, expresa convencido.
Es él quien regaló a Manuel una nueva colonia de escarabajos para que continuara con su tratamiento contra el cáncer de próstata. Ha donado a otras ocho personas en Saltillo para atenderse distintos padecimientos como dolores de rodilla, diabetes, cáncer, alergias y migrañas.
Lo que caracteriza a este grupo en realidad es la capacidad de solidaridad, es un movimiento que se creó a partir de algo que te hace sentir mejor, sostiene Rubén Dieminger.
La Cadena del Gorgojo no es un negocio. Los coleópteros no se venden, no se compran, no se intercambian. Se donan de buena voluntad de una persona a otra aun sin conocerse. Y si alguien es descubierto intentando venderlos es expulsado de la red.
Es esta otra de las razones por las que la gente confía en un remedio alternativo que a primera vista parece tan extraño o repugnante.
No existe ninguna empresa, institución o persona detrás de los gorgojos que se beneficie por su uso o su distribución. Es al mismo tiempo uno de los motivos por los que la red ha crecido silenciosamente sin que las instituciones de salud se percaten de ello.
La Cofepris, por ejemplo, debe primero investigar todos aquellos productos que salen al mercado día con día ofreciendo cura o remedio a diversos padecimientos.
Artículos diversos, plantas, pomadas, bebidas, alimentos, terapias de múltiples clases, todas con el común denominador de que se venden. Los gorgojos chinos no.
Nace del saber popular. En cambio, todas las cosas que tienen sustento científico están atadas a interseses económicos, lograr el sustento científico de cualquier método implica millones de dólares y años de pruebas, dice el argentino Rubén Dieminger.
Quienes consumen gorgojos piensan que la medicina difícilmente aceptará la coleoterapia como una solución a las enfermedades y que si así sucediera serían convertidos en píldoras o tabletas para comercializarse.
Mientras tanto ellos confían en estos pequeños animalitos y ponen su salud enteramente en manos de la coleoterapia, aun por encima de los tratamientos indicados por los médicos.
Somos conscientes de que si alguien busca algo fuera de la medicina es porque la medicina está fallando, defiende Dieminger.
Quienes promueven su consumo nunca hablan de una cura sino de los efectos positivos de los gorgojos en el sistema inmunológico, que a su vez permite a la persona soportar los embates de una enfermedad, reducir los síntomas o protegerse contra ellas.
Asumen, por supuesto, que existen padecimientos, como el cáncer por ejemplo, que si su avance es tal que ha afectado diversos órganos el daño es irreversible y ningún tratamiento, incluida la coleoterapia, puede cambiar esa situación. No obstante, ayuda a mejorar la calidad de vida del paciente durante los agresivos tratamientos como las quimioterapias.
Los promotores de la coleoterapia indican que se puede utilizar en casos de cáncer como próstata, hígado, pulmón, mama, esófago, mieloma, entre otros. También para alergias de la piel, esclerosis múltiple, vitiligo, hemofilia, artritis, diabetes, parkinson, psoriasis, y algunos otros padecimientos.
Los consumidores de gorgojos coinciden en que esta terapia natural los hace sentirse revitalizados, con más fuerza, con la piel más humectada y sana, en algunos casos reducen de peso y realizan mejores evacuaciones.
En el mundo hay dos bases que mueven a las personas, o ganas mucho dinero o tenés la verdad y la verdad es algo que permite luchar toda una vida, concluye Rubén Dieminger, fundador de la Cadena del Gorgojo.