- 31 octubre 2022
Un grupo de 20 familias y sus empresas lecheras de La Laguna recibieron 8.5 de cada 100 pesos de cuatro programas federales al campo, según un análisis realizado por Semanario a las listas históricas de beneficiarios obtenidas vía solicitudes de información.
En otras palabras, los recursos que provienen de los impuestos de los mexicanos han servido para financiar y equipar a empresarios agropecuarios, mientras que los campesinos, de acuerdo con sus relatos, batallan por obtener créditos y apoyos.
A lo largo de la Laguna los grandes establos tecnificados, con tecnología para el riego y cuidado del ganado, son parte de la postal del campo. Por las carreteras es común mirar a las vacas pastar, dormir con ventiladores o en corrales donde las rocían de agua.
En la región Laguna se produce 21% de la leche a nivel nacional, según datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). La cuenca lechera se presume casi como estandarte de la economía regional.
La noticia que no se dice es que la producción esconde 30 años de una política del campo en la que el empresario agropecuario ha acaparado apoyos del gobierno para impulsar una actividad agropecuaria intensiva que impacta principalmente en los recursos hídricos.
Empresarios como Eduardo Tricio Haro, que preside el consejo de administración de LALA y un nombre que suele estar en las listas de las personas más ricas de México, ha recibido recursos de programas del campo.
Pero su nombre no es el único. Agrolecheros locales como la familia López Negrete o Herrero, también han sido beneficiados con apoyos millonarios. La empresa Chilchota de la familia Herrera, ligada a la política comarcana, no se escapa.
El representante de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) en La Laguna, José Luis Nava Rodríguez, reconoce que el productor que menos tiene, batalla más. Pero considera que si una lechería está esperando que el gobierno lo apoye para seguir produciendo, no es negocio.
Sin embargo, desde la desaparición del Banrural la política de apoyo a la agricultura ha estado diseñada para dejar en desventaja a los miles de campesinos, considera Gerardo Jiménez, maestro en Desarrollo Rural.
Jiménez explica que con la desaparición del Banrural y la creación de la Financiera Rural se cambiaron las reglas: se pasó de una estrategia basada en créditos a una de subsidios. Y la mayor parte de esos subsidios, dice el especialista, radican en que el gobierno apoya con la mitad del recurso y el beneficiario aporta la otra mitad.
“Si quieres establecer un sistema de irrigación, suponiendo que costara 3 millones, el beneficiado ponía la mitad. Los campesinos no tenían. Los subsidios quedaron a manos de los predios privados. Era dinero regalado”, comenta Gerardo Jiménez.
Ahonda en que el acaparamiento es un fenómeno sistémico, pero impulsado desde la política agrícola.
Natividad Navarro, dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), coincide que cuando el productor social acude a solicitar apoyos, las autoridades les piden que introduzcan mallasombras o sistemas de aspersión, lo cual asegura que es muy caro para el campesino.
“Todos los apoyos se iban con los grandes capitalistas, con quienes sí tienen la manera de dar la aportación”, respalda.
Esta investigación analizó el historial de cuatro programas federales del campo: el Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO), Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), el Procampo y el Proagro.
Entre esos cuatro programas se han destinado 2 mil 680 millones de pesos a la región Laguna, pero de ese recurso que sale del bolsillo de los mexicanos, 229 millones de pesos (8.5%) han sido usados en el equipamiento y financiamiento de los establos lecheros de apenas 20 familias y sus empresas en La Laguna.
Así se han distribuido los apoyos
De 2012 a 2019, el programa Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO) ha entregado una bolsa en La Laguna de 532.1 millones de pesos a través de distintos programas de tecnificación del riego, bioeconomía, equipamiento, entre otros.
Según el listado de beneficiarios del obtenido vía transparencia (folio 330013521000008), los apoyos fueron repartidos entre 383 empresas, sociedades o personas físicas.
Esta investigación encontró que familias como la López Negrete han recibido más de 50.9 millones de pesos en apoyos a través de su Sociedad de Responsabilidad Limitada.
Personas con el apellido Tricio han recibido en conjunto más de 7 millones como parte de este programa.
El acaparamiento de tierras provocó que los apoyos de gobiernos fueran absorbidos por los ganaderos lecheros, asegura el investigador Jesús Espinoza de la UAdeC.
El abogado agrarista, Luis Alfonso Mejía, llama a los acaparadores la “nueva burguesía rural”: personas extrañas del ejido donde sus inversiones y planes de negocio son soportados por dinero del gobierno.
A través de la respuesta a una solicitud de información (folio 330014721000016) también se obtuvo el padrón de beneficiarios del programa de Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) que se componen de cuatro fideicomisos públicos.
En este programa se encontró que de 285 millones de pesos entregados en apoyos desde 2006 a 2021 a La Laguna, el promedio de apoyo fue de menos de 10 mil pesos, pero los agroindustriales recibieron cantidades arriba de los 300 mil pesos.
Eduardo Tricio Haro recibió más de 3.8 millones de pesos en 25 apoyos entre 2017 y 2021, esencialmente para ampliar la cobertura de servicios financieros.
Todos los Tricio más sus empresas han recibido más de 19 millones de pesos de los programas de FIRA. La empresa Chilchota y la familia Herrera, han recibido más de 4 millones de pesos.
Procampo y Proagro, la misma historia
Procampo, el programa que surgió como apoyo ante la apertura comercial del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y que fue la principal herramienta de política de apoyo a la población rural, también entregó más dinero a los agroempresarios.
La lista de beneficiarios del Procampo desde 1996 hasta el último año de su operación en 2013, arroja que en ese periodo se entregaron mil 500 millones de pesos en La Laguna. El recurso se distribuyó en 56 mil personas o empresas. Y aunque el promedio de recurso entregado fue de 27,600 pesos, una tercera parte de los apoyos se concentraron en 700 personas o empresas.
Entre las familias más beneficiadas estuvieron los Tricio (18 nombres distintos con ese apellido) y su empresa Fresnedo SPR De RL De CV a quienes les entregaron 14.1 millones de pesos. El empresario Juan José Córdoba Herrero y su empresa Erasun S.A. de C.V recibieron más de 7 millones de pesos.
La familia López Negrete (que es la que más dinero recibió de FIRCO) también recibió 6.7 millones de pesos de Procampo. La familia Fernández Soberón y su empresa Lácteos El Fénix también recibieron más de 5 millones de pesos.
Todos esos nombres y apellidos también concentran la mayor cantidad de volumen de agua concesionado por la Conagua.
De programa en programa los nombres se repiten. En la lista de beneficiarios del Proagro (2013-2018), cuyo objetivo fue dar liquidez a Unidades Económicas Agrícolas, también se encuentran las mismas familias.
El Proagro ha repartido históricamente 299.2 millones de pesos en La Laguna. La empresa más beneficiada ha sido Erasun S.A. de C.V. del empresario Juan José Córdoba Herrero con 1.1 millones de pesos. El Rancho Lucero y la familia López Negrete también han recibido más de un millón de pesos. Y Lácteos El Fénix S.A. de C.V. de la familia Fernández Soberón 854 mil pesos.
Aunque entre toda la familia Tricio (17 nombres) superan los 2 millones de pesos de beneficios del Proagro.
En cambio, el promedio del monto asignado para los beneficiarios ha sido de 10 mil pesos.
“A través del tiempo, se acabaron los apoyos, todos los créditos a la gente del sector social”, lamenta el ejidatario Rodrigo Bernal del ejido Lequeitio de Francisco I. Madero. “La gente ya no tiene sus tierras ni derechos de agua por falta de créditos. No tienen de dónde agarrar; qué hacen sin créditos, los ahorcan y tienen que vender”, menciona Martín Torres, comisariado del ejido Hidalgo. “Se sembraba mientras estaba el Banrural. Los costos ya son muy elevados”, dice José Hernández, comisariado de Congregación Hidalgo, en Matamoros.
Esa falta de oportunidades en los créditos ha orillado a que los campesinos se desprendan de sus derechos agrarios, dice Natividad Navarro de la CNC, pues además lamenta que no hayan ventanillas de atención a los campesinos ni un acompañamiento en su comercialización.
José Luis Nava, el representante de la SADER en La Laguna, opina que nadie se ha aprovechado de los programas, y que al final, la función de la secretaría es apoyar para que se produzca. Y justifica que la región tiene un valor de producción estimado en los 51 mil millones de pesos anuales.
Reconoce, sí, que programas como el Procampo se desvirtuaron al grado que las reglas de operación ya no se respetaban, pues el fin era apoyar a la gente que menos tenía.
“Se analizó cuál gente sí tiene derecho a ese programa y la gente que verdaderamente cumplía con los requisitos. No se aprovecharon (los agroindustriales), pero la ‘metamorfosis’ del campo, al final han trabajado y han producido”, comenta el funcionario.
La voracidad de la cuenca lechera
Antes de ser la cuenca lechera más importante del país, la región Laguna se caracterizó por ser una zona netamente algodonera.
De acuerdo con el estudio “La construcción de la cuenca lechera en La Laguna” de Mario Cerutti y Eva Rivas Sada, la actividad algodonera empezó a dejar de ser rentable a partir de 1948 en la región Laguna, profundizándose su crisis entre 1955 y 1960. Eso orilló a los productores privados a abandonar este cultivo y a buscar alternativas menos inestables. Entre las principales estuvo la producción lechera.
El brinco se dio a partir de las reformas de 1992. Según datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura, la producción de leche de ganado bovino en La Laguna se incrementó 275% en los últimos 30 años.
Y para generar esa producción, es necesario alimentar al ganado: en 2003, en La Laguna se sembraron 82 mil 113 hectáreas de forraje y para 2020 la cifra fue de 131 mil 707.17 hectáreas, un incremento del 60%.
Datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la SADER refieren que en 2021 la producción de leche diaria en la Laguna fue de 7.5 millones de litros, pero José Luis Nava, representante de la SADER en La Laguna, asegura que la producción alcanza hasta los 13 millones diarios.
La demanda de alimento de la mayor cuenca lechera del país, que incluye a empresas como LALA, Chilchota, Leche Bell, ha traído como consecuencia el acaparamiento de tierras para la producción de forrajes, un cultivo que abarca más del 70% de la siembra total en la región, asegura el doctor Jesús Espinoza Arellano, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).
Es tanta la demanda de alimento para las 500 mil vacas que hay oficialmente en la zona, que hay regiones aledañas a La Laguna como Durango, Cuatrociénegas o Chihuahua, que también son proveedoras de forrajes porque localmente la producción no alcanza a satisfacer la demanda de la cuenca.
De hecho, integrantes de la familia Tricio o empresas como Beta Santa Mónica, filial de Leche Bell, también tienen concesiones de agua y siembran cientos de hectáreas de forraje en el municipio de Cuatrociénegas, a 120 kilómetros de la región Laguna.
Es lo que el investigador Ignacio Sánchez Cohen del Centro Nacional de Investigaciones en Agua Suelo Planta del Inifap, llama “el mercado virtual”. Explica que en el centro trailero de La Laguna se miran las hileras de camiones llenos de alfalfa provenientes de otros estados.
Si se multiplican las toneladas de forraje por el volumen de agua que costó producir, se traduce en cientos de miles de metros cúbicos de agua.
Para producir un litro de leche se requieren mil litros de agua, según estimaciones de organismos internacionales. Además, una hectárea de alfalfa, por ejemplo, consume de 16 mil a 20 mil metros cúbicos de agua al año.
Así, entre alfalfa y vacas, el acuífero está sobreexplotado. Y mientras se alimenta a una cuenca lechera, colonias y ejidos completos tienen que abastecerse con pipas ante el desabasto.
Primero la leche
El último estudio de disponibilidad del agua de la Conagua en 2020 confirma que existe una sobreexplotación del acuífero de La Laguna debido a la actividad agroindustrial.
El acuífero principal, según el estudio, tiene una recarga anual de 534.1 millones de metros cúbicos y una extracción de 683.1 millones de metros cúbicos. Es decir que la Autoridad del agua reconoce que hay un déficit de 149 millones de metros cúbicos.
“Está sobreexplotado y sobre concesionado”, señala el especialista Gerardo Jiménez.
La Ley de Aguas Nacionales obliga a los concesionarios a contar con un medidor de agua para vigilar la extracción. Pero no especifica qué tipo de medidor. Y ese vacío lo aprovechan los agroindustriales. La única medición confiable es con telemetría porque mide la extracción en tiempo real y cuando se llega al volumen concesionado, se detiene. Pero este sistema no está implementado.
En La Laguna, hablar de sobreexplotación del agua es hablar de monopolios, considera Gerardo Jiménez. El acaparamiento involucra un poder acumulado que lleva a abusar, y en La Laguna ese abuso recae principalmente en la extracción de agua: más del 80% del agua disponible en la región se destina a la actividad agrícola y ganadera. El restante se reparte para la industria, servicios, comercio y uso doméstico.
Para los campesinos es imposible hacer trabajar una tierra sin agua. Para el agroindustrial todo es posible.
“Ejidos que ya no producen por mal manejo, los toman los ganaderos, traen maquinaria de lo último, nivelan, ponen un establo, meten maquinaria, tecnología, no había ni agua y de repente ya están una, dos norias, cómo le hacen para conseguirlo”, critica el investigador Jesús Espinoza.
Además, la sobreexplotación provoca escasez y contaminación del agua, principalmente con arsénico. Según un estudio de la Conagua, “el derecho al agua no está garantizado dado que el 70.83% de la producción de agua contiene parámetros de calidad fuera de la norma para uso”.
En el estudio de estabilización del acuífero de la Laguna se confirmó que la reserva de agua de mejor calidad (que cumple con la norma actual en cuanto al límite máximo permisible de arsénico), se agota anualmente, “con una tendencia a desaparecer en 36 años”.
El estudio, realizado para legitimar el proyecto federal de Agua Saludable para La Laguna que pretende traer agua de las presas para consumo humano, identificó que la magnitud del aprovechamiento de agua subterránea para riego de forraje es el principal usuario del agua subterránea y comparable con el volumen que anualmente pierde el acuífero de su reserva.
Además, se confirmó que cerca del 45% de la demanda de agua en la región lagunera, representa una importación virtual a través de forrajes, principalmente; mientras que el 27% del agua proviene de la sobreexplotación.
El estudio concluyó que la estabilización del acuífero depende básicamente de eliminar una extracción de la misma magnitud que la correspondiente al uso de agua subterránea para el riego de forrajes.
A pesar de que la Conagua identifica el problema, no hay ninguna estrategia para corregir el abuso de la cuenca lechera. El problema lo ha reconocido hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en 2019 reclamó que la producción lechera en la región desértica de La Laguna estaba contaminando los mantos acuíferos con arsénico.
“Hay un enorme desorden en el uso y manejo de agua, particularmente en la agricultura y esta anomalía sí es responsabilidad de la Conagua por ser omisa. Perdieron el control y permitieron la formación de estos monopolios y estos poderes que se convierten en poderes fácticos. ¿Cómo corregir? Ese es el gran reto”, expone Gerardo Jiménez.
Ignacio Sánchez Cohen cuestiona qué tanta agua se le puede extraer al acuífero y qué tipo de actividad agroeconómica puede sostener. También cuestiona hasta dónde se puede mantener una actividad agrícola intensiva, qué tantas vacas y forrajes puede sostener el acuífero. “¿Hasta dónde? ¿Cuál es el límite agroecológico?”, pregunta.
Los productores tecnifican el riego, pero ante el ahorro de agua y la falta de vigilancia, deciden extender sus fronteras agrícolas, señala Mario García Carrillo, investigador del departamento de suelos de la Narro en Torreón.
La secretaría de Agricultura no tiene el control y la Conagua apenas cuenta con tres inspectores para inspeccionar más de 2 mil pozos.
José Luis Nava de la SADER, asegura que no hay incrementos de la frontera, sino que hay conversiones de cultivos a unos más redituables, así como mejores condiciones de investigación y tecnologías que permiten tener mayores rendimientos. Y presume que hay vacas que dan hasta 60 litros diarios.
Pero García Carrillo insiste que persisten las malas prácticas agrícolas y ganaderas que han ocasionado que existan suelos contaminados y suelos que no rinden lo que los productores esperan, afirma el especialista en suelos.
Al tener suelos que no producen, los abandonan y abren o buscan otro suelo virgen. Así los empresarios van abandonando y acaparando.
En la región Laguna hay un dicho popular que se presume casi como estandarte de la región: “Vencimos al desierto”. El investigador Sánchez Cohen lo corrige: “No lo vencimos, lo hicimos”.