Loaiza se vuelve a poner la camiseta de los Diablos Rojos

Deportes
/ 28 septiembre 2015

Loaiza en 2003 estuvo a punto de ganar el premio Cy Young luego de 21 victorias con los Medias Blancas de Chicago.

México, D.F..- A los 41 años, después de haber ganado 126 partidos en las Grandes Ligas de béisbol, el lanzador Esteban Loaiza regresa a México para hacer un viaje a su semilla con la camiseta de los Diablos Rojos, con quienes reaparecerá el próximo domingo.

"Lo hago por amor a este deporte que me llevó hasta arriba. De los Diablos salí a buscar mi sueño hace 22 años y ahora regreso con la idea de vivir día a día para ver hasta donde llego", asegura a Efe el jugador que en dos días será el abridor de los "escarlatas" ante los Pericos de Puebla en la Liga Mexicana.

Loaiza sufrió el año pasado la muerte de su ex pareja, la cantante Jenni Rivera, y en estos días sale en las revistas del corazón por un supuesto romance con la cantante Keila Ponce. En la entrevista pide hablar solo de béisbol, aunque no critica a los periodistas por las especulaciones sobre su vida privada. "Ellos hacen su trabajo y no le hago caso", asevera.

Se trata del mejor lanzador mexicano en Grandes Ligas en lo que va de siglo, que en el 2003 estuvo a punto de ganar el premio Cy Young luego de 21 victorias con los Medias Blancas de Chicago, con quienes hizo estragos a los rivales con su recta cortada, lo mejor de su repertorio que también incluyó envíos rectos de buena velocidad, el lanzamiento "sinker" y los cambios de bola.

Aunque no lo planificó así porque es algo que no puede controlar, el domingo, cuando lance ante los Pericos, Loaiza celebrará con un día de antelación su aniversario 18 de haber debutado en las Ligas Mayores, el 29 de abril de 1995 con los Piratas de Pittsburgh en un partido que le ganó a los Filis de Filadelfia.

Fue el inicio de una era en la que se consolidó como un tirador de control y mucha personalidad, de cuyo talento se beneficiaron los Piratas, entre 1995 y 1998, los Vigilantes de Texas (1999-2000), los Azulejos de Toronto (2001-2002), los Medias Blancas de Chicago (2003-2004), los Nacionales de Washington (2005) para luego ir de los Atléticos de Oakland a los Dodgers de Los Angeles par de veces entre 2006 y 2008, año en el que también jugó con Chicago.

"Allá pude triunfar, pero aún me siento en condiciones y qué mejor que el equipo de mi vida, de donde salí, los Diablos Rojos. No tengo planes, la idea es ir juego por juego, tratar de sacar outs y si me va bien regresar el año próximo", explica.

Después de tanto tiempo, Loaiza perdió el cabello, muestra algunas arrugas, pero se mantiene fuerte. Su gran cambio ha sido la disminución de la velocidad que tratará de paliar con la picardía para engañar a los bateadores.

"Será un reto hacerlo en el estadio Foro Sol de la Ciudad de México (la casa de los Diablos Rojos) porque aquí la elevada altura sobre el mar ayuda a los bateadores, pero confío en mí. Un día me podrán hacer muchas carreras en una entrada, pero eso le puede pasar a cualquiera", asegura.

Ha llegado humilde, sin pretender un trato especial por su fama. Incluso aceptó ganarse el lugar en el equipo mexicano con un camino desde la sucursal y después de varias salidas con el equipo de Ensenada, Baja California, se ha declarado listo para volver al montículo.

"Estoy sano, sin dolor, y eso es suficiente para empezar. Los años han pasado, pero todavía puedo correr bien y mi brazo se ha mostrado fuerte", concluye con una seguridad de quien sabe que en el béisbol el talento se agota con lentitud y al menos por un tiempo puede sustituirse con trabajo.

De cualquier manera se niega a vivir del pasado y aunque no tiene nada que demostrar después de su brillante carrera, apuesta a considerar el próximo partido como el más importante. "Este del domingo solo puedo calificarlo como especial", dice.

Por Gustavo Borges/EFE



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