Arlindo, siempre será el número uno

Deportes
/ 23 septiembre 2015

El exjugador recuerda en exclusiva cómo hizo historia en el Estadio Azteca, que este domingo cumplirá 45 años.

México, D.F..- Hace casi 45 años, cuando 115 mil aficionados gritaron "¡gooool!" por primera vez en el Estadio Azteca, Arlindo dos Santos, con la mirada en el cielo, se hizo una pregunta que a la fecha nadie ha sabido contestar: "¿Por qué yo?"

A falta de respuestas, el brasileño de 71 años ha llegado a una conclusión: "La única que encuentro es que yo fui, en ese momento, un privilegiado y consentido de Dios".

Arlindo no sólo fue el autor del primer gol en el Coloso de Santa Ursula, aquel 29 de mayo de 1966, cuando América y Torino inauguraron el mítico inmueble capitalino, sino que también pisó por primera vez la sagrada cancha, cuando la obra ni siquiera estaba terminada.

"Llegué a México en enero de 1965 y me dirigí al entrenamiento del América. Antes, me trajo Televisa para promover la construcción del estadio. Fui el primer jugador en pisar el pasto, que no estaba listo, y el primer anotador del Azteca. Son detalles...", rememora el ex futbolista.

Menudito (1.64 metros de estatura), voz gruesa, calvo, Arlindo bien podría ser confundido en la calle con el ídolo de los "comics", "Memín Pinguín".

Los 15 días previos al histórico partido, Arlindo pidió al Creador con devoción, le concediera rubricar el mágico instante con el que soñaban todos los participantes de aquella contienda. Y a la fecha no deja de agradecer a Dios por lo acontecido, ya que él era considerado, en su país, el sucesor de Waldir Pereira "Didí", su ídolo, autor del primer gol en el Maracaná.

"Fueron 15 días previos o más en los que ocupaba las 24 horas del día para pedirle a Dios me diera la oportunidad de seguir siendo el sustituto de Didí. Gracias a Él, en la inauguración del Azteca se dio, en un escenario de la magnitud del Maracaná, que es la catedral del futbol mundial".

El gol quedó grabado en la mente de Arlindo. "No se me olvida", dice, como si aún viera a cada uno de sus compañeros tocar el balón.

"Participamos seis jugadores del América en ese gol. Atacaba Torino y en un rebote le cayó el balón a Gilberto Vega, uno de los centrales, él se la pasó a Víctor Mendoza, enseguida al Coco Gómez, Del Aguila, Vavá y él a su servidor, en media cancha. De ahí para adelante ya fue la técnica individual, gracias a Dios, que siempre tuve. Acomodé el balón a 38 ó 40 metros fuera del área.

Ahí tuve la orden de Diosito y a los 27 minutos del primer tiempo se escuchó el primer grito de gol del Estadio Azteca", relata emocionado. "No fui el más picudo -ataja humilde-, simplemente un privilegiado de Dios. Arlindo fue escogido por Él para ser el primer anotador del Estadio Azteca".

Enfundado con chamarra y sombrero del Botafogo, a los 71 años observa al coloso y, melancólico, apunta: "Fue inaugurado pensando en las Olimpiadas del 68. No existían las comodidades de ahora. Ni siquiera había techo, pero el Azteca estaba totalmente lleno.

Eran 115 mil personas. Nunca había visto tanta gente haciendo porra para el América".

Aunque el recuerdo histórico le pertenece, afirma que sus mejores momentos se dieron en CU.

Hoy, pide a Televisa sus videos, "porque soy la única persona que no vio jugar a Arlindo con el América, y quiero saber por qué era tan querido de los mexicanos".

Arlindo, un feliz "mexi-lero"

Arlindo dos Santos Cruz sería el hombre más feliz en el mundo del futbol "si un día, México y Brasil disputan el campeonato mundial". El autor del primer gol en el Estadio Azteca hace ya 45 años, asegura que en ese hipotético encuentro "yo no pierdo, porque cualquiera que sea el vencedor, yo soy campeón en ese instante, como aficionado".

Lo difícil sería, admite el viejo ex futbolista, si Botafogo y América tienen que disputar la Copa Libertadores, por el amor que le tiene a ambos clubes.

Sin embargo, el brasileño no duda acerca de su nacionalidad. "México es mi país, no es el segundo, no. Yo soy mexi-lero, mexi-lero. En Brasil estoy bien gracias a Dios y aquí también".

A los 71 años celebra seguir la práctica del futbol. "Tengo más de 60 años jugando, no porque quiera salir otra vez campeón o porque anhele jugar más que los demás, sino porque quiero ser ejemplo para los jóvenes y para apoyar mi salud. Gracias a Dios estoy aquí, hasta la fecha, viviendo de la patada".

Entre sus recuerdos, comparte que con todo y que en 1966 hizo historia en el Coloso de Santa Ursula, no estuvo en dicho escenario en el Mundial de 1970 con todo y que formaba parte de la generación de aquel Brasil campeón.

"Salí de México exactamente una semana antes [del Mundial], porque terminó mi contrato con América y yo iba a ver los partidos de la selección brasileña por televisión, porque vivía en esa época en Toluca", comparte.

En contraste, fue invitado por Joao Havelange, entonces presidente de FIFA, a la inauguración del Mundial 1986: "Vi el partido de México en la apertura y después me fui a Guadalajara a ver a Brasil", rememora.

Hoy trabaja en la Procuraduría General de Justicia del DF como entrenador del equipo de futbol y gracias a que lo guió al título en el torneo de los símbolos patrios en 1996, como premio le dieron una plaza. "Hoy, gracias a Dios, tengo derecho a jubilarme".

Entre tantas memorias, Arlindo atesora la de su hijo, Sergio Roberto, quien nació en México en 1968, pero que murió atropellado en Brasil, a la edad de 9 años, el 13 de mayo de 1977. "Cuando Dios se lo llevó, se fue limpio, sano mi hijo. No tenía enfermedad ninguna. Se fue limpio mi hijo", dice, agradece.

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