Rayados cazó tiburón

Fútbol
/ 30 julio 2017

Un sonoro abucheo despidió a un Rayados, que si bien pudo superar al límite a un Veracruz muy inferior, no justificó el 1-0 con futbol

MONTERREY.- Un tempranero gol de Pabón le sirvió a Rayados para ganar su primer juego del torneo, pero no necesariamente para evitar apagar la caldera de un estadio desesperanzado con la respuesta del equipo.


Un sonoro abucheo despidió a un Rayados, que si bien pudo superar al límite a un Veracruz muy inferior, no justificó el 1-0 con futbol, lo que fue reprobado por los más 46 mil aficionados que se dieron cita en el BBVA Bancomer.

A Rayados le faltó juego y puntería. Y es cierto que la expulsión de José María Basanta al minuto 38’ condicionó la propuesta del equipo de Antonio Mohamed, pero la fuga de nivel general, sobre todo en la segunda mitad, fue más evidente que la ausencia del zaguero.

Rayados se encontró con un gol antes de entender por dónde iba el juego. Dorlan Pabón se hizo de un error defensivo veracruzano y a los 30 segundos movió el marcador con un derechazo cruzado.

 

El 1-0, tan tempranero como sorpresivo, le llevó cierto alivio al Monterrey y le cargó urgencias a un Veracruz al que le costó acomodarse.

En ese lapso, Rayados comenzó a aprovechar las oportunidades que le ofreció el rival, pero la falta de puntería fue una constante.

Pabón estrelló un tiro en el poste y Rogelio Funes Mori tampoco logró calibrar mejor a mira en posición de gol. El mellizo desperdició dos ocasiones para estirar la diferencia.

Veracruz, como pudo, sacó la cabeza a flote. No lo hizo con muchos atributos futbolísticos, sino con un poco más de decisión de salir a proponer un partido más lejos de su portería.


Sin embargo, con pelotazos largos, Rayados tuvo algunas aproximaciones de peligro. Un tiro en el poste de Carlos Sánchez y un par de disparos volados de Luis Fuentes hacía presagiar que podía definir pronto el partido.
Pero cuando llegó la expulsión de Basanta –codazo a Adrián Luna-, Rayados se desmoronó. En el segundo tiempo, Monterrey fue una lágrima, expresión futbolística que se ganó silbidos tribuneros que incomodaron a jugadores y al cuerpo técnico.

A Veracruz le faltó calidad para empatar un juego que, con un hombre demás, lo tenía a modo. Y quizás por su inocencia deportiva, también fue merecedor de los abucheos.

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