El Tipo de Cambio en el Contexto Nacional e Internacional

Dinero
/ 18 enero 2016

    El peso se ha devaluado desde enero de 2015 a la fecha en un 25.3%, es decir ha perdido un cuarto de su valor frente al dólar de los EU, esto es una realidad en los mercados de divisas los cuales no sólo incluyen los intercambios que se dan a nivel nacional, también, y de mayor magnitud, las transacciones de monedas que se dan en los mercados internacionales. 

    La presente columna no tiene como objetivo minimizar la importancia de la depreciación del peso o tratar de eufemísticamente amplificar sus posibles beneficios, tiene como objetivo dar el contexto de sus causas y ponderar su ocurrencia frente a la situación de la economía nacional en sus variables reales y no sólo en sus variables nominales.

    En los 70 y 80, las devaluaciones que sufrimos fueron detonadas por crisis en la balanza de pagos producto de recurrentes desequilibrios en las finanzas públicas, producto de políticas que privilegiaron el gasto público sobre la disciplina fiscal. Conforme México pasó de una economía cerrada a una economía abierta, sus relaciones comerciales y financieras con el exterior, como lo hicieron el resto de los países emergentes, han adquirido un rol significativo en su crecimiento. Somos una economía orientada al exterior con un mercado doméstico cada vez más grande debido a un crecimiento sostenido, aunque a tasas modestas, pero superiores al 2% en los años recientes.

    Ahora podemos decir que el auge del bloque de los BRICS durante los pasados casi 8 años, desde la crisis hipotecaria de EU, fue atribuible a una entrada masiva de capitales que, buscando mayores rendimientos, dejaron los mercados de las economías desarrolladas (EU y Europa) y buscaron destinos con mayores rendimientos lo que permitió una creciente demanda por materias primas y tasas elevadas de crecimiento, fue considerado el despegue de los emergentes.

    De los BRICS, sólo India continúa con auge, mientras Brasil, Rusia  y China sufren los embates de perder crecimiento, y con ello provocan una severa caída en los precios, en relativamente poco tiempo, de las materias primas o “commodities” que son el indicador de la actividad económica global. 

    El petróleo cayó en 35% en 2015 y en los pocos días de 2016 un 20% adicional. Los mercados accionarios han perdido en unos cuantos días cerca de 1.3 trillones de dólares en valor, con caídas del 8% en EU y del 18% en China, viendo todo su valor hundirse en una abundancia de petróleo ante un crecimiento global anoréxico. 

    Se estima que casi un billón de dólares ha salido sólo de China desde mediados del 2014, precipitando la devaluación de Yuan. La circunstancia no debe ser menospreciada, es global y sintomática de una prolongada recuperación que será probamente dolorosa.

    México, ha mantenido un crecimiento de ligeramente superiores al 2%, creando empleos a tasas no vistas en años recientes, en un entorno de inflación históricamente baja, cuando el resto las principales economías emergentes enfrentan tasas de crecimiento bajas e incluso negativas y con un entorno inflacionario. Es decir, Países como Brasil y China no realizaron las reformas necesarias en sus finanzas públicas y en la participación del Estado en la economía, tal que apostaron a un eterno auge, ambos países ahora se encuentran en caída ante la salida masiva de capitales lo que ha depreciado todas las monedas respecto al dólar americano y dejando detrás un nivel de endeudamiento que puede ser globalmente peligroso. 

    Las políticas monetarias expansivas en EU, Japón y Europa, incentivaron el endeudamiento, por lo que una crisis de deuda privada y pública en los Países desarrollados y emergentes parece inevitable.

    Es cierto, la depreciación del peso será temporal respecto a los niveles actuales pero los términos de intercambio con el exterior se han deteriorado y por tanto la subvaluación actual del peso disminuirá pero no revertirá la depreciación acumulada a la fecha, aunque será una de las menores frente al lo que sufrirán otras monedas. 

    Esto afectará la inversión bruta fija en bienes importados sin que se impulsen las exportaciones dado que es el crecimiento global lo que determina el incremento en el comercio y no sólo los tipos de cambio, al igual que el retorno en proyectos con ingresos en pesos será menor, todo ello tendrá su costo. Hay que considerar que el peso mexicano es la octava moneda más comerciada internacionalmente lo que la hace vulnerable a una elevada volatilidad al ser utilizada como cobertura contra posiciones en valores de mercados emergentes.

    El panorama no parece alentador para lograr tasas superiores al 3% en 2016, pero el sostener un crecimiento entre el 2 y 3% será señal de fortaleza de nuestro desempeño económico doméstico, tenemos unas finanzas públicas que han dejado de depender del petróleo y del endeudamiento externo emergente para sólo servir pagos al exterior como lo fue durante los 80. 

    Las reformas realizadas se basan en apertura a mercados, sobre todo aquellos antes no accesibles al capital privado como en el sector energético, la recaudación ahora se sostiene en recursos recurrentes tributarios. Por lo tanto somos una de las pocas economías con fundamentales reales sólidos y esta será la prueba de su fortaleza estructural. 

    Ramiro Tovar Landa

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