El Ingeniero Jorge Victoriano del Bosque de la Peña ha construido más que edificios en Saltillo: durante los últimos 32 años ha impulsado proyectos fundamentales para el desarrollo regional.
Por esa trayectoria, el Club Rotario Saltillo Valle Arizpe lo homenajeará en la edición 39 del torneo de golf “Un swing por la educación”. Este reconocimiento —que en 2007 recibió su padre, Jorge Bosque Padilla— constituye la primera vez en la historia del club en que padre e hijo comparten este honor.
Para Jorge del Bosque, ser distinguido implica asumir nuevas responsabilidades. Egresado como ingeniero civil del Tecnológico de Monterrey y con un posgrado en economía por el Instituto Nacional de Administración Pública de España, ha contribuido al crecimiento de la ciudad tanto desde el ámbito empresarial como desde la función pública.
Desde hace 25 años dirige su propia constructora, a través de la cual promovió iniciativas como 360 Industrial Park, una red de parques industriales clave en la era del nearshoring. Además, respalda diversas causas sociales que no solo elevan la calidad de vida de los saltillenses, sino que ayudan a perfilar el rostro —literal y simbólico— de nuestra urbe.
En esta charla para A La Vanguardia hablamos con él sobre su vida, trayectoria y el reconocimiento antes mencionado.
¿Quién es Jorge del Bosque? ¿Qué lo mueve?
Soy ingeniero civil, egresado del Tecnológico de Monterrey. Tengo una constructora desde hace 25 años y después de de incursionar en la construcción -que seguimos vigentes, que es nuestro negocio principal, nuestro core business- nos hemos dedicado a otras cosas.
Tenemos un negocio agrícola con algunos socios, tenemos un negocio para producir vino y dentro del área de la construcción desarrollamos la marca 360 Industrial Park. Nos dedicamos a muchas cosas aparte de la construcción.
Nos mueve mucho el regresar algo a nuestra comunidad, yo creo que es una obligación por tanto que hemos recibido. Apoyamos algunas obras como el asilo de ancianos, ‘El Ropero Pobre’ y el Hospital Muguerza en Saltillo, hicimos la Cruz Roja, el edificio nuevo.
Hicimos el Hotel Quinta Real, el drenaje profundo en la calle de Abasolo y el bulevar Luis Echeverría para poder hacer el distribuidor vial y hemos participado en la construcción de escuelas y alrededor de 70 presas de gaviones pequeñas en la Sierra de Zapalinamé que ayudan al tema ecológico y a que el agua se infiltre.
¿Por qué la construcción? ¿Por qué decidió dedicarse a esto?
Cuando estaba saliendo de prepa no sabía que estudiar y fui a platicar con un tío abuelo, Don Jesús Flores Luna, para que me diera consejos. Estoy hablando de 1980, hace ya 45 años y me dice: “A ver, medicina, leyes o ingeniero civil.”
Y no le hice caso. Me inscribí en ingeniero mecánico administrador en el Tec de Monterrey y pasando un año me cambié a la carrera de ingeniero civil. Reconsideré lo que me había dicho él y la realidad es que me gusta mucho. Estoy muy apasionado por la construcción.
Mi hermano es también ingeniero civil y es mi socio, ya tengo dos hijos ingenieros civiles, tengo sobrinos ingenieros civiles. Ya se hizo una especie de tradición ahí en en la familia.
¿Qué lo motiva o satisface de su trabajo en la construcción?
Al final del día, siempre los recursos son los que nos limitan y con los recursos que hay, hay que tratar de hacer las mejores cosas. En los fraccionamientos residenciales que nosotros hacemos, por ejemplo, siempre damos un poco más de áreas verdes, equipamos los fraccionamientos, compramos árboles.
El poner un árbol es un esfuerzo importante, pero conservarlo lo es aún más. Hay que pensar en cómo conservar los árboles a lo largo del tiempo. Para eso, se instalan sistemas de riego y se hacen fraccionamientos que, aunque impliquen una mayor inversión y reduzcan nuestro margen de ganancia, sean dignos y sustentables. Eso es muy importante, definitivamente.
Además, es muy satisfactorio hacer obras como hospitales, hoteles o proyectos de drenaje. Le cambia la vida a la gente cuando tú haces un drenaje y ves cómo mejora la calidad de vida de quienes viven en una colonia que no tenía drenaje o un sistema de agua. Por eso, es muy gratificante trabajar en la construcción, porque estás construyendo, estás siendo parte y factor de la transformación de una ciudad.
Nos mueve mucho el regresar algo a nuestra comunidad, yo creo que es una obligación por tanto que hemos recibido
¿Cómo ha combinado su carrera en el sector público con su actividad en el sector privado?
Me tocó que me invitara el licenciado Miguel Arizpe a participar como director de Obras Públicas en el municipio (Saltillo) en 1994, hace ya 31 años. Participé como director de Obras Públicas en su administración, y luego el gobernador Rogelio Montemayor tuvo a bien invitarme; fui director de Obras Públicas del estado. Después, me invitó el gobernador Enrique Martínez y fui subsecretario durante seis años con él en Obras Públicas.
Después, lo mejor que me pudo haber pasado fue dedicarme a mis cosas personales, a mi negocio y a impulsar los otros proyectos que traemos. Ya nos dio un poco más de tiempo para dedicarnos a hacer vino, a producir nueces y a hacer otras cosas. Y eso también te da mucha satisfacción porque generas empleo, generas turismo, hay una derrama económica, aunque sea pequeña, pero estás contribuyendo a que la ciudad se mueva, que la región se consolide y que tenga turismo.
La realidad es que la región sureste yo la veo muy consolidada, muy potente, y si llega a haber alguna crisis o desaceleración económica, creo que los menos afectados vamos a ser aquí. Creo que sigue llegando la industria extranjera y, con el tema de los impuestos que se están generando en Estados Unidos a las importaciones, de todos modos la región sureste va a ser beneficiada.
¿Cuál considera que ha sido el mayor aprendizaje o legado que le ha dejado su trayectoria en la construcción?
Yo me siento muy satisfecho con todas las obras en las que nos ha tocado participar. Muchas han sido por concurso, muchas han sido obras que nacen directamente dentro de nuestra empresa, como todos los fraccionamientos, desarrollos habitacionales. Pero es muy gratificante participar en la comunidad y que lo que haces le genera un beneficio a la ciudad.
¿Cuál es su opinión sobre el homenaje que le otorga el Club Rotario de Saltillo Valle Arizpe?
La realidad es que batallé mucho para aceptarlo. Me motivó mucho mi familia, el hecho de que ya habían homenajeado a mi papá y apoyar a los rotarios porque realmente los que merecen el reconocimiento y el homenaje son ellos: los actuales y los que fundaron el club hace 40 años. Yo creo que es muy importante su labor.
¿Por qué le costó tanto aceptar ser merecedor de este homenaje?
Tú no te das cuenta realmente de cómo te ve la gente y no sabes realmente si estás dando más de lo que debes de dar y a lo mejor ves gente homenajeada que han sido unos señorones y que han puesto la vara muy alta, que han trabajado mucho por la comunidad. Recibir un homenaje de estos te genera un compromiso muy importante. Es muy complicado aceptar este tipo de reconocimientos porque te compromete más.
La región sureste yo la veo muy consolidada, muy potente, y si llega a haber alguna crisis o desaceleración económica, creo que los menos afectados vamos a ser aquí.
Después de que le han hecho ver el impacto de su labor en la sociedad, ¿cómo se ve a sí mismo en este momento de su vida?
La realidad es que yo me siento muy satisfecho. Muchas veces ya lo haces en automático y no sientes que ya es una obligación apoyar las causas sociales y se generan muchos espacios.
Menciona que recibir este reconocimiento implica también reforzar un compromiso. ¿Cuál es ese compromiso?
Buscar regresar algo de lo ganamos a la comunidad. La satisfacción más grande es ayudar al que menos tiene. Yo creo que eso es lo mejor que puede hacer una persona porque pasamos por este mundo a lo mejor generando puestos de trabajo y haciendo negocios, pero necesitamos regresarle algo a nuestra comunidad.
Necesitamos que le vaya bien a todos, ahí es cuando tenemos una comunidad más estable, más justa, más próspera. Hay que recomponer el tejido social que se ha descompuesto mucho en nuestra ciudad y en todas las ciudades. Yo les digo que hay que aprender a ser ciudad. Hay que buscar eh cómo tenemos una ciudad más competitiva y mejor para vivir.
¿Considera que existe una tendencia a responsabilizar a la construcción por el impacto ambiental? ¿Qué mensaje le daría a quienes piensan de esa manera?
Los constructores tenemos que ser socialmente responsables y desarrollar proyectos sustentables. Tenemos que pensar en darle más a la comunidad a través de nuestros desarrollos para poder, pues, tener zonas balanceadas donde la gente viva como debe ser. En proyectos sustentables, ecológicos.
Existen reglamentos municipales, estatales y federales que hay que cumplir; hay normativas. Pero también creo que depende mucho del constructor. Nosotros, además de cumplir con lo mínimo necesario, tenemos que ver qué más podemos hacer para que los desarrollos sean rentables y no afecten a la ciudad.
Nuestros proyectos deben seguir comprometidos con la ciudad. Este compromiso implica no ser depredadores urbanos, sino ser desarrolladores responsables socialmente, y que nuestro producto realmente ayude.
La satisfacción más grande es ayudar al que menos tiene. Yo creo que eso es lo mejor que puede hacer una persona
En ese sentido y desde su experiencia ¿qué cree que queda aún por hacer en Saltillo?
Hay muchos espacios vacíos en nuestra ciudad que hay que llenar. Antes de seguir creciendo horizontalmente, la mancha urbana, hay que tratar de utilizar esos espacios. Se trata de redefinir la ciudad para que ya no crezca de esta manera, sino que crezca verticalmente y, sobre todo, no con edificios muy altos, sino con construcciones verticales de tres, cuatro o cinco pisos, sin necesidad de irnos a los rascacielos.
Pero hay un tema muy complejo en la ciudad que tiene que ver con la tenencia de la tierra. Hay mucha gente que tiene propiedades en el centro de la ciudad que están abandonadas por falta de certeza jurídica, porque muere el dueño, luego pasa al hijo, el hijo no hace el juicio sucesorio testamentario y luego viene el nieto, y así se quedan las propiedades abandonadas.
Entonces, el gobierno tiene que trabajar en un programa piloto para ir arreglando, apoyando y generando incentivos para que la gente pueda regularizar sus propiedades y así se puedan vender, usar, etcétera.
Saltillo, y la región sureste de aquí del estado de Coahuila, es una zona privilegiada. Estoy seguro de que la región sureste de Coahuila tiene mucho potencial para recibir empresas extranjeras, aunque cojeemos en algunos aspectos, por ejemplo, en la energía eléctrica, que puede empezar a complicarse.
Pero la realidad es que Saltillo va a seguir creciendo y hay que tener en el radar problemas como el agua, la energía eléctrica y los sistemas de transporte. Es un reto muy importante para nuestras autoridades.
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