Yezka Garza se despide del CRIH: cinco años, 148 identificaciones y el inicio de un modelo nacional

A cinco años de su creación, el Centro Regional de Identificación Humana (CRIH) enfrenta su primer relevo de dirección. Yezka Garza, su fundadora, deja una institución pionera en el país, nacida de la exigencia de los colectivos de búsqueda y formada desde el diálogo con las víctimas. ¿Cuál es su balance?

2 agosto 2025
Yezka Garza se despide del CRIH: cinco años, 148 identificaciones y el inicio de un modelo nacional

A cinco años de que inició operaciones, el Centro Regional de Identificación Humana tendrá su primer relevo de dirección administrativa, con la conclusión de cargo de Yezka Garza Ramírez, quien se integrará al Tribunal Superior de Justicia de Coahuila.

En la última entrevista con VANGUARDIA desde el cargo como titular del CRIH, Yezka Garza resalta los grandes retos que se enfrentaron para conformar los primeros equipos de este centro, que fue el primero de su tipo en el país y que nació desde la demanda de los colectivos en busca de personas desaparecidas, y bajo la exigencia de atender la crisis forense que enfrenta el país y que también alcanzó a Coahuila.

Al día de hoy, el CRIH ha logrado la identificación de 148 personas que se encontraban en calidad de desaparecidas, y que fueron identificadas gracias al trabajo de las familias y del trabajo multidisciplinario de quienes conforman al CRIH.

$!Yezka Garza deja su cargo tras cinco años al frente del CRIH, donde impulsó un enfoque multidisciplinario y humano para enfrentar el rezago forense en México.
¿Cómo nace el CRIH?
El Centro Regional nace de la visión de las familias y colectivos que buscan un ser querido desaparecido, donde de la mano con las autoridades en el diálogo de los últimos 10 años se reconoce la necesidad de abrir una nueva trinchera de búsqueda que es la búsqueda forense.
Háblame de los dos campos de trabajo en los que se desempeñan: fosas comunes y clandestinas
Bueno, la especialización es naturalmente en búsqueda forense y llegar la identificación humana de todos los elementos biológicos que se han recuperado. Tenemos nosotros dos líneas de búsqueda partiendo del área de arqueología forense.
Una son los campos de inhumación clandestina, que ahí hay un gran trabajo que hacer todavía y el otro las 778 fosas comunes que se advertían de los panteones. Una vez que se hace esta búsqueda en territorio, se recuperan los elementos los biológicos y empieza nuestro trabajo.
¿Cuáles fueron los primeros retos que se presentaron?
Yo creo que el primer reto fue el diálogo con los colectivos para poder construir una metodología que nos llevara a impactar en las necesidades en materia de personas desaparecidas que teníamos que tenemos en Coahuila.
Una vez que se tuvo ya este este diálogo pedimos el apoyo a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, que era otro de los grandes retos, ¿no? Integrar el equipo, integrar la metodología y definir los procesos de intervención que íbamos a a tener, por dónde íbamos a empezar.
¿Cómo fue conformar el primer equipo y quién lo integró?
Para el primer equipo hicimos una convocatoria pública nacional. El 80% de mis compañeros peritos son foráneos.
Vienen de diversas partes de del país, puesto que en Coahuila pues no tenemos ni la formación de arqueología ni de antropología forense y por ejemplo en genética pues se tiene tienen a los químicos, a los biólogos, pero se tiene que construir un perfil especializado para para genética forense.
Hacemos esta primera convocatoria; seleccionamos alrededor de 20 peritos con los que iniciaríamos el entrenamiento para que a su vez ellos pudieran ser formadores de todos los otros peritos que se fueron incorporando al centro de identificación.
¿A qué nos referimos cuando se menciona que los equipos son multidisciplinarios?
Bueno, nosotros tenemos diversas áreas. Partimos de un área de análisis postmortem, que ahí están los los criminólogos, los médicos, los odontólogos, los antropólogos, los científicos forenses y los criminólogos.
Tenemos también un área de arqueología forense, que está integrada por arqueólogos y tenemos un perfil de que es una ingeniera en geofísica. Tenemos el área de documentación, de víctimas, donde hay trabajadores sociales, psicólogos, criminólogos, que son quienes documentan los casos de las familias que están buscando un ser querido desaparecido.
Tenemos el área genética forense, que también son químicos; biólogos que se han especializado en genética forense.
De manera multidisciplinaria, cada quien aplica su área y cuando llegamos a una identificación, lo hacemos al más alto grado de certeza con la unión de todas las ciencias forenses. Nosotros no identificamos con la genética, suma la genética al resto de las ciencias forenses.
¿Cuáles son las certificaciones que han logrado en el trayecto de 5 años?
Bueno, cuando iniciamos nos enfrentamos a que no había una experiencia similar a lo que se tenía pensado en el país. Hemos trabajado con equipos internacionales que nos han venido a capacitar la Fundación de Antropología Forense de Guatemala.
También el Equipo Argentino de Antropología Forense; la Comisión Internacional para Personas Desaparecidas que está en La Haya, El Instituto Nacional de Medicina Genómica de la Secretaría de Salud Federal. Gracias a todos estos acompañamientos pudimos construir los procesos de todas las áreas que necesitaba el Centro para poder enfrentar la crisis forense y el análisis que teníamos en puerta.
Logramos la acreditación en en un tiempo récord de laboratorio de genética forense que es el ISO17025, que gracias al acompañamiento de la embajada de Estados Unidos logramos un financiamiento para poder llegar a esta acreditación.
$!En medio del desierto coahuilense, especialistas y familias buscan fragmentos óseos entre la tierra removida. Cada hallazgo es una posibilidad de nombre, una interrupción al silencio impuesto por la desaparición.
Mucha gente no comprende esto ¿A qué se refieren cuando hablan de crisis forense?
Bueno, se refiere digamos a un universo sí de ausencia de procesos, de ausencia ausencia de protocolos, de ausencia de información. Lamentablemente México enfrenta la peor crisis forense en la historia de nuestro país.
Estamos hablando de cientos de miles de fragmentos y restos humanos resguardados en los servicios periciales de todas las de todas las fiscalías y estamos hablando ya en el último corte que que se publicó a través de organismos de sociedad civil por lo menos 72 000 cuerpos de personas sin identificar.
Esa es la crisis forense. Te pongo un ejemplo, el primer donde exhumamos, la fosa databa del año 2000. Tuvimos incluso que hacer búsqueda. Del año 2000 al año 2012 fue la vida de esa inhumación.
Entonces tuvimos que recuperar la totalidad de los cuerpos que se advertían ahí por la ausencia de información pericial que se tenía. Y esto hay que reconocerlo, se atribuye también a la falta de protocolos.
No pensamos que nos enfrentaríamos también a una crisis de violencia como la que hubo, y claro que tuvimos y pues por ende el aumento del número de homicidios y el aumento de las necesidades forenses.
Cuéntame cómo fueron las primeras identificaciones.
Fue entre noviembre y diciembre del 2020. Una identificación que se tuvo en la región Laguna sin haber siquiera realizado la primera exhumación. Previo a exumar nos dimos a la tarea por un periodo de más o menos 8 meses de sistematizar toda la información pericial que tenía disponible el Estado. Cuando alimentamos el sistema Énfasis, que así se le conoce, con la información que tenía disponible la Fiscalía nos votó la primera coincidencia genética.
Al día de hoy ¿cuántas identificaciones llevan?
Logramos impactar 778 fosas, fueron 16 panteones, 14 panteones en Coahuila, dos panteones en Durango y recuperamos un número mínimo. En aquel entonces traíamos un número mínimo de por lo menos mil 117 individuos, que es el número mínimo arqueológico.
Una vez que llegan aquí al laboratorio, que ya hacemos todo el análisis antropológico, pues este número crece considerablemente hasta un 30-35%.
Después empezamos con las fosas de inhumación clandestina en predios que ya tenían plenamente identificadas las familias junto con la fiscalía, que los los más grandes se han encontrado en la laguna como Santa Elena, Patrocinio, San Antonio del Alto, San Antonio de Gurza y debido a la gran extensión que se tiene en estos campos de inhumación clandestina, mandamos un equipo de arqueología forense exclusivamente que está 2 semanas completas al mes trabajando con las familias.
Llevamos 148 identificaciones que se han logrado en estos primeros 5 años.
Tenemos otros 10 casos con coincidencia que están en proceso. Año con año se ha logrado incrementar el número.
En 2016 se hablaba de la complejidad para identificar a personas inhumadas en fosas clandestinas debido al estado que presentaban
La fosilización clandestina es un reto forense gigantesco. Nos hemos dado cuenta también con el análisis antropológico que fueron innovando las técnicas que tenían los grupos del crimen organizado para llegar a su fin último, que era desaparecer a una persona; había la intención de desaparecer sin que ni siquiera pudiera su resto ser identificado.
Ese es el grado de vulneración que sufre una persona desaparecida y naturalmente su su familia. Ahora los antropólogos analizan a detalle cada uno de los elementos, los separan por segmentos anatómicos del cuerpo, si es costilla, si es cráneo, si es hueso largo y ahí escogen digamos las piezas más viables.
Mis compañeros peritos de genética forense se han especializado en la extracción manual, semimanual automatizada de perfiles genéticos de estas muestras altamente degradadas.
Aquí hay algo bien importante: se tiene que meter a genética forense para ver si hay un perfil. Eso de que esta pieza se ve en buen estado, no; se tiene que pasar al laboratorio.
Solamente el laboratorio de genética forense nos puede decir si hay información genética suficiente para poder hacer una comparación de información.
Ahora que terminas la primera gestión del CRIH ¿Qué es lo que queda pendiente?
Debe haber un diálogo totalmente permanente con las familias. Seguirnos especializando en el análisis antropológico para la selección de estas muestras.
La realidad es que tenemos por lo menos 125 mil fragmentos ya aquí. También seguir encontrando campos de inhumación clandestina.
Esto es bien importante. Comprender que nos enfrentamos también con los reportes de desaparición de personas en contexto migratorio, no solamente de México, sino de otros países, y otro gran reto es llegar a más familias para tener una base genética más amplia que nos permita hacer estos cruces de información.
Y la última ¿cómo concluye tu experiencia a nivel personal?
Sin duda es el reto profesional más grande que me ha tocado enfrentar. Un cargo de mucho aprendizaje, de estar en en primer contacto con las víctimas; también de mucho estudio para aprender completamente la temática forense.
Sin duda de mucho aprendizaje, de mucha reflexión, de entender la violencia en su sentido más amplio, el sentir de las víctimas, la demanda legítima de justicia, de derecho a la verdad, de no impunidad y de poder aprender de los mejores equipos del mundo para construir un modelo que funcione a nivel nacional.
Quiero agradecerle a las familias su paciencia, la oportunidad de construir una institución de gran calado. La ciencia nos dice algo bien importante: sin las no.
No solamente es un derecho a la participación que tienen las familias, no solamente es una obligación de ley. La ciencia nos lo dice todos los días.

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